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Lobezno saca las garras en los Oscar


Vamos, que ya están aquí. Id encargando las latas de Coca-cola (oh, venga, nadie os está viendo: Podéis soltar esa cerveza y beber algo que os gusta de verdad), alisando vuestro pijama de lujo y buscando la cadena de televisión turca de turno por Internet mezclada con El cine de Lo Que Yo Te Diga en la SER. Sí, amigos. Llegan los Oscar, nos guste o no.

No me voy a meter en el hipotético caso de que alguno de ustedes, intrépidos lectores, aborrezcan la gala de los Oscar, sus películas, sus chistes manidos y sus actuaciones musicales soporíferas. Yo, vaya desde ahora, los adoro. Desde criticar los vestidos de las actrices al más puro estilo Boris Izaguirre de pueblo (¡Ahí va que pintas me lleva esa pelandrusca!) hasta cagarme en los muertos del vencedor porque el Oscar a los mejores efectos especiales me ha roto la quiniela, me reconozco un acérrimo fan de los premios de la Academia de Hollywood. Y, por mucho que me haya contenido hasta ahora, llega el momento de dar rienda suelta a mi vena lokaza (con k ke muestra mi superlokura ke te kagas, ké pasa).

Y es que aun no me explico cómo es posible que un escenario que ha visto a cómicos de la talla de Billy Crystal (inolvidable siempre), Steve Martin, Chris Rock (el tipo del que nadie rió ningún chiste, y con razón) y Whoopi Goldberg (en la gala más aburrida de la historia) se encuentra ahora en la diatriba de poner a un señor que no ha hecho comedia en su maldita vida, Hugh Jackman, a presentar los premios. Fijaos lo que son las cosas: Una gala aburrida hasta la muerte puede ser salvada con un par de comentarios improvisados de un buen cómico, pero no con el “hombre más sexy del mundo” poniendo sonrisa de ligar. Hey, nena, ¿me estás viendo? Estoy presentando los Oscar. Oh, sí, nena. Pese a todo, parece que vivimos estancados en el eterno aburrimiento, así que ya podemos esperar monólogos aburridos (“El cine me atrae desde pequeño y bla, bla, bla, soy Lobezno”), pases artificiales de una cosa a otra (“Y ahora, Jim Carrey presentará un premio que no le importa a nadie. Soy Lobezno”) y un estancamiento que hará que nos queramos cortar las venas con un cutter oxidado.

¿Tanto costaba contratar, por una mísera noche, a Jerry Seinfeld? ¿A Kelsey Grammer? ¿Neil Patrick Harris? ¿Billy Crystal, otra vez? ¿Nacho Vigalondo? ¿Mi tío el que es gracioso con cuatro copas de más? No entiendo el sentido de contar con un actor dramático, serio y pausado para una gala que exige no ser tomada en serio a sí misma. Amigos, prepárense para el aburrimiento: El camino a los Oscar 2009 ha comenzado… y no será sencillo llegar hasta el final sin estar hastiados.

Hugh Jackman, ensayando unos pases de la próxima gala de los Oscar. La canción se titula “Soy Lobezno y un tipo majete”. Qué majete.

Por cierto, la reseña de Camp rock tendrá que esperar hasta mañana. Ya lo siento.