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Camp (pop) rock: ¡Disney ha vuelto! ¡Y en forma de Jonas! (1)


Lo malo de las modas es que el populacho tiene que aceptarlas: Cuando te las meten hasta por las orejas sin que nadie haga nada por hacerse fan, es que algo falla. En el primer High school musical, fue la gente la que decidió que esa película merecía tener hasta su propio rollo de papel higiénico con la efigie de Zakefron y la Chica desnuda. Ya en el segundo dieron por hecho que necesitábamos tener cerca nuestro los diarios secretos, las novelas, las camisetas y los tampones de los protagonistas a los que encumbramos tras la primera –y vital- aventura en el East High. Pero los de Disney dieron por hecho que no nos valía con un merchandising exagerado de High School Musical: Era necesario crear otras estrellas de la nada y anunciarlas haciendo parecer que eran estrellas aunque realmente tuvieran de estrellas lo que yo de churrero. Así es como nacieron los Jonas Brothers (que sí, que tendrían un par de discos antes de que la Disney los fichara y fueron nominados al Grammy, pero no le quiten veracidad al artículo, maldita sea). Y, después de tratar durante años de triunfar en España, llegó Camp rock. Y hasta las octogenarias con alzheimer se acordaron de Camp rock. No era difícil: Televisión, librerías, jugueterías y tiendas de la Rosa Negra se llenaron de un poster hecho por un becario con conocimientos limitados de photoshop en que una chica gritaba al espectador mientras un grupo de emos tocaban la guitarra y hacían el imbécil por detrás. No lo nieguen. Nadie tuvo ni maldita gana de ver la película nunca. Pero para que puedan vivir tranquilos y chulearse en la cena de Navidad frente a su sobrina histérica de catorce años, aquí tienen el resumen de Camp rock. ¡Y la vida no volverá a ser igual! Bueno, de hecho sí, pero a quién demonios le importa.

Mitchie se despierta de su cama de una manera inusual (por llamar de alguna manera a “de forma totalmente antinatural mete un CD pirata en el portátil sin salir de las sábanas y cuando empieza a sonar música sonríe como una maniaca”) y, con una música pop a lo Avril Lavigne (o sea, “soy punk y a la vez muy inofensiva. ¡Padres y niños unidos al fin!”) empieza a maquillarse, que es lo que deben hacer en EEUU para ir al último día de instituto en vez de andar por los pasillos con las legañas en los ojos musitando “mñbñbños días”. Como llega tarde al insti, y no es tema de hacer demasiadas cosas, se cambia de ropa mil veces para al final quedarse con la más super-casual-de-la-muerte, mira su cuaderno de canciones, toca una de ellas al piano y cantando en un micro (literal. ¿Quién no se ha puesto a cantar con su piano cuando llega tarde al instituto? ¿Eh? ¿Eh?), se prueba gafas de sol mientras pone morritos al espejo (atención, no de cualquier manera: Nuestra querida Mitchie tiene tres gafas de sol, UNA ENCIMA DE OTRA. Esta niña es tonta), toca la guitarra con la misma destreza que un manco y ya, si eso, coge su libreto de canciones, su bolso y la mochila –se ve que en EEUU no tienen tantos libros de texto como nuestros estudiantes- y se larga de casa. Dios Santo. Espero que se levante a las cuatro de la mañana para que le de tiempo a hacer todas sus chorradas con buen ánimo. Antes de salir de la habitación, sonríe a lo Joker, para que todos veamos lo feliz que es. Y ahora, en el desayuno entre la hija pija y la madre progre, ya va siendo hora de fijarnos en la sutileza de la película. Una sutileza que nos sacude en el ojo con tanta fuerza que apenas vemos venirlo.


Desayuno familiar alegre y feliz

Joder, pues para querer ser puntual he llenado un párrafo entero con tus chorradas de antes del desayuno, no es por nada, Mitchie. Maja. A destacar la mirada de reprobación pero-no-demasiado de ambas (“Oh, lo tiene todo”-“Menos modales”, conversación a la que le falta un “Ay, es un chico duro que va contra la ley, ojalá me le encontrara en el campamento de rock este verano”-[suspiro de ambas]) y el drama de la pobre chica. O sea, ¿tienen para comprarle un portátil, un piano, un micro y una guitarra, así como tres pares de gafas de sol y miles de vestidos pero no tienen para llevarla a un puto campamento? Sí que deben estar caros hoy en día, sí. Eso o la crisis acecha más de lo que todos pensábamos, vaya. Por cierto, me encanta que Mitchie intente convencer a sus padres progres pegando folletos en el aspirador. Supongo que cuando quiso el portátil fue pegando folletos de MediaMarkt en el espejo del baño, siguiendo esa lógica. En fin. Qué desgracia, pobre Mitchie, que no puede ir al campamento de rock. Por mí la película se acabaría aquí, conste. Pero la imaginación de los guionistas, sigh, no tiene rival.

Así, Mitchie se resigna y, en el instituto, tira los panfletos de Camp rock (¡oh! ¡qué descorazonador!) y se encuentra con una amiga que ha sacado matrícula de honor en mandarín (como todos sabemos, algo tan necesario para el día a día como las matemáticas o la biología). Hablan, nos enteramos de que Camp rock es el campamento para todo el que quiere ser alguien en el mundo de la música (no, ¿en serio? Jamás lo habría deducido. Gracias, Mandarina) y, como quien no quiere la cosa, pasamos del instituto por la mañana a la casa de Mitchie por la noche, donde nos enteramos de que además de estudiar… ¡trabaja en una tienda de hamburguesas! Wow, esta chica lo tiene todo. A mi no me quieren coger ni en una de estas, oigan. Bueno, los padres se hacen los guays con su sonrisa patentada en los EEUU (“Oh, díselo tú”-“No, tú”-“No, tú”) y le confirman que va a ir a Camp rock a cambio de que trabaje en la cocina con su madre. ¿Qué? ¿Que es el mismo argumento que el de High school musical 2 pero con música en vez de, uh, música improvisada? ¡Falacias! ¡Falacias y más falacias! En fin, llegan al Camp rock y allí nos damos cuenta de una de las condiciones indispensables para entrar.


Llegada a Camp Rock

Ser completa y absolutamente gilipollas, tocar la batería en el autobús y moverte como si te hubiera dado un calambre genital. Ahora entiendo que nuestra Mitchie no pudiera entrar antes. En serio, ¿la gente no debería estar conociendo a otra gente en vez de bailando breakdance a lo años 90 y apoyándose en limusinas con cara de pocos amigos? ¿Es que nadie es tímido en ese campamento y todos tocan la batería en el autobús? Dios santo. Bueno, Mitchie se instala con la madre y aparece el Monitor, tipo que empieza a chulearse de haber tocado con Mick Jagger y los Aerosmith. Tristemente, no se le debió pegar nada, porque lo más parecido a los Aerosmith que veremos en el filme será un poster a lo lejos. Y gracias.

En fin, el idiota de las baquetas sigue haciendo de las suyas, ahora tocando maletas en vez de autobuses (el día que le den una batería de verdad no va a saber qué hacer), y Mitchie se tropieza con Sharpay 2, la mala pija de turno que quiere triunfar por encima de los pobres que no merecen estar ahí. O sea, Sharpay con otro tinte de pelo y la cirugía estética aun reciente. Por suerte, Mentón Girl, una futura productora musical, se acerca a nuestra protagonista para avisarle de que Sharpay 2 es muy mala y su madre es famosa que-te-cagas. Fíjate tú, no lo he deducido cuando la he visto salir de la limusina ni nada. Y en estas, la señora que quiere parecer moderna pero no lo es hace aparición. Nada os puede preparar para su aparición estelar. Os prometo que nunca antes, a excepción de alguna gala de los Goya, habíais visto algo tan forzado.


Soy Diddy Du

¡Lo tiene todo! “Hola, panda”, el idiota de las baquetas, un grupo de rap chachi piruli (si me lo dijeran, me creería que este par son los artífices del “Sólo con condón, sólo con coco” que asola nuestra televisión. Oh, yeah, gozo con condón, molo, mongol), un cántico sectareo que nadie entiende (¿qué demonios dicen? ¿Moisist? ¿Qué demonios es eso?), una cuarentona poniendo poses de hip-hop (o algo así, vaya) y el aviso de que habrá una Final Jump, que debe ser como el torneo del final de High School Musical. Así que, si mi intuición no falla, intuyo que Mitchie tiene las de ganar junto con el guaperas de los Jonas Brothers, Mentón Girl y el idiota de las baquetas. Ese es posible que no, vaya. Dudo que nadie le aguante mucho más allá del primer día de campamento. En fin, el guaperas de los Jonas Brothers, JB, no quiere ser profesor del campamento a pesar de que hace unos años su grupo naciera en Camp rock (“Aquí fue donde Connect 3…conectó”. Que alguien mate al guionista de mi parte, por favor) y de que sea sobrino del Monitor, y sus hermanos –el tonto y el listo- tienen que ayudarle. Jo, tío, no seas tan radical, no digas palabras malsonantes, tronco.

Sea como sea, se queda en el campamento y promete grabar un dueto con el ganador. ¿Alguien adivina quién será? Oh, bajad todos la mano, era una pregunta retórica…y lo hemos respondido en el párrafo anterior. Mientras, Mitchie hace hamburguesas en la cocina y, mientras, ve cómo Sharpay 2 ensaya y ensaya para ganar. Oh, esa maldita. Nació sin talento natural y tiene que esforzarse para conseguir cantar bien. Hija de puta, espero que pierda brutalmente. El esfuerzo no está bien visto en Camp rock. Mitchie, triste por tener talento natural, se sienta al piano y empieza a tocar justo cuando, oh casualidad de casualidades, pasa JB por allí y escucha sin ver quién canta. Y, por supuesto, se queda prendado. Oh, guau, una canción. Nunca había oído nada parecido. Esa misma noche, y sin motivo aparente, todos cantan y se coreografían perfectamente (cantan con arreglos vocales y todo, oigan. ¿Quién necesita un ordenador para distorsionar la voz? Todos sabemos que en Camp rock son capaces de hacerlo vocalmente. Por qué no), como para llenar diez minutos de película con canciones. Mitchie se encuentra con Sharpay 2 y, como no podía ser de otra manera, miente para intentar ser popular. Pero no podía decir que su madre es vocalista en una orquesta de pueblo, no. A lo duro.


¡Se hace amiga de la mala!

Venga, va. Y mi abuelo era Frank Sinatra, no te jode.

La semana que viene… ¿se dará cuenta Mitchie del valor de la amistad con Mentón Girl? ¿Seguirá cocinando hamburguesas? ¿Se enamorarán cantando JB y ella? ¿Se dará cuenta de que no hay que hacer tantas cosas cuando llegas tarde al instituto? ¿Explotarán los Jonas Brothers y todos gritaremos y aullaremos de felicidad? ¡Todo esto y mucho más en la segunda parte de Camp rock! ¡Viva el heavy, colegas!