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[PREESTRENO] La semilla del mal: Y Randy se fue de la sala.


Tengo dos simples mandamientos a la hora de ir a ver la película. Dos mandamientos que he cumplido durante 24 años y que nunca antes había pensado siquiera en dejar de hacer: El primero es el de intentar ponerme siempre en la última fila, bien centrado. Si no se puede o la persona con la que vas es una terca, pues bueno, se hace un esfuerzo, pero lo mejor en esta vida es disfrutar de una película en verano, con el aire acondicionado pegándote en la cara y jodiendo la existencia a las parejas deseosas de ponerse en última fila para, em, intimar. Llamémoslo así mejor. El segundo, mucho más simple, es el de no salirme nunca de la sala por mala que sea la película en sí. He aguantado Carrie 2, Spiceworld, películas en las que notaba cómo mi tiempo iba pasando, cómo me iba haciendo viejo. Pese a todo, he aguantado duramente durante 24 años. He soportado huracanes, mareas, tormentas perfectas, valhallas y armagedones. Maldita sea, hasta aguanté los bodrios del festival de San Sebastián de hace cinco años sin decir ni mú. Y, el otro día, sin comerlo ni beberlo, incumplí mi mandamiento en medio del pase de prensa de La semilla del mal. Sí, lo sé: Es indigno, una falta de respeto hacia la película y hacia la productora que nos invitó, pero el filme se me antoja lo más pesado, repetitivo y casposo que he visto en muchísimo tiempo. Y ya es decir.

A destacar en el cartel: El “Ya” separado del resto del eslogan, la tipa gritando bajo un montón de agua que, oh casualidad, le moja por completo… Toda una joya. Algún día se estudiará para que nadie repita una cosa así.

Ver La semilla del mal es como ver un video de Youtube de supuestos fantasmas (ya sabéis: Un grupo de amigotes va por el bosque, sale una luz, todos se asustan, a lo lejos ven un niño y ya no se ve más) una y otra vez durante horas. Así de claro. Y es que no se puede intentar realizar una película que sea un clímax constante. Sin inicio ni nudo, La semilla del mal empieza directamente al final del segundo acto, y a partir de ahí empieza a liar la cosa para que parezca que no, que es un filme perfectamente bien estructurado. Dudo que engañen a nadie: El filme es una repetición de pastiches típicos del terror japonés americanizado colocados uno detrás de otro. De hecho ni siquiera es una repetición de pastiches. Es la repetición de UN pastiche: El puto niño de cara lánguida, pelo largo y mirada triste.

Me explico: En la primera escena, nuestra protagonista hace footing por un camino desierto cuando de pronto se encuentra… ¡Con un niño muerto de mirada lánguida acompañado de un sobresalto musical! ¡Y el niño se convierte en un perro que le lleva hasta una lápida! Guao, qué metáfora tan bien llevada. Bergman se revuelve en su tumba. Nuestra protagonista, ya en la segunda escena, está charlando con su amiguita del alma haciendo de niñera a sus veintimuchos añazos cuando escucha algo por el walkie talkie que vigila a los chavales: El niño mayor murmurando, atención, “¿Sabes? Algunas personas son espejos que se interponen en la realidad y dejan que un submundo pase por ellos”. O similar. Palabras que, por supuesto, hacen que el niño nos resulte raro desde el primer momento. Por si fuera poco raro, el chaval está haciendo que su hermano pequeño mire un cristal fíjamente. Temblad todos. Un cristal.

Ensayos en la academia de OT

A partir de este momento, la trama es la siguiente: La protagonista va a un lugar con un personaje secundario que a nadie le importa (su novio, su amiga, su primo, un termo de café que tiene más carisma que ella)-Habla sobre sus paranoias con el niño muerto (ya sabéis, “tengo que contarte algo: Veo cosas…cosas que no parecen reales”)-Ve al niño a lo lejos con cara lánguida esté donde esté (en mitad de la calle, dentro del armario del baño, viendo la tele…). Y ya está. Media hora de la chica en cuestión viendo al niño de las narices. Media hora acompañada de un continuo incremento del volumen musical en cuanto aparece el criajo. Media hora de los sustos más primitivamente toscos que he tenido oportunidad de ver en esta vida. Y es que es posible que la aparición del niño te de miedo si espacias sus apariciones en la película, pero cuando aparece en TODAS las escenas, es difícil entrar en la película. Vamos, que lo raro es que la protagonista no se lo lleve de cañas. Coño, si sale más que su novio.

Por supuesto, llega el momento de pedir explicaciones: ¿Por qué veo al niño? ¿Qué significado tiene todo esto? ¿Podemos irnos ya a poner a parir la película? Y, creedme, las soluciones son propias de la peor película de serie Z de la historia. Atención: [enemigos de los spoilers: Si por alguna razón pretendíais ver esta cosa, no sigais leyendo. Si el interés os puede, os he avisado] El niño es un gemelo que tuvo nuestra protagonista y que apenas vivió unos meses pero que está pidiendo volver a nacer. Lo que viene siendo llamado un dybbuk (eh, a mi no me mireis, es lo que pone en el libreto de prensa). ¡Toma ya! Pero la cosa no acaba aquí: El hecho de que aparezca tiene, por alguna razón, que ver con el exterminio nazi, por lo que van a ver a una superviviente que les echa a patadas. Este fue el momento en el que decidí coger mi abrigo e irme a casa. Sintiéndolo en el alma por la gente de Universal, si pretendían que todos nos quedáramos sentados aguantando que las explicaciones de ver fantasmas tengan que ver con los nazis y con hermanos que murieron, me temo que estaban tajantemente equivocados: Nunca antes había sentido que me tomaban el pelo deliberadamente de una manera tan descarada.

Si tiene que ver con nazis, Hansi aprueba La semilla del mal

¿Sabéis lo que es sentir cómo tus neuronas explotan una a una dentro de tu cerebro? Pues eso lo que sentí viendo La semilla del mal. Gracias a dios no me quedé, porque por lo visto después había bichos cubriendo a la protagonista y, atención, un exorcismo copiado plano por plano de la película que todos sabemos… pero incluyendo un perro al que la cabeza se le vuelve del revés. Toda una película digna de ser proyectada a los presos de Guantánamo, vaya. Seria candidata a la peor película de 2009, si es que aun no ha ganado el premio directamente.

Quizá os estéis preguntando a estas alturas quién ha sido el autor de semejante lindeza, y no me extraña: Quemarle su mansión sería poca venganza por habernos regalado la trama de la Alemania nazi creando dybbuks. Chicos, ya podéis cargar contra David S. Goyer sin miedo: Él ha guionizado y dirigido este atentado contra el buen gusto. Y fíjate que es raro que el director de Blade: Trinity (la decadencia final del vampiro) y Lo que no se ve (buen título para un filme que, efectivamente, nadie vio) realice una mala película, pero, para sorpresa de todos, así ha sido. Lo que ya extraña un poco más es saber que el tipo de los fantasmitas es también el guionista de Batman begins, Dark city y Blade. ¿Tres golpes de suerte? Lo comprobaremos en X-men: Magneto, que también dirigirá, y Flash, que supongo que ahora empezará a ver niños muertos en la acera de enfrente una y otra vez. Pero todo esto tampoco habría sido posible sin la producción fabulosa de Michael Bay, que logró insuflarle aun menos interés a una trama que ya de por sí era desastrosa. ¡Bravo, Michael! ¡Continúa el legado de Pearl harbour!

Para el reparto, el colega Goyer ha escogido para el papel protagonista a Odette Yustman, conocida como “nuestra sobrina la actriz” en las reuniones familiares. Más concretamente, ha actuado en series del calibre de Monk o October road y en películas como Monstruoso, Un timador con alas, The holiday, Transformers o Poli de guardería (sí, era la niña). Obviamente no solo no aguanta bien el papel de protagonista (su cara de “¡Oh, un misterio!” es para enmarcar), sino que además se le nota demasiado que aun le falta muchísimo camino por recorrer. Como para tapar su horrenda actuación, Odette es secundada por Gary Oldman, que parece más perdido que un vegetariano en un matadero, y por un puñado de desconocidos de los que no merece la pena mentar ni el nombre.

En definitiva: Una película que, de tanto querer asustar, produce risa, desconcierto y, ante todo, una pregunta general: “¿Qué demonios estamos haciendo aquí sentados si lo que queremos es marcharnos?”. La solución es obvia, amigos: Romper con 24 años de tradición. Ha merecido la pena.

Estrellitas: 0. Me niego.
Lo mejor
: El momento en el que pisas la calle y te das cuenta de que eres libre.
Lo peor: Cada minuto que pasas dentro de la sala sufriendo un filme así.
Para: Asesinar a la gente a golpe de tópicos, absurdos, aburrimiento y escenas repetidas hasta la saciedad.


Rumore, rumore: Lo último sobre Scream 4. Sí, 4.


A veces me imagino a los productores de cine como señores con bata blanca, pelo encrespado y risa extrañamente perturbadora, con dos desfibriladores en las manos, atacando a un pobre sujeto tirado en una camilla mientras gritan salvajemente “¡Vive! ¡Vive! ¡Vive, maldito, vive!”. Y el maldito engendro, que quiere seguir muerto, intenta seguir andando a pesar de que todos sepamos que no es el mismo de siempre y ya empieza a oler bastante a podrido. Imaginaos pues a un productor de cine en esta escena propia de cualquier película de serie Z cuando os cuente que Scream 4 está a punto de ser una realidad (vale, esto ya se sabía en julio, pero ahora se empieza a avistar el final del camino).

O, por lo menos, eso dicen los rumores. Ya sabéis: Cogedlo con pinzas, es posible que esto nunca se haga, etcétera. Pero, de momento, lo último que se oye en las webs repletitas de cotilleos recién sacados del horno (en este caso Bloody Disgusting, que asegura que lo que cuenta es un hecho) es que Kevin Williamson, el guionista de las dos primeras –y únicas buenas- partes está realizando un esbozo de lo que será el guión principal. Y, además, que Wes Craven, después de negarse en pleno a hacer esta cuarta parte, parece estar pensando seriamente pasar por el aro tras los fracasos estrepitosos de sus últimos proyectos lejanos a Scream (Vuelo nocturno, Música del corazón). Érase un hombre atado a una saga.

Lo peor es que el logo me gusta, por muy fake que sea

Pero tranquilos, porque se espera que el argumento tenga su sentido. Podemos irnos olvidando de precuelas, remakes o secuelas absurdas. Lo que parece que se está intentando es realizar un Scream: La nueva clase, con personajes jóvenes completamente nuevos, probablemente de instituto, que vengan a reemplazar a los Sidney Prescott, Randy Meeks y compañía de toda la vida. Es de agradecer que, al menos, no nos tomen por idiotas. Pese a todo, Neve Campbell, Courtney Cox Arquette y su marido probablemente salgan en cameos (o sea: Para morir o para aconsejar tonterías) a cambio de un poquito de dinero. Ya sabeis: La mansión, que no se limpia sola y hay que contratar cinco o seis chachas más.

Sobre el resto de rumores de la semana (Morbius como maloso de Spiderman 4, Vanessa Hudgens –a.k.a La Chica Desnuda– como nuevo personaje en Luna nueva, McG rodando 20.000 leguas de viaje submarino entre Terminator 4 y 5, los Globos de oro, etcétera), sinceramente: Lo mismo de siempre. El día que me despierte y Hollywood me ilusione de nuevo, oh, amigos, ese día bailaré claqué.

Hasta entonces, nos aguantamos con Scream 4.


[PREESTRENO] Siete almas: Y Will Smith metió la pata


Si hubiera justicia, en las enciclopedias habría una foto de Will Smith en la época de El príncipe de Bel-Air al lado de la palabra “agradable”. Esa es la palabra: Puede caer mejor, puede caer peor, pero ver a Will Smith siendo él mismo es agradable y divertido. Es como ver a tu colega Alfonso haciendo el idiota en la televisión, pero en glamouroso, negro y rapero. Tristemente, si la justicia existiera, también habría una foto de Will Smith intentando parecer serio al lado de la palabra “fallo”. Ojo, que le entiendo. Jim Carrey ha conseguido ser un actor respetado en Hollywood y a la vez sigue siendo el payaso que ha sido toda la vida. Sus actuaciones dramáticas han roto hasta los corazones más pétreos de la industria crítica del cine, y ha logrado hacerse un hueco en la eternidad. Will Smith, simplemente… no. Bien, logró una actuación bestial en Ali, fue recompensado como el mejor actor del año muy merecidamente… ¿por qué no dejarlo? ¿por qué hundirse más y más en la mediocridad con cintas como Yo, robot o En busca de la felicidad? ¿Por qué ese empeño en no ser Will Smith, ese papel que le ha dado películas tan entretenidas como Soy leyenda –Will Smith en una sociedad post-apocalítpica- o Hancock -Will Smith superhéroe-? ¿Por qué ser otra persona que no pega nada con el papel que, en nuestra cabeza, hemos dado todos al actor? Siete almas es otra prueba más de que Smith está mejor en cualquier comedieta idiota (Hitch, sin ir más lejos) que en un intento de dramón que se queda en eso: Intento. Y es que, como hemos dicho, si hubiera justicia, la expresión “Ni pies ni cabeza” debería ir siempre acompañada con un fotograma de Siete almas. Así de buena es. Por cierto, le regalo mi idea a la RAE. De nada.

A la hora de hacer el poster, simplemente pusieron la foto del DNI de Will Smith

Conste una cosa: Se me hace difícil hablar mal de Will Smith. ¿Es que nadie le vio en El hormiguero? Esa entrevista va a vender más entradas que todos los trailers emitidos hasta ahora. Pero es que, igual que Hancock o Men in black se hacían impensables sin el rapero, Siete almas podría ser interpretada por cualquier actor del Hollywood actual que quisiera cambiar de registro: Desde Mark Wahlberg hasta Vin Diesel, cualquiera podría haber sido el protagonista del film. Ese es uno de sus problemas: Es una película sin alma (o mejor dicho, con siete. Mátenme), con un actor carismático totalmente desaprovechado. No es que Smith sea mal actor (en Alí demostró de lo que era capaz), pero es que en este caso se pasa el filme poniendo cara de “actor dramático que se lo toma muy muy en serio”. O lo que es lo mismo, para los amigos: Cara de “Estoy oliendo mierda cerca continuamente y me repele”. Supongo que, a grandes rasgos, se puede considerar una buena actuación (el inicio es bestial. A partir de ahí va hacia abajo), pero el tipo ni ríe, ni llora (bueno, se lleva las manos a la cara haciendo como que llora, pero ni por esas). Grita un poco en la segunda secuencia para que todos nos asustemos un poco y creamos que el personaje va a tener algo de interés, pero para de contar. El resto del filme se basa en poner cara de pan y preocuparse de no estar sobreactuando. Sintiéndolo mucho por Will, realmente cometió un fallo al aceptar la película.

Quizá os estéis preguntando “Eh, pero si el argumento no está nada mal, ¿por qué no le ha gustado al zopenco este?”. Efectivamente: El argumento en sí es perfecto y podría dar lugar a una gran película: Un hombre quiere buscar a siete personas buenas de corazón para salvarles la vida. El problema es que este argumento solo se explota en el primer cuarto de hora y en los últimos cinco minutos. Después de conocer a seis personas (sin saber por qué, ni cómo, ni donde: La primera hora de Siete almas es una experiencia devastadora. No había estado tan perdido nunca jamás en mi vida, ni en las peores pesadillas de Lynch. Por suerte o por desgracia, al final todo cobra sentido…aunque ojalá no lo hubiese hecho), Smith conoce a una chica que necesita un transplante de corazón, es muy buena, se enamora y se pasa casi dos horas intentando camelársela. En serio. De vez en cuando sale alguna de las historias del inicio, como en una ráfaga, para que no se nos olvide, pero el argumento principal es una sucia, mentirosa y vil historia de amor al uso. Al final del filme, las siete personas quedan salvadas (no diremos cómo) y se nos vuelve a dar un protagonismo inusitado a la chica. Sin ella, ahora probablemente mi opinión sería muy diferente, pero el filme se diluye demasiado en prolongar una historia de amor que ni nos interesa en ningún momento, ni aporta nada a la trama que no pudiera haber sido contado de manera más rápida y efectiva.

¡Qué pasa, tío Phil! ¡Vengo de hacer felices a siete personas… y eran todas pivitas! ¿Qué me dices? ¿Chocas o qué?

Por cierto, que la chica es Rosario Dawson, que era la sosa de Clerks 2, de Death proof y de Sin city. Lo tiene todo, la mujer, excepto carisma, nivel de actuación decente y química con Will Smith. En serio. Nunca había visto una pareja con menos química en una sala de cine jamás (no me hagan hablar de sus besos, por favor: He visto más emoción puesta en los actores yonquis del porno gonzo más casposo), pero no es solo eso: El problema es que el resto de actores no tienen la menor idea de qué hacen ahí. Woody Harrelson hace su papel más desaprovechado hasta la fecha (con todo, es lo mejor del filme. La manera de actuar de su personaje no se la cree ni el guionista, pero Woody lo hace bien) y el reparto al completo baila al son que manda Will Smith, que para algo es el que sale en el cartel bien afeitadito. Correcto, pero sin tirar cohetes.

Poco a poco empezamos a vislumbrar cual es el gran error de Siete almas, pero vale la pena ir desgranando uno a uno sus fallos garrafales. Y es que pocas veces se ve una película dándose cuenta de su potencial y de lo poco que se ha exprimido. Pocas veces me he sentido tan impotente en una butaca, casi gritando “¡Oh, venga! ¡Yo podría haberlo hecho mejor! ¡Mi abuela tiene más sentido del ritmo! ¡Al menos conseguiría que se entendiese la primera hora de la película y haría que el final fuera REALMENTE sorprendente!”.

Para colmo, en todo momento alguien decidió que era una genial idea bombardearnos con LA MÚSICA. Como es un filme de mucho drama, mucho dolor y mucho lamento, la música es lenta y seria. Y esto estaría muy bien si no fuera porque la música es lenta y seria incluso cuando no tiene que serlo. ¿Que Smith ha arreglado la máquina de imprimir carteles de su pseudo-novia y ella está muy contenta? Música lenta y seria. ¿Que Smith y la novia se besan? Música lenta y seria. ¿Que hacen una fiesta a Smith con globos rojos y verdes? Música lenta y seria. Qué drama, tú. Hasta las partes que no son de llorar intentan ser manipulables para que el espectador medio diga “Eh, debe ser muy buena, porque la música era profunda”. Y lo peor es que creo que lo conseguirán. Dios mío.

Rosario Dawson: Tanto carisma como una piedra, con peor actuación

Pero es que el filme ni siquiera es buen manipulador. A mi no me importa que me manipulen si lo hacen bien. Cuando cogen mis sentimientos y me obligan a sentir algo en Amèlie, La vida es bella o El hijo de la novia, corro a llorar, a reír o a enternecerme. Cuando lo intentan hacer en Siete almas, la indiferencia se adueña de la sala, que tiene que reprimir una carcajada en el supuesto “momento cumbre” del filme, que no desvelaré, pero que tiene que ver con una bañera y con el actor ganador de un Oscar ofreciéndonos la peor actuación de su carrera desde Wild wild west. El final sorpresa no es ni sorpresa (por dios, te dan unas pistas tan obvias a lo largo de la trama que un niño de dos años conseguiría unir las piezas), ni emocionante. ¿Cómo puede emocionarnos lo que le pase a un personaje que, a lo largo de la trama, nos ha importado un pimiento morrón?

Y llegamos ya al gran fallo, al error garrafal del filme: Darle el encargo de guionizarla a un tipo que hasta entonces solo había escrito un episodio de Sabrina, cosas de brujas (en serio) y darle una cámara y un montón de dinero a Gabriele Muccino, que ya nos adormeció a todos con En busca de la felicidad. Muccino no sabe dónde poner la cámara, qué decisiones tomar para que los planos sean coherentes y no ridículos (esos travellings siguiendo la espalda de Smith y viendo el resto del mundo desenfocado, ese plano de la bañera, ese polvo tan ridículamente mal rodado) y, en general, qué hacer para que Siete almas no sea el tostón que finalmente ha sido. A ello ayuda un guión que necesita veinte reescrituras (si supiera lo que estaba pasando desde el principio, el filme me hubiera atrapado. Sabiendo lo que pasa al final me dio absolutamente igual), un montaje que hace aguas por los cuatro costados (atención a las escenas de flashbacks introducidas sin ton ni son. Hasta en El internado saben cuándo hay que meter un flashback y cuando no, amigos. En Siete almas no tienen ni idea) y unos personajes secundarios que, de puro secundarios, se diluyen en la trama.

Creedme: No merece la pena. Ni aunque os guste dejaros manipular.

Estrellitas: * ½
Lo mejor
: Woody Harrelson y su personaje. ¿Por qué no le dieron más papel?
Lo peor: Que un punto de partida interesante se diluya tantísimo con la ridícula historia de amoríos. Y que el final sea tan absurdamente obvio.
Recomendada para: Gente que se quiere dejar engañar. Fans acérrimos de Will Smith. Llorones sin fronteras.


¡Remakes mediocres!: Estrenos de la semana


¿Qué tienen en común un remake descafeinado, una película nominable a mil oscars y un filme francés? Sí, vale que el remake descafeinado de un filme francés podría ser nominable a mil oscars y el original quedarse sin nada, ¡pero también que forman parte de los estrenos de esta semana! ¡¡Los habrán leído en más sitios, pero no tienen tres críticas pendientes de compartir con ustedes!!

QUARANTINE

Cuando REC triunfó en los cines de España toda gracias a su increíble capacidad de innovación –curioso, teniendo en cuenta que en el fondo era lo mismo de siempre pero cámara en mano-, pocos nos esperábamos un remake yanqui. Cuando este se anunció, pocos pensamos que podía ser peor que la película española (más que nada porque los americanos de otra cosa igual no, pero de meter tensión en el cuerpo, un rato largo). Y, sin embargo, aquí está Quarantine, un remake paso a paso de REC con un par de -originales- nuevas escenas (el cámara matando a un zombie con la cámara: Impresionante) y con un manejo de la tensión pobre, triste, deprimente y, sobre todo, muy inferior al del filme de Balagueró y Plaza.

Me llamo igual que la reportera española y mi papel consiste en gritar mucho. ¿Quién ha dicho que no sé actuar?

El argumento ya es conocido por todos: Una reportera (Jennifer Carpenter, protagonista de El exorcismo de Emily Rose y una de los personajes principales en Dexter) sigue a un grupo de bomberos durante toda una noche. Los bomberos se meten en una casa junto a dos policías y empieza un delirio de rabia animal, zombies asesinos y sangre que es grabado en continua primera persona. Pero el gran error de Quarantine es que esta primera persona no solo sale cuatro veces en el filme (¿había algún tipo de necesidad?), sino que, en los momentos de mayor tensión, se dedica a hacer zooms y a mover la cámara como si tuviera parkinson. Descentra, marea y termina siendo, francamente, odioso. Tanto que, al finalizar, nos quedamos con el sabor de haber visto una REC desteñida, una REC triste y sin la fuerza de la primera parte. Esperemos a ver qué hacen los autores originales de la saga con esa segunda parte tan esperada por todos…y de la que tan poco sabemos. Y que, por favor, esta vez no hagan remake. No en estas condiciones. El miércoles, ampliamos la crítica. Gracias, dios, por los preestrenos.

MI NOMBRE ES HARVEY MILK

“¡Eh, chicos, tenemos una película que se llama Milk! Mmmmh, quizá la gente piense que se trata de un filme sobre la industria lechera… ¡Llamémosla Harvey Milk! Pero, ¿y si creen que se trata de una marca de leche? Nada, nada. Mi nombre es Harvey Milk y punto”-“¡Pero señor, es un título ridículo!”-“Traíganme a otro becario, por favor”. Algo así debió pasar en la reunión en la que se decidió el título español de Milk, porque pocas veces he visto un título tan grande y que diga tan poco. En fin, a estas alturas muchos ya sabéis lo que se comenta sobre este filme: Gran nominado de los Oscar, premio casi asegurado para Sean Penn, Gus Van Sant volviendo a hacer cosas decentes… ¡Quién sabe! ¡La vida nos da sorpresas!

Clavaditos, oye. Como Carmen de Mairena y George Clooney, más o menos.

El filme trata sobre la vida y muerte de Harvey Milk –obviamente-, político que salió del armario en los años 60 y decidió compartir con el mundo su homosexualidad. Mientras habla de libertad y de esperanza, en su vida privada pone los cuernos a su novio con un chico que parece necesitarle. En los actores, Sean Penn hace de gay, personaje famoso y asesinado, todo en uno –lo que prácticamente le asegura una nominación-, James Franco hace de su novio (le conoceréis de Freaks and geeks y las tres partes de Spider-man. Un prodigio de la actuación, el muchacho), Diego Luna (el feo de Y tu mamá también) de su amante y Josh Brolin (secundario hiperconocidísimo) de tío que, al final, le mata. Hala, tomad spoiler. Ni que no se supiera ya. Milk es la gran oportunidad para Van Sant de redimirse y volver al agradable redil de las películas comerciales. ¿Aceptará el trato?

CUANDO ELLA ME ENCONTRÓ

¿Se acuerdan de Helen Hunt? En su día tuvo algo de éxito gracias a La maldición del escorpión de Jade, Naúfrago (no, no hacía de balón ni de Tom Hanks) o Cadena de favores (en la época en que Haley Joel Osment era aun un reclamo para la taquilla), y después se hundió en la ciénaga de la mediocridad. Esta semana, parece haberse dado cuenta de que la única manera de conseguir buenos papeles es escribiéndoselos ella misma y, por tanto, se ha puesto el gorrito de guionista, productora y directora en Cuando ella me encontró, en la que se ha dado el papel principal. No es lista ni ná, la muchacha.

Los pósters indies son todos iguales, maldita sea

El filme es la típica tontería sobre una cuarentona que intenta tener una revelación personal mística. Cuando se muere su madre adoptiva, llama su verdadera madre, que es presentadora en una cadena local. Después, cuando le deja su marido, busca consuelo en los brazos de otro hombre. Esto apesta por los cuatro costados. Me juego el cuello a que al final es feliz y todos comen perdices. En este despropósito, le acompañan a Helen Hunt actores olvidados -¡pero no tanto como la gente cree!- como Bette Midler, Colin Firth o Matthew Broderick. Vamos, que tengo las mismas ganas de verla que de que me claven chinchetas en la planta del pie. Las mismitas, oigan.

OTROS ESTRENOS

EL HIJO DE RAMBOW: Aunque a priori parece el estreno más interesante de la semana (un niño que crece en medio de una secta que prohíbe el cine consigue una copia pirata de Rambo e intenta recrearla junto al chulito del colegio con su pequeña cámara mientras se esconden de la secta en sí), la verdad es que la crítica internacional la está tildando de mediocre. A mi me parece que será un caso a lo Rebobine, por favor: Promete mucho de parodia, pero será un filme más basado en la secta que en el rodaje en sí. Con todo, es un punto de partida más original que el de cualquier otra película de esta semana. Tampoco era difícil, todo sea dicho.

BIENVENIDOS AL NORTE: El lavabo está siguiendo ese pasillo, a la izquierda. Pues nada que no hayamos visto: La última sensación francesa, comedia inteligente, enredos, bla, bla, bla. No es que quiera juzgar antes de ver, pero es que se me hace imposible no hacerlo cuando cada dos meses sale “la comedia francesa de la temporada”. Bien, vale, me gustó La cena de las idiotas, ¿tengo que pagar tanto por ello? ¿Cuándo dejarán los franceses de hacer “revelaciones de la temporada”? Y sobre todo, ¿cuándo dejarán de ser un coñazo? El filme trata sobre un tipo que va a vivir al norte del país, donde cree que lo pasará mal, pero lo pasa bien. Al volver al sur le dice a su mujer que lo pasa fatal, y todo empieza a ser una delirante mentira. Ya os digo: Hilarante. Nunca visto antes. A la hoguera, coño.

RESISTENCIA: Segunda guerra mundial. Hechos reales. Nazis. Jamie Bell. Si todavía siguen ahí, es que tienen un corazón a prueba de bombas. Y es que estos cuatro elementos, que ya por separado producen repulsión, se juntan en Resistencia, una película en la que Daniel Craig se quita el traje de James Bond y es, simplemente, un actor mediocre, secundado por Liev Schreiber (¿Se acuerdan? Salía en la saga Scream) y, como digo, Jamie Bell (el chaval que se ve obligado a decir “Ya no soy Billy Elliot” en cada entrevista que le hacen). ¿Que si Resistencia tiene interés? Tanto como comer paté caducado, pero allá ustedes.

¡Que estemos en la Alemania nazi no es excusa para no practicar ballet!

La semana que viene, al menos, hay un estreno interesante y digno de ver: La clase. No se la pierdan. ¡Y mañana volvemos al ritmo diario de Cine Online, con críticas de preestrenos y de Quarantine! ¡No les quiero spoilear, pero vaya semanita nos espera! ¡Con Will Smith a veinte centímetros de nosotros! ¡Uauh!


¡El cine de 2009!


En Cine Online queremos demostrar que somos un blog diferente al resto de blogs. Un blog que vive la actualidad en auténtico tiempo real, que sabe cuándo es el momento para publicar una cosa y cuándo es el momento para publicar otra. Un blog que sabe plantar cara al resto de blogs y decir “Eh, aquí estamos, marcando la moda”. Así, mientras el resto del Internet del mundo estatal se dedican a dar sus regalos de reyes a la industria, desde Cine Online vamos a repasar qué es lo que nos espera en el año 2009. Pero bien, no como en Fotogramas, que por cada película interesante te meten cuarenta de morralla. Aquí sabemos lo que mola y lo que no mola.

Igual que sabemos que el 2009 estará marcado, inevitablemente, por Dragon ball evolution (atención al “evolution”, como si hubiera algo que evolucionar) y Street fighter, dos producciones a cada cual más chusquera. La primera, con un Goku que parece salido de un anuncio de Sunny Delight (ya sabéis: Pelo engominado, moto supuestamente chula… cualquier parecido con Dragon ball es pura coincidencia) y la segunda con unos trailers en los que la supuesta protagonista, Chun Li, aparece menos que los paralelismos del filme con el videojuego. Y ya es decir. Pero no serán las únicas adaptaciones hacia las que tener miedo. También veremos en 2009 G. I. Joe: Rise of Cobra, la adaptación de los militares que primero fueron cómic, después película, después muñequitos, después serie de dibujos animados (algunos todavía tarareamos su opening –¡Yi Ai You!-), después videojuego, después cómic y después película, cerrando un ciclo de marines hipermusculados venciendo al mal comunista de impresión. También, supuestamente, veremos Watchmen, pero tiene la espada de Damocles sobre su cabeza debido al problema legal con Fox, Angeles y demonios, por si a alguien le interesaba la nueva tontería de Dan Brown hecha cine y Kika Superbruja. Eh, por lo menos sus libros son mejores que los de Brown.

 

En 2013, Michael Bay rompió la taquilla con su adaptación de “Los sonidos del ABC”

Y no nos alejamos de las adaptaciones, pero ahora además le añadimos un nuevo término: Secuelas. Porque Hollywood está que lo tira, este año podremos disfrutar de Harry Potter y el misterio del príncipe (¿recuerdan? Se iba a llamar “el príncipe mestizo” pero las Asociaciones Sin Nada Mejor Que Hacer saltaron al unísono), que promete un filme relativamente parecido al libro. Relativamente. Solo espero que Hermione no salga bailando un divertido can-can mientras Harry y Ron se emborrachan con cerveza de mantequilla. Por otro lado, contamos con la decimoprimera parte de Star trek, esta vez dirigida por J. J, ese mago del cine, que se va a pegar un topetazo con la Voyager merecedor de ser visto. Otra adaptación-secuela que se nos echa encima aunque no queramos es X-men: Lobezno, en la que el mayor aliciente para los fans mutantes es adivinar quiénes son los personajes que salen de fondo. Eh, espera, ¿ese no es un personaje secundario que apareció brevemente en Uncanny X-men #183? ¡Uauh! Finalmente, Punisher 2 también aparecerá por nuestras pantallas de cine para ofrecernos un filme tan anodino como su primera parte (¿alguien se ha leído Punisher en la línea MAX? Entonces, ¿por qué no nos dan algo como eso?) y Transformers 2 seguirá demostrando que, le pese a quien le pese, Michael Bay es el mayor genio vivo del cine de acción. Toma ya.

Y pasamos a las secuelas. Ya, ya, luego hay alguna película original, tranquilos. Y empezamos con Terminator IV: Sin Schwarzenegger, con una historia tan interesante como tirar de la cadena del water una y otra vez y, en fin, con el regreso a una saga que está quemada y enterrada varios metros bajo tierra. Más o menos como The fast and the furious, que ya nació muerta, lo que no impedirá que en la tercera parte vuelva Vin Diesel a repartir camorra y quemar asfalto. Qué bien, tú. Seguro que es tan divertida (ejem) como las dos primeras. Lo mismo se le puede aplicar a Ice age 3, que, salvo las tonterías de Scrat, la ardilla-rata (¡y ni eso!) no interesa ni a los muy fans del cine de animación. ¿Tendrán que ver esos diseños tan cartonianos –ojo, no he dicho cartoonianos-? Finalmente, La pantera rosa 2 nos demostrará el sentido de la frase “secuelas innecesarias de remakes innecesarios”. Vaya planazo en este 2009, tú.

Aun hay gente que cree que La pantera rosa está protagonizada por un dibujo animado…o por un bollito.

Y en este festival de la originalidad no podemos dejar de lado los remakes, empezando por Viernes 13, dirigida por Marcus Nispel y que promete cosa mala, y siguiendo por Pelham 1-2-3, remake de la trepidante cinta dirigido, en esta ocasión, por Tony Scott, y protagonizado por Denzel Washington y John Travolta. Merece la pena seguirle la pista. También es de lógica hablar de Evangelion 1.0, un remake de la serie original que es igual en todos los aspectos (menos un par). Sólo apto para fans. Y de momento, ya. Eso sí, preparaos para 2010, porque se presenta un año lleno de refritos. Ya veréis, ya.

En cuanto a las películas originales, ahí tenemos a Pixar con la que será su última buena película, Up, antes de meterse en un pantanal de mediocridades con Toy story 3, Cars 2, historias sobre lagartos que intentan enamorarse y otras sobre príncipes y princesas. Pero Up va a ser genial, vaya que sí. También tendremos The wrestler, lo nuevo de Aronofsky (el hombre que tan pronto te hace Requiem por un sueño como te aburre con La fuente de la vida) antes de liarse con Robocop, Monsters versusAliens, donde veremos si Dreamworks ha aprendido algo de Kung fu panda o ha sido un golpe de suerte (de momento pinta bestial) y El curioso caso de Benjamin Button, lo nuevo de David Fincher que promete recuperar al director que a todos nos gustaba. Como sleeper, Let the right one in, que supuso uno de los mayores éxitos del festival de Sitges de este año (y yo, listo de mí, me quedé a las puertas de entrar pensando que sería una más. Snif).

Total, que el 2009 ha empezado fuerte, y a partir de aquí nos esperan 365 días llenos de cine. El mundo os espera. ¡Vamos!


El ranking del año (y 4): El top 10


¿Qué tal el fin de semana, amigos? ¿Ya sabéis lo que le vais a pedir a los reyes mágicos a pesar de que luego nunca os lo traigan y siempre os regalen calcetines y pijamas? Porque yo lo tengo muy claro: Que este año nos traiga diez películas tan buenas como estas diez… ¡o por lo menos, como las dos primeras! ¡Vamos allá con el top 10 de lo mejor del año!

10-Rebobine, por favor: Su gran problema fue el mismo que el de Muertos de risa: Nos la vendieron como una comedia de esas de mucha risa y en realidad era un dramón de tres pares de narices con un par de momentos cómicos –que, en este caso, fueron geniales: El montaje musical de cinco minutos parodiando películas es una de las escenas del año, sin duda alguna-. Aunque algunos salieron del cine echando pestes, el filme es una inteligente metáfora del cine actual, el fin del VHS y Youtube, pero, ante todo, un canto de amor incondicional al séptimo arte. Rebobine, por favor es una película que queda algo floja, especialmente en el segundo acto, pero, como dicen, la intención es lo que cuenta. Y la intención aquí fue loable.

9-Los cronocrímenes: Soy un fan incondicional de Nacho Vigalondo. Todo lo que toca se convierte, si no en una obra maestra, sí en un producto que rezuma cariño por los cuatro costados. Los cronocrímenes no es la obra definitiva de viajes en el tiempo, ni es perfecta, ni cuenta con unas actuaciones de quitarse el sombrero, es cierto. Pero se nota que el autor ha puesto sus cinco sentidos en ella durante semanas, que está tratada con mimo, que cada fotograma es un reconocimiento a la figura de Nacho, vaya. Un cortometrajista que, a fuerza de intentarlo, ha logrado llegar donde ha llegado. Los cronocrímenes tiene un guión que deja todo atado y bien atado, una dirección eficaz y “de autor”, pero, sobre todo, tiene ilusión por hacer algo diferente. Y se nota.

“Nacho, hijo, ¿has visto el Scottex que compré ayer?”-“¿Yo? Ejem, ¿por qué tendría que haberlo visto?”

8-No es país para viejos: Ni película para jóvenes. Los Coen no han filmado aquí su mejor trabajo, y el filme tiene graves problemas argumentales, pero ese Javier Bardem psicópata y ese fabuloso Morgan Freeman Tommy Lee Jones levantan la película durante los dos primeros actos, quizá algo aburridos, pero sin duda excelentes. El final, incomprensible. El tercer acto tira todo lo anterior a la basura y lo retuerce con firmeza. Pese a todo, siendo justos a la realidad, No es país para viejos es una notable película. Sobrevalorada y algo olvidable, pero notable.

7-Iron man: Dame un millonario pre-alcohólico vestido con una armadura del siglo XXI con superpoderes para volar y llámame tonto. Y ya, si la historia es interesante, está bien llevada y hace que un personaje tan insulso como Iron man (dejemos aparte la racha alcohólica de Tony Stark) se convierta en alguien interesante, apaga y vámonos. Iron man es un filme que cualquiera podría escoger como “bandera del entretenimiento”. Divierte durante todo su metraje, nos ofrece un final que hasta ahora nunca habíamos visto en el cine de superpoderosos y, qué demonios, es la primera parte que nos llevará a Los vengadores. ¿Quién puede no amarla?

6-Juno: Cierto es que el cine independiente apesta a quemado. Las películas indies se repiten por doquier con los mismos esquemas. Y Juno no aporta nada nuevo a este panorama tan desolador. Pero, pese a todo, es un filme que transmite buenos sentimientos, buen rollo, que no intenta dogmatizar a nadie (los que lo intentan son los críticos después, que creen que, como Juno no aborta, es que la película dice que el aborto es malo) y con una Ellen Page en estado de gracia. Eso sí, el filme se pasa veinte pueblos al intentar ser tan indie como es: Música indie a todo trapo, reflexiones propias sólo de una película de este estilo y reflexiones de baratillo empañan un poco una película que, de otra manera, hubiera supuesto una de las grandes películas del año y no un simple filme que se olvidará en un par de meses. Oh. Y todos adoramos el teléfono hamburguesa.

5-Camino: La mejor película española del año, acusada de dogmatizar y de no sé cuántas tonterías más, cuenta con el mayor despliegue de efectos especiales jamás visto en el cine español y con unas actuaciones merecedoras de la nominación al Oscar (nunca me cansaré de repetirlo: Mariano Venancio está superior y Nerea Camacho ha entrado de una manera inmejorable en el mundo del cine). Camino es enternecedora, una de esas películas en las que te descubres llorando y no sabes muy bien por qué. Sí, su parte final es tramposa y algunos personajes son muy malvados sin que venga a cuento, pero eso no quita para que nos encontremos ante una película preciosa, inigualable, inolvidable y con alma. Algo que es muy difícil de encontrar en el cine hoy en día. Chapeau por Fesser.

4-Lars y una chica de verdad: Aunque en su primer visionado Lars y una chica de verdad no me dijo nada, con el tiempo he logrado apreciarla en su justa medida. La historia de un pobre paleto de pueblo que consigue superar todos sus problemas sociales gracias a Bianca, una muñeca hinchable de la que todo el pueblo consigue encariñarse. La película juega con el espectador, que en ningún momento se percata al cien por cien de si Lars cree realmente en que la muñeca está viva o no. Lars y una chica de verdad es la confirmación de que otro tipo de cine es diferente, de que no hace falta una gran historia épica para emocionarnos, de que los locos solo son locos si la gente quiere verles así, de que hay muchos tipos de amores. Lars y una chica de verdad es una película tristemente infravalorada. No se la pierdan.

Y el Oscar a la mejor actriz secundaria es para…

3-JCVD: Jean Claude Van-Damme llega, se pone a las órdenes de Mabrouk El Mechri, se interpreta a sí mismo y triunfa brutalmente. JCVD no es, contra lo que han dicho, una biografía del actor, ni mucho menos: Se trata de una historia ficticia en la que podemos ver la cara oculta de Van Damme, un actor que intenta aparentar lo que no es, un tipo patético que solo quiere ser feliz. Su monólogo a cámara, sin duda el momento del año, es escalofriante, pero no lo es menos que él en su coche intentando conseguir dinero, los comentarios sobre Steven Seagal, esos ladrones fanáticos o el final, contado desde dos perspectivas: La del cine y la de la realidad. Una muestra de cómo al cine aun le quedan lugares por explorar (como jugar con la bidimensionalidad de las películas, algo que solo han entendido últimamente esta JCVD y A cock and bull story) y, sobre todo, la sorpresa de encontrarnos en Van Damme a un actor que podría ser nominado este año a los Oscar. Una mirada triste, unas palabras convincentes. La certeza de que, por fin, estamos viéndole interpretar el papel de su vida. Sobresaliente.

2-El caballero oscuro: Llegados a este punto todos sabéis qué película está en el número 1, pero no por ello hay que hacer de menos a Batman. Sí, está sobrevalorada. Sí, la primera hora es algo aburrida. Pero no se le puede reprochar nada más. La siguiente hora y media es acción y diversión en estado puro, adrenalina por los cuatro costados, dos villanos de nivel (¡Espectacular Heath Ledger! Ha eclipsado por completo al Joker de Jack Nicholson), un superhéroe de los de verdad (como se resume en el monólogo final) y una dirección perfecta. Si Nolan no dirige la tercera parte, entonces no merecerá la pena verla. Y ahora, vamos a por el número 1.

1-Wall-E: Cuando el filme empezó, todos nos dimos cuenta de que estábamos ante la película del año. Un páramo desierto, un robot con sentimientos, apilando basura. Aun me sorprendo de cómo es posible que Pixar lograra hacer media hora completamente muda no sólo sin que nadie se aburriera, sino con todos pidiendo más, más y más. Sí, los humanos rompen un poco la armonía de Wall-E y EVA, pero si la pesadez de la trama del capitán era necesaria para encontrarnos con ese Wall-E que a tantos nos hizo llorar al final del filme, bienvenida sea. Wall-E es poesía, cuento, inteligencia y riesgo en una sóla película. Wall-E es la película que todos querríamos haber visto cuando éramos niños. Wall-E es, le pese a quien le pese, una rotunda obra maestra.

Y las parejitas por la calle aun nos miramos a la cara y nos decimos, con voz supuestamente robótica: “Waaall-E”-“EEEEEVA”. Todos lo hacemos.

¡Y ya está! Recordadme que el año que viene no haga tops de ningún tipo. Dios santo, qué hastiado he quedado. ¡Mañana, que es reyes, empezaremos a charlar sobre el 2009, que se nos presenta calentito!


El ranking del año (3): Los notables


El nuevo año trae consigo promesas que sabemos de sobra que no vamos a cumplir. Que incluso ya hemos incumplido en los dos primeros días de 2009. Vamos a salir a correr por las mañanas, tomar menos refrescos, ver menos series de televisión… Y al final, lo de siempre. A ver quién se levanta una hora antes del trabajo para ir a correr, quién aguanta hasta el final del día sin una Coca-cola y sin saber qué demonios pasará a partir del día 21 con Locke, Jack y compañía. Mi promesa para este año ha sido no volver a hacer rankings, y estoy absolutamente seguro de que voy a conseguirlo. ¡Y ahora, los puestos del 16 al 11 del top del año…y una olvidada del primer ranking! ¡Hagan sus apuestas sobre el número 1!

16-La niebla: Un poder misterioso. Un grupo de personas encerradas en un supermercado. Cualquiera puede morir, cualquiera puede vivir. La niebla (de Stephen King, como si diera nivel a la película o algo parecido) es una película descorazonadora, impresionante en lo que cuenta y en cómo lo cuenta, a la que tan sólo se le puede echar en cara que “humanice” la amenaza en vez de dejarla en una letal niebla. El resto del tiempo disfrutaremos de una película no apta para aquellos del “si no hay sangre, no da miedo a no ser que sea japonesa, que entonces es terror psicológico” que tanto desprecian hoy en día El proyecto de la bruja de Blair. Su final, sin duda alguna, el mejor del año. Un soplo de aire fresco.

15-El intercambio: Respecto a aquella opinión apesadumbrada que di hace apenas una semana, he de decir que la película ha subido en el recuerdo. No ha sido gracias a la –raquítica, patética, risible – interpretación de Angelina Jolie, en un modo “oscar wannabe” que hace que el espectador más cínico se ría de la desgracia de la pobre señora Collins y su hijo perdido por el mundo. Ni tampoco a un guión que va dando tumbos y que no sabe en qué momento acabar (la película tiene hasta ¡diez! falsos finales). El intercambio es una buena película gracias al arte de Clint Eastwood, uno de los pocos realizadores clásicos que quedan, un hombre al que no le importa realizar un plano largo de más de un minuto si es que ayuda a la trama o a indagar en los personajes. Por lo demás, nada que contar. Se esperaba más, la verdad, aunque eso no se lo digáis a los fans de Eastwood. No vaya a ser que os peguen con un martillo repleto de ceguera.

14-El valiente Despereaux: Hablábamos ayer de los filmes en 3D y de cómo se pensaba la animación antes que el guión. Eso es algo que, sin duda, no se hizo en El valiente Despereaux, una película de animación de corte clásico que, lejos de tratar a los niños como idiotas derrochadores de dinero, trae una historia mil veces contada pero que no deja de tener su emoción y su epicismo. La historia de cómo un pequeño ser especial puede salvar un reino entero por ser diferente. Si a esta entrañable historia (qué quieren que les diga, lo prefiero a “un grupo de animales que hablan se pierden en Madagascar y hacen tonterías”) le sumamos una vertiginosa animación (superior a Dreamworks y Fox de calle) y unos personajes altamente carismáticos (a destacar Despereaux en clase y el inicio con la rata), nos queda una película simplemente deliciosa. Por supuesto, adolece de una cierta sensación de dejà vù, debido a que es el cuento de hadas de toda la vida. Despereaux, tristemente, pasará sin pena ni gloria por las carteleras mundiales, cuando es un filme mucho más interesante de lo que parece a simple vista.

No queráis saber con quién se acostaba la madre de Despereaux

13-El increíble Hulk: No lo voy a negar a estas alturas. Me encanta Marvel. Sí, quizá no me compre todo lo que hace la editorial ahora mismo (más que nada porque hay colecciones que no sirven ni para dar de comer al hamster), y Hulk nunca ha sido santo de mi devoción (a pesar de la etapa de Peter David, uno de los puntos álgidos de los cómics de superhéroes), pero el filme que ahora nos ocupa me hizo vibrar. Muy superior, le pese a quien le pese, a la versión de Ang Lee (un buen intento, pero no puedes hacer una película de superhéroes y supervillanos que se dedican a hablar y a tomar pastitas), El increíble Hulk es una puesta al día del superhéroe más supervillano de todos los tiempos. En su contra está el enemigo descafeinado que le pusieron delante (¿Abominación? ¿En serio? ¿No encontraron nada mejor?) y una historia demasiado arquetípica. Pero eh, ¿a quién le importa cuando Nick Furia sale después de los créditos y habla de la Iniciativa Vengador? El 2011 será nuestro año, verdaderos creyentes. Y Hulk es sólo el comienzo.

12-Kung fu panda: Quizá no merezca estar tan alto en una lista de mejores películas del año, pero qué demonios. De alguna manera hay que premiar a Dreamworks, que, tras el fiasco artístico de la saga Shrek (exceptuando, vale, la primera), Madagascar, El espantatiburones, Ratónpolis y demás bodrios ha conseguido por fin mirar cara a cara a Pixar. Tristemente para ellos, Pixar ha vuelto a superarse a sí misma, se ha subido en una banqueta y, en vez de mirar a Dreamworks, ha disparado hacia las estrellas. Pero esa es otra historia. Kung fu panda es una película sorprendentemente divertida y bien llevada, con buenos gags y una historia atrayente –típica, sí, pero atrayente-. Como puntos negativos, la aparición de los cinco furiosos, que ni pinchan ni cortan ni ná de ná y un maloso que es vencido de la manera que todos esperábamos. Vale, al terminar la película no hemos avanzado nada. Pero, ¿y lo bien que nos lo hemos pasado en el camino?

11-Cobardes: Juan Cruz y Corbacho (estoy seguro de que el segundo sólo está ahí para que la prensa se fije en ellos y el primero hace todo el trabajo, pero bueno) lo han vuelto a hacer. Tras la muy sorprendente Tapas, el tándem ha firmado una de las mejores películas que se han rodado sobre el maltrato y, quizá, la mejor jamás hecha sobre eso que ahora se llama bullying y que antes era “pegar de hostias al que sabe más que tú o es diferente por la razón que sea”. Lejos de mirar el problema por encima del hombro y determinar que son cosas de niños, Cobardes se fija más en la problemática real de las víctimas y en el modus operandi de los verdugos. Falla tremendamente en su conclusión final (la violencia engendra violencia) y la parte final pertenece a la ciencia ficción, pero queda para el recuerdo la portentosa actuación de los chavales y de la muy sorprendente Paz Padilla, además de las –muy realistas- escenas de persecución por las calles de una ciudad en la que cada uno atiende a sus propios problemas y nadie sabe escuchar los gritos de súplica de un niño que sólo quiere encajar. Cobardes es, por definición propia, una de las películas españolas del año, a pesar de todos aquellos que no quisieron apreciarla en su justa medida, creyendo que adoctrinaba o no contaba el problema. Los que hemos sufrido en nuestras propias carnes el rechazo de nuestros compañeros sabemos que Cobardes sólo habla un idioma: El de la verdad, el rechazo y la repulsa a estas actitudes. Y es de aplaudir.

Cobardes

Y se nos quedó una pendiente entre el puesto 27 y el 28. Ya lo siento:

27 bis-En el punto de mira: Ocho puntos de vista. Ocho repeticiones del mismo suceso. Un coñazo del tamaño de París. El director se dio cuenta de que la historia sólo le daba para 45 minutos y tuvo que alargarla de la manera más basta posible: Usando lo aprendido en series como 24 y banalizándolo. No tiene ningún interés para el espectador saber cómo vio un señor de Cuenca que pasaba por allí el disparo al presidente de EEUU, y más cuando no aporta nada nuevo a lo que ya sabíamos de las cinco visiones anteriores. A destacar, además, los rótulos mejicanos en plena –supuesta- España y un Eduardo Noriega más perdido que el propio Matthew Fox. Triste. Muy triste.

¡Y mañana, las 10 mejores! ¡No se vayan!


A Cleo se le cae su Marco Antonio


Hay gente que no sabe cuando parar. Tu colega el que controla con el alcohol y luego vomita en los floreros, el que va a ciento cincuenta por la carretera, George Lucas cuando estrenó Clone wars en cine… Y luego está Steven Soderbergh, que no sólo tiene un apellido imposible, sino que, además, parece que le encanta vivir al límite entre el bien y el mal. El tipo empezó haciendo bodrietes injustamente sobrevalorados como Sexo, mentiras y cintas de video o Erin Brockovich (pasaron once años y siete películas entre una y otra. ¿Injusto yo? Apenas), pero pronto se dio cuenta de que lo que tenía que hacer era encadenar películas y películas hasta que alguna tuviera éxito.

Así, el muchacho hizo de una tacada Traffic, Ocean’s eleven (y sus dos secuelas, por lo que no tiene perdón de dios), Full frontal, Solaris, un fragmento de Eros, El buen alemán, las dos partes de Che y, en sus ratos libres, rodó una serie y produjo decenas de películas. Como veis, no se quiere estar quieto a pesar de que la gente le aconseje, supongo, tomarse una tila o, ya puestos, elegir mejor sus proyectos. Ocean’s 12, por ejemplo, no se puede decir que sea una gran obra de orfebrería.

Ahora, mientras rueda un documental y post-produce otro par de películas, ya ha anunciado su próximo proyecto. Y, la verdad, se podía haber quedado calladito, que una vez hablado, ya no hay marcha atrás. Agárrense los machos, porque Cleo, que así se llama la peliculilla, será un filme musical rock en 3-D con Catherine Zeta-Jones haciendo de Cleopatra. La misma de Asterix y Cleopatra, sí. A Soderbergh lo de hacer un simple filme musical se le quedaba corto, por lo visto. Además, Zeta Jones saldrá de la pantalla tocando la guitarra eléctrica e intentará comernos desde una pirámide. Esto sí que es buen cine. Le falta un dispositivo de Olor-ama y que la arena de la película se nos meta en los ojos para que Soderbergh demuestre ser tan GENIAL! como aparenta. 

“Estoy junto a Marco Antonio/Y juntos somos un binomio/Mira como luce mi pelo en tres dé/en la nueva mierda del director de Ché/Yeah Yeah Yeah”

Bueno, la noticia no es la película, sino que Hugh Jackman ha dicho que se cae del proyecto y que haga de Marco Antonio la madre de Soderbergh con un casco de plumas. A cambio, Ray Winstone ha aceptado interpretar a un Julio César que parecerá recién salido de Operación triunfo. La película, de terminar saliendo a la luz (no hay ni productora, ni distribuidora, ni nadie que quiera ver a Cleopatra pegando botes a ritmo de Rolling stones), habrá costado 30 millones de dólares, que Soderbergh deberá recuperar de alguna manera. ¿Es eso que veo en el horizonte lejano Ocean’s 14?


El ranking del año (2): Ni fu ni fa


Qué bonito el 31 de diciembre. Uvas (y, antes de que salga el gracioso de “Yo no tomo uvas” diré: O aceitunas, o almendras o, si sois los más duros del barrio, nada de nada), champán, familia, tanga rojo, anillo en la copa, en fin. Todo ello entre un empacho de tres pares de narices. Al atiborrarse de comida hasta explotar con seres humanos que no volverás a ver hasta el año siguiente te sientes como viendo cualquiera de las películas de la parte de la tabla que toca hoy: No son malas, pero tampoco buenas. Vamos allá con la segunda parte de lo mejor de 2008. Por lo menos, al final no tienes bronca familiar.

26-Bolt: Ya sabéis como está el mercado de la animación hoy por hoy. Las productoras creen que, como Pixar ha triunfado con películas de animación en 3D con un guión que no toma a los niños como idiotas, la clave está en hacer cine en 3D sin que el guión importe cuatro carajos. Luego se extrañan de que sus memeces no le importen a nadie. Bolt es un paso intermedio: Ni es original ni interesa demasiado, pero por lo menos no insulta al espectador y, para qué negarlo, entretiene (exceptuando esa horrorosa canción cantada sin ningún motivo en el filme). Tópica hasta la extenuación. Pero el perrito es tan mono en la primera escena…

25-El niño con el pijama de rayas: ¡Miren, amigos! ¡Es una película basada en un best-seller sobre un niño nazi y su amiguito judío! ¡Es una mirada inocente al Holocausto! ¿Cómo puede no gustarte? ¡Asesino! ¡Asesino! ¡Nazi! Pues no, oigan. Me pareció una historieta tan sutil como veinte puñetazos en la cara y con un final que, lejos de hacer que corrieran mares de lágrimas, lo que hacía era conseguir que la sala en pleno se quedara con una apatía impresionante. El niño con el pijama de rayas es como ir a un Burger king y tomarse una ensalada: Es la misma fast-food pero no te sientes culpable al verla. Pero no la confundáis con ir al Bulli, por favor. Porque es un filme sin personalidad, sin vida y sin alma. Es un cliché en sí mismo. Es un error, tan mediocre sobre el papel como sobre el celuloide.

Habéis visto esta portada 14.000 veces en el metro durante este año. Tenéis que odiarla.

24-007: Quantum of solace: Aunque fue criticada por aquí hace más bien poco, sólo queda decir que es un Bond descafeinado, un agente secreto al que le quieren quitar su licencia para matar (y cambiársela por una licencia para aburrir), un 007 sin garbo, gracia ni salero. Vamos, que parece más un mal plagio de Bourne que una película nueva de James Bond. Y es que no se puede hacer un filme sobre 007 si le quitamos todos sus rasgos característicos y le dejamos sólo la chulería y el hecho de que tenga sexo con una muchacha por cumplir (porque a la otra, aunque puede, ni quiere). Merece estar por aquí y no más abajo por la soberbia escena de la ópera, que, durante quince minutos, logra meternos de nuevo en la película solo para después echarnos a patadas y hacer que miremos el reloj continuamente.

23-Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal: Por fin. Después de casi veinte años, iba a ver a mi héroe en la gran pantalla. Con más años, con la dentadura postiza, con photoshop para reducir sus arrugas, pero mi héroe al fin y al cabo. Un momento, ¿Indy se ha salvado porque se ha metido en un refrigerador? ¿Eso es su hijo? ¿La mala es esta tipeja sin ningún interés en la trama? ¿Eso son… extraterrestres? ¿Un OVNI? En el momento en que te das cuenta de que ese tipo con arrugas que estás viendo no es Indiana Jones sino un viejo disfrazado de Indiana Jones, algo falla terriblemente. Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal es algo que nunca debió existir. Y la prueba es que está en el puesto 23 y no en el podium. Inaceptable.

22-Saw 5: Todos sabemos lo que es Saw y lo que Saw nos da. Y quien no lo sepa, es que, a estas alturas, es gilipollas. Con cariño. No tiene sentido criticar sus problemas argumentales, porque los tiene y muchísimos. Ni decir que es una saga sólo para fans, porque cada vez es más difícil seguir la historia principal (¿Alguien se acordaba de que Puzzle tenía una ex-esposa?). Y, desde luego, echar la culpa del fracaso artístico de la saga a su final sorpresa cada vez más esperable es absurdo. Así, Saw 5 nos da exactamente lo que todos esperábamos: Pruebas absurdamente intrincadas (en esta ocasión más sencillas que en sus precuelas), una historia policial sin interés y un final sorpresa y sangriento para que la muchachada aplauda y vaya a ver la quinta parte. Pese a todo, la fórmula se está agotando a pasos gigantescos. O la serie termina en la sexta (o séptima) parte, o aquí no va a haber más carne que cortar. Y nunca mejor dicho.

“Vamos a jugar a un juego. Es el Monopoly. Sí, se me han acabado los argumentos”

21-Hancock: Will Smith ya hemos dicho muchas veces por aquí que es un tipo que cae bien. Y cae bien incluso cuando hace de superhéroe pendenciero adicto al alcohol y con errores garrafales. De hecho cae mejor que de costumbre. El problema es que, cuando estos problemas que le hacen auténtico y único se intentan arreglar, la película cae en un pozo sin fondo del que ya no logra levantarse. Su primer acto es brutalmente sincero, con algunos de los momentos más divertidos que hemos pasado este año en una sala de cine. El segundo la cosa cae mucho, pero aun conserva su premisa clara: Hancock es un superhéroe que intenta reformarse. Cuando en su tercer –y, por suerte, último- acto, Hancock encuentra a su novia de toda la vida y se lían a explicar cosas de un universo que no atrae ni a la abuela del guionista, todas las buenas intenciones de los dos primeros actos se van al garete y Hancock cae en la mediocridad más aburrida. Esperemos que la segunda parte corrija errores, amplíe el primer acto “políticamente incorrecto” y podamos disfrutarla.

20-Sexykiller: Si Sexykiller fuera danesa, inglesa o americana, todos estaríamos hablando de una “reinvención del asesino en serie”, de una “hilarante comedia” o de “una actriz increíble”. Como es española, la película ha pasado sin pena ni gloria por la cartelera (no culpo a nadie. Con este título era imposible presagiar algo decente), sin que nadie se molestara en darle una mínima oportunidad. Sexykiller es una comedia de enredo con zombies, explosiones gigantescas, asesinatos y un guión que nos trae las mejores secuencias de parodia que hemos visto en mucho, muchísimo tiempo. ¿No se les hace –un poquito- la boca agua?. Cierto, es una simple peliculilla de entretenimiento. Pero entretener, entretiene de lo lindo. Ni que eso fuera fácil hoy en día.

19-Santos: Cojo un par de tablones y empiezo a preparar mi refugio antiatómico, ese que me protegerá de los cinéfilos cuando lean que pongo Santos por delante de Hancock o de Indiana Jones. Santos es una película que, cuando la vi en Sitges, creí que iba a dividir a la crítica. Tristemente, no ha sido así: Todos se han situado en el lado de lo horrible y esperpéntico, cuando es mucho más que eso. Santos es una película tierna, graciosa, más espectacular que cualquier episodio de Heroes (claro, que tampoco es muy difícil) y que sólo adolece de un cierto alargamiento de guión en su parte final. Hasta ese momento, la película, sin ser perfecta (ese personaje de Willy Toledo…), sí que nos da lo que muchos pedíamos: Un acercamiento entre cómico y riguroso al mundo del superhéroe por accidente. Santos es una película a descubrir, al igual que su director. Algún día, seguro, llegará su hora.

Santo, santo, yo te canto.

18-Hellboy 2: Lo confieso. No me gustó Hellboy. Ni los cómics, ni la primera parte. Me parecen tediosas. Sin embargo, esta secuela se acerca más a lo que quiero ver en una película protagonizada por un demonio rojo con los cuernos cortados que fuma puros y pega hostias como panes. O sea: Puñetazos, efectos especiales y una trama con inicio y final bien claros. Del Toro se ha olvidado de la pretenciosidad de la primera parte y ha hecho un filme completamente diferente, que gustará a los que se aburrieron con Hellboy y que será odiada por los que la aman. Lo peor, sin duda, el doblaje español, con Santiago Segura a la cabeza. Para dar martillazos en la cabeza al responsable hasta cansarse, oigan.

17-Tres días: Habrán visto que nombro mucho este filme en el post de los Goya. Y con razón. Pocas veces se ha visto una película con un meteorito gigante dispuesto a acabar con todo y con todos… ¡y en la que nadie haga nada por evitarlo! Aquí no está Bruce Willis despidiéndose en su nave, ni hay ingenieros a lo Deep impact. En Tres días se nos cuenta la historia de un pobre hombre que se enfrenta a la inevitable destrucción mundial y en el que vemos sus esfuerzos inconscientes por demostrarse ser mejor persona antes de que todo termine. Tiene unos defectos del tamaño de Iowa, pero eso no quita para que sea una de las películas españolas más interesantes del año, especialmente al ser una ópera prima. A descubrir.

¡Y mañana, vamos con las películas notables antes de encaminarnos al Top 10 del año! ¡No se lo pierdan!


Arrested development depende del chaval de Juno


Hoy les contaremos dos historias. En primer lugar, la de Arrested development, una de las mejores sitcoms –si no la mejor- de la última década, que contaba la historia de la familia Bluth. No merece la pena que les cuente nada de ella, porque cualquier mínimo spoiler arruinaría la sorpresa que supondrá para ustedes disfrutar de una serie tan fresca, loca, viva, novedosa y original. Arrested development duró tan sólo 53 episodios englobados en tres temporadas, y su final es lo más autoreferencial y brutal que se ha visto nunca en televisión. Así, Mitchell Hurwitz, su creador (además de Ellen y de otras sitcom sin más importancia) empezó a pelear la película de Arrested development. Dos años después de que la serie terminara, Hurwitz por fin recibió el “sí” de una cadena dispuesta a despilfarrar dinero en un fracaso asegurado.

Vale. Y ahora que conocéis esta historia, es hora de que conozcáis a Michael Cera. Cera es un actor estadounidense con cara de buen chaval y de eterno adolescente que se ha hecho famoso ultimamente por dos papeles en los que hacía del mismo tipo: Padre forzoso en Juno y supersalido en… Supersalidos. Aparte de este par de filmes, su carrera está empezando a despuntar con futuras películas como la adaptación del (fabuloso) cómic Scott Pilgrim o en Extreme movie (junto a Frankie “Malcolm in the middle” Muniz y Jamie “Randy Meeks” Kennedy). Pero nada de esto hubiera sido posible si no hubiera interpretado desde 2003 hasta 2006 a un joven tímido, llamado George Michael y enamorado de su prima en, oh, sí, Arrested development.

Te voy a dar cera. Me odio por el chiste.

Aquí es donde juntamos nuestras dos historias de hoy. Y es que, ahora que la fama de Cera empieza a despuntar y que la película por fin ha sido aprobada, el joven actor ha dicho que no quiere volver a su rol de George Michael por temor a que el fracaso seguro de Arrested development haga daño a su filmografía. Supongo que el hecho de salir en una película que va a ser adorada por la crítica hasta la saciedad no es suficiente premio para Cera. Hurwitz de momento no se ha dado por vencido y cree que podrá convencer a Cera, pero el actor parece disgustado con la idea de la película sin motivo aparente. Aunque la película va a ser un filme de muy bajo presupuesto, ¿por qué no hacer una reunión con los viejos actores y terminar con la aventura de Arrested de una vez por todas?

Seguiremos a la espera. Rezando al dios del buen cine.