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Di que no: ¡Estrenos de la semana!


¿Qué tienen en común un tipo que siempre dice que sí, una madre que ha perdido a su hijo y un ratón con las orejas enormes? Sí, vale, que una peli sobre una madre que ha perdido a su hijo y le confunde con un ratón con las orejas enormes sólo podría ser aprobada por un tipo que siempre dice que sí, ¡pero también que forman parte de los estrenos de esta semana! ¡Los habrán leído en más sitios, pero ninguno ha tenido tantos problemas para escribir últimamente como el menda!

DI QUE SI

Cuando le propusieron practicar la sodomía zoofílica, El hombre que siempre decía sí tuvo que huir a su lugar feliz.

Jim Carrey cae bien al 95 por cien de la gente. Luego hay un cinco que nunca le perdonará Un loco a domicilio y el histrionismo de sus primeras películas (que sí, que serían moralistas, que eran sólo para el lucimiento de Carrey, que eran comedietas tontas, pero me cortaría un brazo ahora mismo por reírme tanto como me reí viendo Mentiroso compulsivo por primera vez), pero la minoría nunca marca la pauta. Y menos desde que Carrey se ha intentado reconvertir en actor serio e incluso ha sonado para el Oscar (imperdonable esas no-nominaciones por El show de Truman, Man on the moon y Eternal sunshine of the spotless mind). Por si fuera poco, el actor intenta hacer sonreír tanto a los que creen en su futuro como actor como a los que disfrutaron de él en comedietas idiotas. Así, va intercalando El número 23 con Dick y Jane, ladrones de risa, The majestic con Como Dios o Man on the moon con Yo, yo mismo e Irene. A esto se le llama un actor polifacético, coño. Puede que no sea el mejor del siglo XXI, pero pocos caen igual de bien.

Ahora estrena una nueva película del género “comedieta en la que pone muchas caras pero es tan buenrrollista que le perdonamos todo”, Di que sí. Lo sabrán por sus múltiples trailers televisivos (hace tiempo que no veía una campaña de promoción tan grande en España por una película. ¡Si hasta Carrey ha venido a Madrid a darse un paseo y asistir a los premios 40 principales!) y porque la gente sale de la sala con una sonrisa de oreja a oreja. Dicen los que ya la han visto que, de tan puramente sin pretensiones, resulta simpatiquísima y apta para todo tipo de personas de cualquier tipo de edad. Y qué quieren que les diga, hace tiempo que no salgo del cine con una sonrisa de oreja a oreja después de haber echado las cinco carcajadas de rigor y haberme enternecido –un poco, solo un poco- con el final del filme. Lo mismo hasta merece la pena, por mucho que el filme trate, simple y llanamente, sobre un tipo que decide decir que sí a todo. Por supuesto, no faltará la típica persona que se queje porque Carrey no haya vuelto a hacer un Show de Truman o un Man on the moon. Calladle la boca con argumentos. No hay nada peor que un purista cerrado de mente.

EL INTERCAMBIO

¿Le importará a Brad si me llevo otro crío para casa? Total, es por hacer bulto…

Creo que no me dejé nada que decir en mi crítica del miércoles. Un Eastwood en perfecto estado de forma al que le flaquea el repetitivo guión de Straczinsky y unos actores que parecen gritar “¡Oscar! ¡Globo de oro! ¡Un Goya por lo menos!” en cada frase. No se dejen engañar por los trailers ni por los críticos sesudos que dicen que Vicky Cristina Barcelona es excelsa: El intercambio es un trabajo menor de Clint, tan olvidable como decepcionante. Pero bueno, por lo menos no aburre del todo en ningún momento.

EL VALIENTE DESPEREAUX

¡Venga, todos a la vez!: ¡¡AWWWWWW!!

Otra que ya hemos tenido oportunidad de ver en pase de prensa y que ampliaremos el miércoles. Eso sí, ya avanzamos que es un filme sorprendentemente bien hecho para ser una película de dibujos animados en 3-D y no de Pixar o Dreamworks, y, en cuanto a historia, le pega una buena pasada a tonterías como Shrek 3 o Madagascar 2. El valiente Despereaux cuenta con una historia de corte clásico, detalles muy sorprendentes (¡y divertidos!) en ocasiones, un increíble diseño de escenarios, algunos travellings que harían palidecer de envidia a Dreamworks y el personaje principal más carismático que hemos visto desde… desde… bueno, vale, desde Wall-E. Pero es que es jodidamente imposible superar al robotito.

La historia es muy simple: Cuando la reina de un lejano país que basa su negocio y su fama en la sopa muere por culpa de ver una rata en ésta, el rey decreta que no se podrá tomar más sopa ni tener ratas y que quien lo haga será encarcelado. A partir de ese día, el reino se sume en una profunda desesperanza, el cielo está gris todo el día y nadie hace nada para cambiarlo… Años después, el ratoncito Despereaux es un diferente a los demás, ya que no tiene miedo de nada ni de nadie. Tras leer un libro de literatura caballeresca, Despereaux conoce a la princesa y decide salvar el reino por sí mismo. Una bonita historia que, obviamente, tiene sus pegas, pero a la que cuesta encontrárselos (quizá la voz de Emma Watson, que suena excesivamente forzada, y alguna que otra elección de casting que se perderá con el doblaje). Una gratísima sorpresa con una notable animación. Hala, ya sabéis que ver estas navidades.

OTROS ESTRENOS

COMO EN CASA EN NINGÚN SITIO: Pues nada, el título ya lo dice todo. ¿Para qué ir al cine a ver a Vince Vaughn y Reese Witherspoon haciendo el idiota en cuatro –sí, cuatro- reuniones familiares pudiendo estar en casa con la propia? Ah, vale, sí. Por eso. Ya sabéis: Tontería navideña con pretensiones de no serlo –que estas son las peores- que no hará ni que esbocemos una sonrisilla con actores de primera línea degradándose a sí mismos (¿qué demonios hacen en el reparto Robert Duvall y Jon Voight?). Lo dicho: Como en casa, en ningún sitio.

PROTEGIDOS POR SU ENEMIGO: ¿Se acuerdan que hace poco pusimos a The wicker man en el puesto número 2 de los peores remakes? Pues ahora su director, Neil LaBute, viene a cobrarse su venganza con un filme en el que su protagonista es, agárrense los machos, Samuel L. Jackson, la persona que acepta cada guión que cae en sus manos, trate de lo que trate (“Y aquí haces de un narcotraficante que…”-“¡La haré!”-“Y aquí de un follacabras que…”-“¡La haré!”-“Aquí haces de un coleccionista de arte asiático de raza caucásica”-“¡La haré!”-“Sigh”). Y en este caso no se debió leer mucho el guión, porque da un poco bastante de vergüenza ajena: Una familia que se acaba de mudar se da cuenta de que caen mal a su vecino, el policía del barrio, que empezará a acosarlas. Emoción, intriga, dolor de barriga. Seguir las indicaciones de la película de arriba.

ESTÓMAGO: Película brasileña (sólo por eso, ningún crítico la suspenderá y se convertirá en una “obra de culto”) que narra la historia de un cocinero en la cárcel que debe aprender a defenderse, por lo que las cosas que sabe de gastronomía le serán muy útiles. Parece ser que es más simple de lo deseado y menos interesante de lo que podría haber sido si un director arriesgado estuviera detrás de las cámaras. Y con todo lo que hay que cocinar para el día 24, cualquiera va a ver esta mediocridad, oigan.

WINX: EL SECRETO DEL REINO PERDIDO: El destino de un reino está en manos de una joven chica: Bloom, el hada con el símbolo del dragón. Ella, junto a sus amiguitas del Club Winx, debe entrar en la dimensión oscura y luchar contra el mal absoluto (por dios, ¿quién puso estos nombres?) para resucitar a sus padres y revelar el misterio de sus orígenes. Fíjate tú. No hay huevos de verla, ¿eh? Ya me lo imaginaba yo.

Atentos todos al conejito y al gatito felices pegando saltitos. Oro puro.

¡Y mañana o esta noche comentamos las nominaciones de los Goya, que tienen cojones!


[Preestreno] El intercambio: ¡Denle un Oscar a la pobre muchachuela!


¿Quiere ganar un Oscar? ¿Se dejó algo por decir la última vez que subió a coger la estatuilla? ¿No le dio las gracias a su prima Cristina? ¡Con el nuevo método “Clint Eastwood” podrá usted conseguir lo que quiera con tan sólo una película! ¡Ya tenemos varios clientes satisfechos! ¿Ven a esta rolliza mujer con labios que parecen salchichas Campofrío? Es Angelina Jolie. ¡Un aplauso para Angelina! Angelina ya ganó un Oscar haciendo de loca en Inocencia interrumpida, pero quiere repetir en cuanto pueda. Y haciendo cosas como 60 segundos, Tomb raider o Wanted no tiene pinta de que vaya a volver a conseguirlo. ¡Por suerte, el método “Clint Eastwood” volverá a poner a la actriz donde se merece en tres sencillos pasos! ¿Quieren saber cuáles? El primero es ponerse en la piel de una “madre coraje”, de estas que luchan por su hijo hasta las últimas consecuencias. Los estudios dicen que los académicos de Hollywood se ablandan cuando ven a una madre luchar por un niño, aunque el niño sea repipi y la madre de bastante grima. El segundo, hacer de loca. En la misma película, por ejemplo. Puedes ser una madre coraje y estar como una regadera. Además, Angelina Jolie ya ganó un premio por esquizofrénica, ¿por qué no va a llevarse otro por lo mismo? Está visto que hace muy bien de loca. Casi como si fuera natural en ella. El tercer paso es el de ponerse a las órdenes de un director reconocido al que nadie se atreve a toserle y hacer una película de más de dos horas. ¡A los académicos les gusta pasar mucho tiempo en el cine sintiéndose mucho más inteligentes que la media! Dentro de poco veremos si el método “Clint Eastwood” funciona como creemos que funciona. De momento, ustedes mismos pueden juzgar con El intercambio, el nuevo filme del vetusto director que, contra lo que puedan pensar algunas mentes perversas, no trata sobre aquella noche loca que pasaron Jolie y Pitt con el matrimonio vecino, sino del dolor de una madre y esas cosas que supuestamente gustan tanto a las personas de todas las edades. Si es que nos gusta sufrir.

¿Está el enemigo? Que se ponga.

1928. Angelina Jolie es una madre soltera (el padre les dejó, y no me extraña. Yo también dejaría a Angelina Jolie por miedo a que un día me absorbiera con los labios y me dejara para el arrastre) con un niño repipi-asqueroso, de esos que dan ganas de patear por la calle. La madre, que va buscando que alguien rapte al chaval, le deja tirado en casa mientras ella se marcha a hacer horas extra (sin canguros, ni casas de vecinos, ni leches. Tú quédate solo, hijo, que tienes seis años y por tanto ya te sabes cuidar. ¿Quién te va a secuestrar? ¡Ni que estemos en una época peligrosa!). Al volver, oh sorpresa de sorpresas, el crío ha desaparecido. Lo busca, lo rebusca, llora mucho, grita “Alguien ha cogido a mi hijo” al mejor estilo Michael Dawson (el de Lost, vaya, para quien no lo sepa) y, finalmente, se tira de los pelos muy mucho y llama a la policía.

Pasan los meses y Angelina sigue intentando encontrar a alguien que conozca a su hijo o le haya visto por la calle. Finalmente, alguien le avisa: Eh, tú, Angelina. Que hemos encontrado a tu zagal. Angelina llora otra vez –más que nada porque la película parece que ha sido patrocinada por una marca de cebollas- y va a la estación, solo para descubrir que el niño que han encontrado se parece a su niño lo que esta película a Armageddon. Poco a poco va recolectando evidencias: Que si mide menos, que si se ha hecho la circuncisión, que si tiene una dentadura diferente a la de su hijo… en fin, todo menos encontrar una foto, enseñársela al policía y demostrar de una vez por todas que su hijo no es ese chaval. La policía niega una y otra vez la petición de auxilio de Angelina (que, a todo esto, sigue llorando mucho) y le meten en un manicomio.

¡Ay, viagra sans ordonnance que me he dejado abierto el gas!

Aquí empieza una parte de la película realizada exclusivamente para el lucimiento de la Jolie: La madre desesperada, doblemente desesperada en un psiquiátrico. Que sí, que es muy emocionante, una actuación perfecta y está basado en hechos reales, pero es el giro argumental más absurdo de los últimos años (¡Oh, dios mío! ¡Es posible que la Jolie no gane un Oscar si simplemente llora! ¿Y si…mmmmh…la volvemos falsamente loca?). Sale del manicomio y llega la parte más divertida de la película: Los cuatrocientos finales. Cuando crees que la película está a punto de terminar, Eastwood se saca otro final más de la manga. Cuando crees que queda poco para que el terror de la Jolie se esfume, de pronto vemos que aun le queda un rato para terminar. Y así hasta que llega un final que podría haber sido puesto ahí, cinco minutos antes o cinco minutos después, cuando la historia de la madre sin su hijo ya nos importaba a todos medio carajo. Conste también que me he saltado la parte más importante (¡e interesante!) de la historia para no spoilear a la gente. Que luego se me quejan.

Las cosas, como son: Eastwood hace un papel modélico tras las cámaras. Es cierto que esto no es ninguna sorpresa, porque raro es que el afamado director ponga un plano donde no es, haga una secuencia mal o trate de manera incorrecta una historia. Los genios son genios siempre, y Clint se ha ganado el calificativo a golpes de razón. El intercambio es perfecta en lo técnico, ideal, imposible de poner pegas. Todo en ella rezuma perfección. Tanta perfección que resulta casi hasta molesta. Tanto clasicismo que resulta casi hasta doloroso en el espectador, cada vez más acostumbrado a planos que no duren más de cinco segundos, y sólo si hay una explosión por el medio. Todo me parecería maravilloso en el filme si no fuera porque el propio Eastwood pone el logotipo clásico de Universal en el filme y al final funde a blanco y negro, como intentando decir “¡Eh, miren todos! ¡Miren qué clásica es mi película! ¿A qué esperan? ¡Adórenme, críticos y cinéfilos del mundo todo!”. Pero vaya. Impecable Eastwood.

¿Se saben ese de un fistro de la pradera que tiene un peazo de perro llamado Mistetas?

Por su parte, Angelina Jolie podría cambiar todos los diálogos que salen de su boca (básicamente “Mi hijo oh dónde está mi hijo” y “La policía es mala porque no encuentra a mi hijo”) por “Oscar Oscar Oscar Oscar Quiero ganar el Oscar”, ya que se le nota a la legua que es el único propósito por el que ha aceptado salir en un filme de este estilo. No sean malas personas, denle el Oscar a la pobre muchacha. Que ya sabemos que su actuación apenas emociona, que sólo cumple y que parece un zombie actuando, pero le ha puesto ganas. Además, es capaz de poner no una, sino DOS expresiones: “Lloro mucho porque mi hijo no está” y “Pongo cara de palo y hago como que no me pasa nada”. Increíble. Oscar inmediato.

El resto de actores lo hacen bien. Sin más. Con la excepción del reparto infantil (¿de dónde les han sacado? ¿del colegio para actores infantiles sin talento?), el resto de los actores se portan a secas: John Malkovich borda su papel –lo que tampoco es una novedad- y el resto del reparto, repleto de caras conocidas pero de nombres que no suenan ni en su casa a la hora de la cena, no desentona. Tampoco me esperaría demasiadas nominaciones para ninguno de ellos. Más bien ninguna.

El gran problema de El intercambio es que no emociona, no logra epatarnos en ningún momento, la historia de Angelina Jolie nos termina por dar absolutamente igual debido a una duración demasiado alargada (veinte minutos menos la habrían sentado de fábula). Por supuesto, ningún crítico de cine “serio” se atreverá a deciros esto, pero la verdad: No es tan buena como os la van a pintar. Sí, es una buena película en lo técnico, pero a la hora de ceñirnos a la historia, Straczinsky (ese que todos deseamos que vuelva a las páginas de Amazing Spiderman) no ha sabido donde terminar la historia y, sin llegar a aburrir en ningún momento, sí es cierto que se vuelve repetitiva e insulsa. Una lástima, porque la película daba más de sí. Ah, por cierto. Espérense todos un final a lo Zodiac, abierto: Los que quieran un final claro y cristalino, que se abstenga de pasar por taquilla.

Estrellitas: ***
Lo mejor: La experta dirección de un Eastwood en forma. Deseando estamos de ver ese Gran Torino.
Lo peor: Las interpretaciones infantiles, ñoñas, sosas y sin alicientes.
Recomendada para: Llorones sin fronteras, fans de Eastwood y del cine clásico en general.
¡A la noche, otro artículo! ¡Estamos que lo tiramos!

 

¡Có-mo me pica la nariz! ¡Ya no lo puedo soportar!