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El ranking del año (y 4): El top 10


¿Qué tal el fin de semana, amigos? ¿Ya sabéis lo que le vais a pedir a los reyes mágicos a pesar de que luego nunca os lo traigan y siempre os regalen calcetines y pijamas? Porque yo lo tengo muy claro: Que este año nos traiga diez películas tan buenas como estas diez… ¡o por lo menos, como las dos primeras! ¡Vamos allá con el top 10 de lo mejor del año!

10-Rebobine, por favor: Su gran problema fue el mismo que el de Muertos de risa: Nos la vendieron como una comedia de esas de mucha risa y en realidad era un dramón de tres pares de narices con un par de momentos cómicos –que, en este caso, fueron geniales: El montaje musical de cinco minutos parodiando películas es una de las escenas del año, sin duda alguna-. Aunque algunos salieron del cine echando pestes, el filme es una inteligente metáfora del cine actual, el fin del VHS y Youtube, pero, ante todo, un canto de amor incondicional al séptimo arte. Rebobine, por favor es una película que queda algo floja, especialmente en el segundo acto, pero, como dicen, la intención es lo que cuenta. Y la intención aquí fue loable.

9-Los cronocrímenes: Soy un fan incondicional de Nacho Vigalondo. Todo lo que toca se convierte, si no en una obra maestra, sí en un producto que rezuma cariño por los cuatro costados. Los cronocrímenes no es la obra definitiva de viajes en el tiempo, ni es perfecta, ni cuenta con unas actuaciones de quitarse el sombrero, es cierto. Pero se nota que el autor ha puesto sus cinco sentidos en ella durante semanas, que está tratada con mimo, que cada fotograma es un reconocimiento a la figura de Nacho, vaya. Un cortometrajista que, a fuerza de intentarlo, ha logrado llegar donde ha llegado. Los cronocrímenes tiene un guión que deja todo atado y bien atado, una dirección eficaz y “de autor”, pero, sobre todo, tiene ilusión por hacer algo diferente. Y se nota.

“Nacho, hijo, ¿has visto el Scottex que compré ayer?”-“¿Yo? Ejem, ¿por qué tendría que haberlo visto?”

8-No es país para viejos: Ni película para jóvenes. Los Coen no han filmado aquí su mejor trabajo, y el filme tiene graves problemas argumentales, pero ese Javier Bardem psicópata y ese fabuloso Morgan Freeman Tommy Lee Jones levantan la película durante los dos primeros actos, quizá algo aburridos, pero sin duda excelentes. El final, incomprensible. El tercer acto tira todo lo anterior a la basura y lo retuerce con firmeza. Pese a todo, siendo justos a la realidad, No es país para viejos es una notable película. Sobrevalorada y algo olvidable, pero notable.

7-Iron man: Dame un millonario pre-alcohólico vestido con una armadura del siglo XXI con superpoderes para volar y llámame tonto. Y ya, si la historia es interesante, está bien llevada y hace que un personaje tan insulso como Iron man (dejemos aparte la racha alcohólica de Tony Stark) se convierta en alguien interesante, apaga y vámonos. Iron man es un filme que cualquiera podría escoger como “bandera del entretenimiento”. Divierte durante todo su metraje, nos ofrece un final que hasta ahora nunca habíamos visto en el cine de superpoderosos y, qué demonios, es la primera parte que nos llevará a Los vengadores. ¿Quién puede no amarla?

6-Juno: Cierto es que el cine independiente apesta a quemado. Las películas indies se repiten por doquier con los mismos esquemas. Y Juno no aporta nada nuevo a este panorama tan desolador. Pero, pese a todo, es un filme que transmite buenos sentimientos, buen rollo, que no intenta dogmatizar a nadie (los que lo intentan son los críticos después, que creen que, como Juno no aborta, es que la película dice que el aborto es malo) y con una Ellen Page en estado de gracia. Eso sí, el filme se pasa veinte pueblos al intentar ser tan indie como es: Música indie a todo trapo, reflexiones propias sólo de una película de este estilo y reflexiones de baratillo empañan un poco una película que, de otra manera, hubiera supuesto una de las grandes películas del año y no un simple filme que se olvidará en un par de meses. Oh. Y todos adoramos el teléfono hamburguesa.

5-Camino: La mejor película española del año, acusada de dogmatizar y de no sé cuántas tonterías más, cuenta con el mayor despliegue de efectos especiales jamás visto en el cine español y con unas actuaciones merecedoras de la nominación al Oscar (nunca me cansaré de repetirlo: Mariano Venancio está superior y Nerea Camacho ha entrado de una manera inmejorable en el mundo del cine). Camino es enternecedora, una de esas películas en las que te descubres llorando y no sabes muy bien por qué. Sí, su parte final es tramposa y algunos personajes son muy malvados sin que venga a cuento, pero eso no quita para que nos encontremos ante una película preciosa, inigualable, inolvidable y con alma. Algo que es muy difícil de encontrar en el cine hoy en día. Chapeau por Fesser.

4-Lars y una chica de verdad: Aunque en su primer visionado Lars y una chica de verdad no me dijo nada, con el tiempo he logrado apreciarla en su justa medida. La historia de un pobre paleto de pueblo que consigue superar todos sus problemas sociales gracias a Bianca, una muñeca hinchable de la que todo el pueblo consigue encariñarse. La película juega con el espectador, que en ningún momento se percata al cien por cien de si Lars cree realmente en que la muñeca está viva o no. Lars y una chica de verdad es la confirmación de que otro tipo de cine es diferente, de que no hace falta una gran historia épica para emocionarnos, de que los locos solo son locos si la gente quiere verles así, de que hay muchos tipos de amores. Lars y una chica de verdad es una película tristemente infravalorada. No se la pierdan.

Y el Oscar a la mejor actriz secundaria es para…

3-JCVD: Jean Claude Van-Damme llega, se pone a las órdenes de Mabrouk El Mechri, se interpreta a sí mismo y triunfa brutalmente. JCVD no es, contra lo que han dicho, una biografía del actor, ni mucho menos: Se trata de una historia ficticia en la que podemos ver la cara oculta de Van Damme, un actor que intenta aparentar lo que no es, un tipo patético que solo quiere ser feliz. Su monólogo a cámara, sin duda el momento del año, es escalofriante, pero no lo es menos que él en su coche intentando conseguir dinero, los comentarios sobre Steven Seagal, esos ladrones fanáticos o el final, contado desde dos perspectivas: La del cine y la de la realidad. Una muestra de cómo al cine aun le quedan lugares por explorar (como jugar con la bidimensionalidad de las películas, algo que solo han entendido últimamente esta JCVD y A cock and bull story) y, sobre todo, la sorpresa de encontrarnos en Van Damme a un actor que podría ser nominado este año a los Oscar. Una mirada triste, unas palabras convincentes. La certeza de que, por fin, estamos viéndole interpretar el papel de su vida. Sobresaliente.

2-El caballero oscuro: Llegados a este punto todos sabéis qué película está en el número 1, pero no por ello hay que hacer de menos a Batman. Sí, está sobrevalorada. Sí, la primera hora es algo aburrida. Pero no se le puede reprochar nada más. La siguiente hora y media es acción y diversión en estado puro, adrenalina por los cuatro costados, dos villanos de nivel (¡Espectacular Heath Ledger! Ha eclipsado por completo al Joker de Jack Nicholson), un superhéroe de los de verdad (como se resume en el monólogo final) y una dirección perfecta. Si Nolan no dirige la tercera parte, entonces no merecerá la pena verla. Y ahora, vamos a por el número 1.

1-Wall-E: Cuando el filme empezó, todos nos dimos cuenta de que estábamos ante la película del año. Un páramo desierto, un robot con sentimientos, apilando basura. Aun me sorprendo de cómo es posible que Pixar lograra hacer media hora completamente muda no sólo sin que nadie se aburriera, sino con todos pidiendo más, más y más. Sí, los humanos rompen un poco la armonía de Wall-E y EVA, pero si la pesadez de la trama del capitán era necesaria para encontrarnos con ese Wall-E que a tantos nos hizo llorar al final del filme, bienvenida sea. Wall-E es poesía, cuento, inteligencia y riesgo en una sóla película. Wall-E es la película que todos querríamos haber visto cuando éramos niños. Wall-E es, le pese a quien le pese, una rotunda obra maestra.

Y las parejitas por la calle aun nos miramos a la cara y nos decimos, con voz supuestamente robótica: “Waaall-E”-“EEEEEVA”. Todos lo hacemos.

¡Y ya está! Recordadme que el año que viene no haga tops de ningún tipo. Dios santo, qué hastiado he quedado. ¡Mañana, que es reyes, empezaremos a charlar sobre el 2009, que se nos presenta calentito!