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[Preestreno] El intercambio: ¡Denle un Oscar a la pobre muchachuela!


¿Quiere ganar un Oscar? ¿Se dejó algo por decir la última vez que subió a coger la estatuilla? ¿No le dio las gracias a su prima Cristina? ¡Con el nuevo método “Clint Eastwood” podrá usted conseguir lo que quiera con tan sólo una película! ¡Ya tenemos varios clientes satisfechos! ¿Ven a esta rolliza mujer con labios que parecen salchichas Campofrío? Es Angelina Jolie. ¡Un aplauso para Angelina! Angelina ya ganó un Oscar haciendo de loca en Inocencia interrumpida, pero quiere repetir en cuanto pueda. Y haciendo cosas como 60 segundos, Tomb raider o Wanted no tiene pinta de que vaya a volver a conseguirlo. ¡Por suerte, el método “Clint Eastwood” volverá a poner a la actriz donde se merece en tres sencillos pasos! ¿Quieren saber cuáles? El primero es ponerse en la piel de una “madre coraje”, de estas que luchan por su hijo hasta las últimas consecuencias. Los estudios dicen que los académicos de Hollywood se ablandan cuando ven a una madre luchar por un niño, aunque el niño sea repipi y la madre de bastante grima. El segundo, hacer de loca. En la misma película, por ejemplo. Puedes ser una madre coraje y estar como una regadera. Además, Angelina Jolie ya ganó un premio por esquizofrénica, ¿por qué no va a llevarse otro por lo mismo? Está visto que hace muy bien de loca. Casi como si fuera natural en ella. El tercer paso es el de ponerse a las órdenes de un director reconocido al que nadie se atreve a toserle y hacer una película de más de dos horas. ¡A los académicos les gusta pasar mucho tiempo en el cine sintiéndose mucho más inteligentes que la media! Dentro de poco veremos si el método “Clint Eastwood” funciona como creemos que funciona. De momento, ustedes mismos pueden juzgar con El intercambio, el nuevo filme del vetusto director que, contra lo que puedan pensar algunas mentes perversas, no trata sobre aquella noche loca que pasaron Jolie y Pitt con el matrimonio vecino, sino del dolor de una madre y esas cosas que supuestamente gustan tanto a las personas de todas las edades. Si es que nos gusta sufrir.

¿Está el enemigo? Que se ponga.

1928. Angelina Jolie es una madre soltera (el padre les dejó, y no me extraña. Yo también dejaría a Angelina Jolie por miedo a que un día me absorbiera con los labios y me dejara para el arrastre) con un niño repipi-asqueroso, de esos que dan ganas de patear por la calle. La madre, que va buscando que alguien rapte al chaval, le deja tirado en casa mientras ella se marcha a hacer horas extra (sin canguros, ni casas de vecinos, ni leches. Tú quédate solo, hijo, que tienes seis años y por tanto ya te sabes cuidar. ¿Quién te va a secuestrar? ¡Ni que estemos en una época peligrosa!). Al volver, oh sorpresa de sorpresas, el crío ha desaparecido. Lo busca, lo rebusca, llora mucho, grita “Alguien ha cogido a mi hijo” al mejor estilo Michael Dawson (el de Lost, vaya, para quien no lo sepa) y, finalmente, se tira de los pelos muy mucho y llama a la policía.

Pasan los meses y Angelina sigue intentando encontrar a alguien que conozca a su hijo o le haya visto por la calle. Finalmente, alguien le avisa: Eh, tú, Angelina. Que hemos encontrado a tu zagal. Angelina llora otra vez –más que nada porque la película parece que ha sido patrocinada por una marca de cebollas- y va a la estación, solo para descubrir que el niño que han encontrado se parece a su niño lo que esta película a Armageddon. Poco a poco va recolectando evidencias: Que si mide menos, que si se ha hecho la circuncisión, que si tiene una dentadura diferente a la de su hijo… en fin, todo menos encontrar una foto, enseñársela al policía y demostrar de una vez por todas que su hijo no es ese chaval. La policía niega una y otra vez la petición de auxilio de Angelina (que, a todo esto, sigue llorando mucho) y le meten en un manicomio.

¡Ay, viagra sans ordonnance que me he dejado abierto el gas!

Aquí empieza una parte de la película realizada exclusivamente para el lucimiento de la Jolie: La madre desesperada, doblemente desesperada en un psiquiátrico. Que sí, que es muy emocionante, una actuación perfecta y está basado en hechos reales, pero es el giro argumental más absurdo de los últimos años (¡Oh, dios mío! ¡Es posible que la Jolie no gane un Oscar si simplemente llora! ¿Y si…mmmmh…la volvemos falsamente loca?). Sale del manicomio y llega la parte más divertida de la película: Los cuatrocientos finales. Cuando crees que la película está a punto de terminar, Eastwood se saca otro final más de la manga. Cuando crees que queda poco para que el terror de la Jolie se esfume, de pronto vemos que aun le queda un rato para terminar. Y así hasta que llega un final que podría haber sido puesto ahí, cinco minutos antes o cinco minutos después, cuando la historia de la madre sin su hijo ya nos importaba a todos medio carajo. Conste también que me he saltado la parte más importante (¡e interesante!) de la historia para no spoilear a la gente. Que luego se me quejan.

Las cosas, como son: Eastwood hace un papel modélico tras las cámaras. Es cierto que esto no es ninguna sorpresa, porque raro es que el afamado director ponga un plano donde no es, haga una secuencia mal o trate de manera incorrecta una historia. Los genios son genios siempre, y Clint se ha ganado el calificativo a golpes de razón. El intercambio es perfecta en lo técnico, ideal, imposible de poner pegas. Todo en ella rezuma perfección. Tanta perfección que resulta casi hasta molesta. Tanto clasicismo que resulta casi hasta doloroso en el espectador, cada vez más acostumbrado a planos que no duren más de cinco segundos, y sólo si hay una explosión por el medio. Todo me parecería maravilloso en el filme si no fuera porque el propio Eastwood pone el logotipo clásico de Universal en el filme y al final funde a blanco y negro, como intentando decir “¡Eh, miren todos! ¡Miren qué clásica es mi película! ¿A qué esperan? ¡Adórenme, críticos y cinéfilos del mundo todo!”. Pero vaya. Impecable Eastwood.

¿Se saben ese de un fistro de la pradera que tiene un peazo de perro llamado Mistetas?

Por su parte, Angelina Jolie podría cambiar todos los diálogos que salen de su boca (básicamente “Mi hijo oh dónde está mi hijo” y “La policía es mala porque no encuentra a mi hijo”) por “Oscar Oscar Oscar Oscar Quiero ganar el Oscar”, ya que se le nota a la legua que es el único propósito por el que ha aceptado salir en un filme de este estilo. No sean malas personas, denle el Oscar a la pobre muchacha. Que ya sabemos que su actuación apenas emociona, que sólo cumple y que parece un zombie actuando, pero le ha puesto ganas. Además, es capaz de poner no una, sino DOS expresiones: “Lloro mucho porque mi hijo no está” y “Pongo cara de palo y hago como que no me pasa nada”. Increíble. Oscar inmediato.

El resto de actores lo hacen bien. Sin más. Con la excepción del reparto infantil (¿de dónde les han sacado? ¿del colegio para actores infantiles sin talento?), el resto de los actores se portan a secas: John Malkovich borda su papel –lo que tampoco es una novedad- y el resto del reparto, repleto de caras conocidas pero de nombres que no suenan ni en su casa a la hora de la cena, no desentona. Tampoco me esperaría demasiadas nominaciones para ninguno de ellos. Más bien ninguna.

El gran problema de El intercambio es que no emociona, no logra epatarnos en ningún momento, la historia de Angelina Jolie nos termina por dar absolutamente igual debido a una duración demasiado alargada (veinte minutos menos la habrían sentado de fábula). Por supuesto, ningún crítico de cine “serio” se atreverá a deciros esto, pero la verdad: No es tan buena como os la van a pintar. Sí, es una buena película en lo técnico, pero a la hora de ceñirnos a la historia, Straczinsky (ese que todos deseamos que vuelva a las páginas de Amazing Spiderman) no ha sabido donde terminar la historia y, sin llegar a aburrir en ningún momento, sí es cierto que se vuelve repetitiva e insulsa. Una lástima, porque la película daba más de sí. Ah, por cierto. Espérense todos un final a lo Zodiac, abierto: Los que quieran un final claro y cristalino, que se abstenga de pasar por taquilla.

Estrellitas: ***
Lo mejor: La experta dirección de un Eastwood en forma. Deseando estamos de ver ese Gran Torino.
Lo peor: Las interpretaciones infantiles, ñoñas, sosas y sin alicientes.
Recomendada para: Llorones sin fronteras, fans de Eastwood y del cine clásico en general.
¡A la noche, otro artículo! ¡Estamos que lo tiramos!

 

¡Có-mo me pica la nariz! ¡Ya no lo puedo soportar!