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Dec 14 |
Archive for December, 2008Camp (pop) rock: ¡Disney ha vuelto! ¡Y en forma de Jonas! (1)Lo malo de las modas es que el populacho tiene que aceptarlas: Cuando te las meten hasta por las orejas sin que nadie haga nada por hacerse fan, es que algo falla. En el primer High school musical, fue la gente la que decidió que esa película merecía tener hasta su propio rollo de papel higiénico con la efigie de Zakefron y la Chica desnuda. Ya en el segundo dieron por hecho que necesitábamos tener cerca nuestro los diarios secretos, las novelas, las camisetas y los tampones de los protagonistas a los que encumbramos tras la primera –y vital- aventura en el East High. Pero los de Disney dieron por hecho que no nos valía con un merchandising exagerado de High School Musical: Era necesario crear otras estrellas de la nada y anunciarlas haciendo parecer que eran estrellas aunque realmente tuvieran de estrellas lo que yo de churrero. Así es como nacieron los Jonas Brothers (que sí, que tendrían un par de discos antes de que la Disney los fichara y fueron nominados al Grammy, pero no le quiten veracidad al artículo, maldita sea). Y, después de tratar durante años de triunfar en España, llegó Camp rock. Y hasta las octogenarias con alzheimer se acordaron de Camp rock. No era difícil: Televisión, librerías, jugueterías y tiendas de la Rosa Negra se llenaron de un poster hecho por un becario con conocimientos limitados de photoshop en que una chica gritaba al espectador mientras un grupo de emos tocaban la guitarra y hacían el imbécil por detrás. No lo nieguen. Nadie tuvo ni maldita gana de ver la película nunca. Pero para que puedan vivir tranquilos y chulearse en la cena de Navidad frente a su sobrina histérica de catorce años, aquí tienen el resumen de Camp rock. ¡Y la vida no volverá a ser igual! Bueno, de hecho sí, pero a quién demonios le importa. Mitchie se despierta de su cama de una manera inusual (por llamar de alguna manera a “de forma totalmente antinatural mete un CD pirata en el portátil sin salir de las sábanas y cuando empieza a sonar música sonríe como una maniaca”) y, con una música pop a lo Avril Lavigne (o sea, “soy punk y a la vez muy inofensiva. ¡Padres y niños unidos al fin!”) empieza a maquillarse, que es lo que deben hacer en EEUU para ir al último día de instituto en vez de andar por los pasillos con las legañas en los ojos musitando “mñbñbños días”. Como llega tarde al insti, y no es tema de hacer demasiadas cosas, se cambia de ropa mil veces para al final quedarse con la más super-casual-de-la-muerte, mira su cuaderno de canciones, toca una de ellas al piano y cantando en un micro (literal. ¿Quién no se ha puesto a cantar con su piano cuando llega tarde al instituto? ¿Eh? ¿Eh?), se prueba gafas de sol mientras pone morritos al espejo (atención, no de cualquier manera: Nuestra querida Mitchie tiene tres gafas de sol, UNA ENCIMA DE OTRA. Esta niña es tonta), toca la guitarra con la misma destreza que un manco y ya, si eso, coge su libreto de canciones, su bolso y la mochila –se ve que en EEUU no tienen tantos libros de texto como nuestros estudiantes- y se larga de casa. Dios Santo. Espero que se levante a las cuatro de la mañana para que le de tiempo a hacer todas sus chorradas con buen ánimo. Antes de salir de la habitación, sonríe a lo Joker, para que todos veamos lo feliz que es. Y ahora, en el desayuno entre la hija pija y la madre progre, ya va siendo hora de fijarnos en la sutileza de la película. Una sutileza que nos sacude en el ojo con tanta fuerza que apenas vemos venirlo.
Joder, pues para querer ser puntual he llenado un párrafo entero con tus chorradas de antes del desayuno, no es por nada, Mitchie. Maja. A destacar la mirada de reprobación pero-no-demasiado de ambas (“Oh, lo tiene todo”-“Menos modales”, conversación a la que le falta un “Ay, es un chico duro que va contra la ley, ojalá me le encontrara en el campamento de rock este verano”-[suspiro de ambas]) y el drama de la pobre chica. O sea, ¿tienen para comprarle un portátil, un piano, un micro y una guitarra, así como tres pares de gafas de sol y miles de vestidos pero no tienen para llevarla a un puto campamento? Sí que deben estar caros hoy en día, sí. Eso o la crisis acecha más de lo que todos pensábamos, vaya. Por cierto, me encanta que Mitchie intente convencer a sus padres progres pegando folletos en el aspirador. Supongo que cuando quiso el portátil fue pegando folletos de MediaMarkt en el espejo del baño, siguiendo esa lógica. En fin. Qué desgracia, pobre Mitchie, que no puede ir al campamento de rock. Por mí la película se acabaría aquí, conste. Pero la imaginación de los guionistas, sigh, no tiene rival. Así, Mitchie se resigna y, en el instituto, tira los panfletos de Camp rock (¡oh! ¡qué descorazonador!) y se encuentra con una amiga que ha sacado matrícula de honor en mandarín (como todos sabemos, algo tan necesario para el día a día como las matemáticas o la biología). Hablan, nos enteramos de que Camp rock es el campamento para todo el que quiere ser alguien en el mundo de la música (no, ¿en serio? Jamás lo habría deducido. Gracias, Mandarina) y, como quien no quiere la cosa, pasamos del instituto por la mañana a la casa de Mitchie por la noche, donde nos enteramos de que además de estudiar… ¡trabaja en una tienda de hamburguesas! Wow, esta chica lo tiene todo. A mi no me quieren coger ni en una de estas, oigan. Bueno, los padres se hacen los guays con su sonrisa patentada en los EEUU (“Oh, díselo tú”-“No, tú”-“No, tú”) y le confirman que va a ir a Camp rock a cambio de que trabaje en la cocina con su madre. ¿Qué? ¿Que es el mismo argumento que el de High school musical 2 pero con música en vez de, uh, música improvisada? ¡Falacias! ¡Falacias y más falacias! En fin, llegan al Camp rock y allí nos damos cuenta de una de las condiciones indispensables para entrar.
Ser completa y absolutamente gilipollas, tocar la batería en el autobús y moverte como si te hubiera dado un calambre genital. Ahora entiendo que nuestra Mitchie no pudiera entrar antes. En serio, ¿la gente no debería estar conociendo a otra gente en vez de bailando breakdance a lo años 90 y apoyándose en limusinas con cara de pocos amigos? ¿Es que nadie es tímido en ese campamento y todos tocan la batería en el autobús? Dios santo. Bueno, Mitchie se instala con la madre y aparece el Monitor, tipo que empieza a chulearse de haber tocado con Mick Jagger y los Aerosmith. Tristemente, no se le debió pegar nada, porque lo más parecido a los Aerosmith que veremos en el filme será un poster a lo lejos. Y gracias. En fin, el idiota de las baquetas sigue haciendo de las suyas, ahora tocando maletas en vez de autobuses (el día que le den una batería de verdad no va a saber qué hacer), y Mitchie se tropieza con Sharpay 2, la mala pija de turno que quiere triunfar por encima de los pobres que no merecen estar ahí. O sea, Sharpay con otro tinte de pelo y la cirugía estética aun reciente. Por suerte, Mentón Girl, una futura productora musical, se acerca a nuestra protagonista para avisarle de que Sharpay 2 es muy mala y su madre es famosa que-te-cagas. Fíjate tú, no lo he deducido cuando la he visto salir de la limusina ni nada. Y en estas, la señora que quiere parecer moderna pero no lo es hace aparición. Nada os puede preparar para su aparición estelar. Os prometo que nunca antes, a excepción de alguna gala de los Goya, habíais visto algo tan forzado.
¡Lo tiene todo! “Hola, panda”, el idiota de las baquetas, un grupo de rap chachi piruli (si me lo dijeran, me creería que este par son los artífices del “Sólo con condón, sólo con coco” que asola nuestra televisión. Oh, yeah, gozo con condón, molo, mongol), un cántico sectareo que nadie entiende (¿qué demonios dicen? ¿Moisist? ¿Qué demonios es eso?), una cuarentona poniendo poses de hip-hop (o algo así, vaya) y el aviso de que habrá una Final Jump, que debe ser como el torneo del final de High School Musical. Así que, si mi intuición no falla, intuyo que Mitchie tiene las de ganar junto con el guaperas de los Jonas Brothers, Mentón Girl y el idiota de las baquetas. Ese es posible que no, vaya. Dudo que nadie le aguante mucho más allá del primer día de campamento. En fin, el guaperas de los Jonas Brothers, JB, no quiere ser profesor del campamento a pesar de que hace unos años su grupo naciera en Camp rock (“Aquí fue donde Connect 3…conectó”. Que alguien mate al guionista de mi parte, por favor) y de que sea sobrino del Monitor, y sus hermanos –el tonto y el listo- tienen que ayudarle. Jo, tío, no seas tan radical, no digas palabras malsonantes, tronco. Sea como sea, se queda en el campamento y promete grabar un dueto con el ganador. ¿Alguien adivina quién será? Oh, bajad todos la mano, era una pregunta retórica…y lo hemos respondido en el párrafo anterior. Mientras, Mitchie hace hamburguesas en la cocina y, mientras, ve cómo Sharpay 2 ensaya y ensaya para ganar. Oh, esa maldita. Nació sin talento natural y tiene que esforzarse para conseguir cantar bien. Hija de puta, espero que pierda brutalmente. El esfuerzo no está bien visto en Camp rock. Mitchie, triste por tener talento natural, se sienta al piano y empieza a tocar justo cuando, oh casualidad de casualidades, pasa JB por allí y escucha sin ver quién canta. Y, por supuesto, se queda prendado. Oh, guau, una canción. Nunca había oído nada parecido. Esa misma noche, y sin motivo aparente, todos cantan y se coreografían perfectamente (cantan con arreglos vocales y todo, oigan. ¿Quién necesita un ordenador para distorsionar la voz? Todos sabemos que en Camp rock son capaces de hacerlo vocalmente. Por qué no), como para llenar diez minutos de película con canciones. Mitchie se encuentra con Sharpay 2 y, como no podía ser de otra manera, miente para intentar ser popular. Pero no podía decir que su madre es vocalista en una orquesta de pueblo, no. A lo duro.
Venga, va. Y mi abuelo era Frank Sinatra, no te jode. La semana que viene… ¿se dará cuenta Mitchie del valor de la amistad con Mentón Girl? ¿Seguirá cocinando hamburguesas? ¿Se enamorarán cantando JB y ella? ¿Se dará cuenta de que no hay que hacer tantas cosas cuando llegas tarde al instituto? ¿Explotarán los Jonas Brothers y todos gritaremos y aullaremos de felicidad? ¡Todo esto y mucho más en la segunda parte de Camp rock! ¡Viva el heavy, colegas! |
Dec 13 |
Archive for December, 2008Lobezno saca las garras en los OscarVamos, que ya están aquí. Id encargando las latas de Coca-cola (oh, venga, nadie os está viendo: Podéis soltar esa cerveza y beber algo que os gusta de verdad), alisando vuestro pijama de lujo y buscando la cadena de televisión turca de turno por Internet mezclada con El cine de Lo Que Yo Te Diga en la SER. Sí, amigos. Llegan los Oscar, nos guste o no. No me voy a meter en el hipotético caso de que alguno de ustedes, intrépidos lectores, aborrezcan la gala de los Oscar, sus películas, sus chistes manidos y sus actuaciones musicales soporíferas. Yo, vaya desde ahora, los adoro. Desde criticar los vestidos de las actrices al más puro estilo Boris Izaguirre de pueblo (¡Ahí va que pintas me lleva esa pelandrusca!) hasta cagarme en los muertos del vencedor porque el Oscar a los mejores efectos especiales me ha roto la quiniela, me reconozco un acérrimo fan de los premios de la Academia de Hollywood. Y, por mucho que me haya contenido hasta ahora, llega el momento de dar rienda suelta a mi vena lokaza (con k ke muestra mi superlokura ke te kagas, ké pasa). Y es que aun no me explico cómo es posible que un escenario que ha visto a cómicos de la talla de Billy Crystal (inolvidable siempre), Steve Martin, Chris Rock (el tipo del que nadie rió ningún chiste, y con razón) y Whoopi Goldberg (en la gala más aburrida de la historia) se encuentra ahora en la diatriba de poner a un señor que no ha hecho comedia en su maldita vida, Hugh Jackman, a presentar los premios. Fijaos lo que son las cosas: Una gala aburrida hasta la muerte puede ser salvada con un par de comentarios improvisados de un buen cómico, pero no con el “hombre más sexy del mundo” poniendo sonrisa de ligar. Hey, nena, ¿me estás viendo? Estoy presentando los Oscar. Oh, sí, nena. Pese a todo, parece que vivimos estancados en el eterno aburrimiento, así que ya podemos esperar monólogos aburridos (“El cine me atrae desde pequeño y bla, bla, bla, soy Lobezno”), pases artificiales de una cosa a otra (“Y ahora, Jim Carrey presentará un premio que no le importa a nadie. Soy Lobezno”) y un estancamiento que hará que nos queramos cortar las venas con un cutter oxidado. ¿Tanto costaba contratar, por una mísera noche, a Jerry Seinfeld? ¿A Kelsey Grammer? ¿Neil Patrick Harris? ¿Billy Crystal, otra vez? ¿Nacho Vigalondo? ¿Mi tío el que es gracioso con cuatro copas de más? No entiendo el sentido de contar con un actor dramático, serio y pausado para una gala que exige no ser tomada en serio a sí misma. Amigos, prepárense para el aburrimiento: El camino a los Oscar 2009 ha comenzado… y no será sencillo llegar hasta el final sin estar hastiados. Hugh Jackman, ensayando unos pases de la próxima gala de los Oscar. La canción se titula “Soy Lobezno y un tipo majete”. Qué majete. Por cierto, la reseña de Camp rock tendrá que esperar hasta mañana. Ya lo siento. |
Dec 12 |
Archive for December, 2008¡Keanu reeves asobinao!: Estrenos de la semana¿Qué tienen en común un extraterrestre con la cara de Keanu Reeves, una búsqueda del amor y un ratón? Sí, vale, que si un ratón buscara el amor y se encontrara con un extraterrestre con la cara de Keanu Reeves sería algo muy raro, ¡¡pero también que forman parte de los estrenos de esta semana!! ¡¡Los habrán leído en más sitios, pero no estarán tan Crepusculados como estamos aquí!! ULTIMATUM A LA TIERRA Es imposible hablar de la nueva versión de Ultimatum a la Tierra sin mencionar a la cuasi-perfecta película original de Robert Wise (Sonrisas y lágrimas, West side story, Star trek, El ladrón de cadáveres… Un genio, vaya). En ella, Klaatu, un extraterrestre que sale de un platillo volante asentado en medio de Washington, se hace amigo de una familia (tras escapar del hospital donde le tienen encerrado) hasta que va a la cercana casa de un doctor y le advierte del motivo de su llegada: Evitar que se hagan armas nucleares más potentes que la bomba atómica. Si esto sucediera, su planeta se vería obligado a destruir la Tierra para que no cause problemas. Vale. Esto, por algún tipo de razón, se ha transformado en la versión 2008 en Keanu Reeves amenazando con asesinar a toda la raza humana, con muchos tiros, explosiones y esferas extraterrestres que amenazan con destruir, aquí y ahora, a la humanidad. Donde, en la película original, había un mensaje de paz, una advertencia para el futuro y una narrativa genial, aquí parece haber amenazas, no dar opción a hablar y un par de explosiones más para el camino. O sea, que se parece a la original lo que un huevo a una patata. Si olvidamos el original, probablemente nos encontremos con una cinta entretenida, bien rodada (no en vano, su director, Scott Derrikson, es el mismo que el de la perfectamente dirigida El exorcismo de Emily Rose. Y de Hellraiser V, pero hay cosas que todos queremos olvidar), con unos efectos especiales de lujo y un Keanu Reeves explotando su cara de “No pasa nada, soy Neo. ¿Dónde se cobra?” al máximo de sus posibilidades (¿ninguna?). Lo dicho, una de marcianitos que, anecdóticamente, tiene el mismo título que el de un gran clásico de la ciencia ficción. Vamos, que sí, que iremos a verla todos. Para qué negarlo. Los carteles del VIPS anunciando su menú nocturno son iguales MY BLUEBERRY NIGHTS Se lleva lo oriental. Es algo absurdo de negar. Queda mucho mejor decir que has visto lo último de Kim Ki Duk que lo último de Steven Spielberg –a pesar de que Ki Duk, oh sorpresa de sorpresas, también sepa hacer bodrios infumables-. Y es por eso que se le está dando un bombo inusitado a My blueberry nights, del gran Wong Kar Wai, autor de Deseando amar, Happy together, Chungking express o la soporífera pero preciosa visualmente 2046. Todos sabemos lo que nos vamos a encontrar en su nueva película, pues: Paisajes y decorados estilizados, con una luminosidad fuera de lo normal y un estilo propio que grita por los rincones “¡Esto es una película de Wong Kar Wai y por tanto es buena!”. Lo cierto es que Wai se ha rodeado de lo más selecto: Jude Law, Norah Jones, Rachel Weisz y Natalie Portman se pasearán por una cinta en la que la historia es lo de menos (una mujer da vueltas por América mientras busca el amor verdadero y se encuentra con personajes atípicos) y las volteretas visuales lo de más. Si no salimos vomitando de la sala viendo chispitas de colores, Wong Kar Wai habrá vuelto a triunfar. No olvidéis decir al salir las típicas frases de después de una película asiática: “Mucho mejor que cualquier americanada”, “Esto no lo hace Spielberg ni queriendo” y la favorita de todo el mundo “Esto son historias de verdad”. A pesar de que no os hayáis enterado de un mondongo. Intentaré que haya crítica para el miércoles, que, en el fondo, parece interesante. ¿Para que ir a una discoteca pudiendo mirar este poster durante horas? PEREZ, EL RATONCITO DE TUS SUEÑOS 2 ¡Toma ya! ¡Por fin ha vuelto! Con los mismos efectos en 3D patateros de siempre y la aparición de actores de tanto carisma como Manuel Manquiña o Marcos Woinski, Pérez ha vuelto con una película que, sin duda alguna, traspasará nuestros corazones. ¿El argumento? Tan GENIAL! que sólo podemos amarlo con locura. A ver. Ejem. Lucas tiene ocho años y quiere descubrir cómo es que el ratoncito Pérez consigue repartir monedas por las casas de los niños desdentados sin que nadie lo vea. Y, en vez de mirar por Internet y darse cuenta de que es cosa de los padres (que ya tiene ocho años, coño, que empieza a ser edad) termina por hacer que Pérez caiga en las manos de Gil Penkoff, un empresario (¿ruso?) malvado que intenta hacerse millonario vendiendo los secretos de Pérez (supongo que a Salsa rosa o algo así. No imagino que a nadie le puedan interesar los secretos de un ratón con monedas ilimitadas fetichista de los dientes). Total, que al final supongo que le liberan y Pérez baila (más que nada porque sale en el cartel bailando). Si a esto le sumas que la película cuenta con el nuevo videoclip de Gisela (Sueños mágicos, como el de convertirse en una gran artista, supongo) y personajes de dibujos animados con nombres como El rata, Ratito o María Laucha, sólo podemos sentarnos y esperar una obra maestra. No, en serio, me encantaría deciros, como el resto de páginas web del mundo mundial, que es una película “ideal para los niños”, pero tengo serias dudas al respecto. Pero en fin, por eso de apoyar el producto nacional y el talento (mucho, muchísimo, desperdiciado en obras como esta o Olentzero y la magia de los regalos), tendré que recomendarla efusivamente para no quedar mal. Por cierto, ¿alguien fue a ver Pérez, parte uno? ¿Hay algún motivo que justifique la secuela? Y esto, niños, es un personaje fracasado OTROS ESTRENOS APARECIDOS: Terror español del que merece la pena. Paco Cabezas, director de cortometrajes, debuta en la dirección de largos con Aparecidos, una película en la que dos hermanos descubren el diario que describe unos crímenes cometidos años atrás. Esa noche, el presente y el pasado se entremezclan. Por mucho que suene a argumento repetido mil y una veces, merece la pena echarle un vistazo y comprobar cómo aun queda gente con ilusión en el panorama nacional. EL REINO DE LOS CHIFLADOS: Otra de animación que se presenta aburrida, tópica y, por supuesto, en un 3D de la primera época de Pixar. Con el único “aliciente” de estar doblada por Florentino Fernández (¡Qué sorpresa!), Josema Yuste (¿Qué ha hecho desde Martes y 13? ¿Pedir dinero en las esquinas?) y Anabel Alonso (que ultimamente dobla anuncios de teléfonos móviles, tampoco es una gran razón para ver la película), el filme mezcla el humor “canalla” de Shrek con el gag del yeti majete de Monstruos S.A y se sacan una película de la manga. Para personas con el estómago muy curtido. IL DIVO: No, no es un documental sobre el grupo (engendro) musical, sino un filme que critica las instituciones religiosas y enseña una muestra de la lucha de poder entre la iglesia y la mafia. ¿Que si tiene pinta de ser una más del montón que mañana no recordará nadie? Efectivamente, amigos. Efectivamente. SU MAJESTAD MINOR: Jean-Jacques Annaud, antaño creador de esa maestra El oso y El nombre de la rosa y actual creador de mediocridades como Siete años en el Tíbet o Enemigo a las puertas (vaaale, no me acribillen, esta estaba bien) dirige la película moralista del momento. En una época anterior a la de La odisea, Minor, un hombre mitad persona mitad cerdo adquiere el título de rey. En su reparto, entre otros, encontramos a Vincent Cassel (Promesas del este, Ocean’s thirteen…) y al aborrecido por propios y extraños Sergio Peris-Mencheta. Espero que haga el papel de cerdo. Sin comentar se quedan Como los demás (película francesa en la que una pareja gay quiere tener un hijo. ¡Enredos y picaresca por doquier!) y Tiburón, en las garras del hombre (un documental sobre, er, tiburones). ¡Mañana, si dios quiere, la crítica de Camp rock! ¡No se muevan de su sillón! |
Dec 12 |
Archive for December, 2008Crepúsculo 2, no más Jurásicos, ¡noticias variadas!¿Que por qué esta semana no hemos actualizado el tema noticias? La verdad es que han pasado muchas cosas últimamente, amigos. Y, realmente, nada importante. Ya saben cual es la tónica actual en Hollywood: Secuelas, premios y cosas que no le importan a nadie. ¡Y traemos un poco de cada! ¡Yupi! Comenzamos con Kathleen Kennedy, el productor de Parque jurásico 3, que ha declarado que no habrá Parque jurásico 4. Supuestamente todos deberíamos lamentar la pérdida en vez de bailar con alegría. Entonces, ¿por qué todos ustedes tienen chistera y suena música de fondo? Cabe recordar que, en un principio, la cuarta parte iba a transcurrir en una isla completamente dominada por los dinosaurios y que estos iban a ir… ¡a la ciudad! Es probable que Michael Crichton muriera tras leer el argumento. Aun está por determinar. Así, gracias a la muerte del escritor (iba a poner “genial escritor”, pero no soy de los que adulan a alguien porque haya muerto. No estaba mal, y gracias), la saga de los dinosaurios que empezó muy bien y terminó haciendo que deseáramos ser merendados por un velocirraptor ha terminado oficialmente. O al menos hasta que el luto se pase y ya puedan hacer verdaderas fatalidades con el espíritu del escritor. Que será por 2010, más o menos. Y más secuelas, que es la guerra. Después de la fabulosa Crepúsculo (que critiqué este miércoles para gozo de los Crepusculianos acérrimos), Luna nueva será dirigida por una persona que sabe entender mucho mejor el valor de la narrativa que Catherine Hardwicke. Un hombre capaz de crear historias mejores que las originales de los libros. Un hombre que tiene experiencia en cagarla. Hablamos de Chris Weitz, el director y guionista de La brújula dorada (¿alguien la recuerda por alguna otra razón que no sea “Ay, lo que nos reímos de ella”?). Pero tranquilos, fans de Crepúsculo, porque Weitz es la persona que escribió El profesor chiflado 2, Hormigaz y Un niño grande. La saga está en buenas manos. Y ahora, si me perdonan, voy a reírme un rato a esa esquina. Edward y su chalada familia vampírica También esta semana se han dado las nominaciones a los Globos de oro, pero qué quieren que les diga. Yo hasta los Oscar no creo en los premios de ningún tipo. También ha salido el trailer en HD de Dragon ball (¿o era de la cuarta temporada de Heroes? Uno ya no sabe entre tanta explosión sin sentido), se ha anunciado una segunda parte de Alvin y las ardillas (dios sabe por qué) y se ha rumoreado una película basada en los Cuentos de Beedle el Bardo, de Jotacá Rowling. Que vale que yo sea muy fan de Harry Potter, pero hasta el punto de ir a ver una película basada en un libro basado en la saga Harry Potter de apenas 80 páginas… Hombre, tengo dudas –razonables- sobre su visionado. Ah, y Uwe Boll ha decidido que su próxima película se llamará La tormenta y será un thriller apocalíptico. Todos te queremos, Uwe. Lo dicho: La vida sigue igual. |
Dec 11 |
Archive for December, 2008El Rincón Literario presenta…High school musical: Poesía en movimiento[Las primeras partes de este artículo son originales de El blog de Randy, pero está añadida la parte final -a partir de la foto del libro, para los que ya leyeron las partes anteriores. Está recopilado a modo de recordatorio y para quien lea esta maravilla de libro por primera vez] Una pandemia zombie empieza siempre atacando a los que menos preparados están: Es por eso que les pilla de sorpresa y pueden ir atacando poco a poco a todos los que han jugado al Dead rising y saben cómo protegerse. ¿Alguien ha visto que los zombies ataquen primero al presidente de los EEUU o a George A. Romero? No. Los zombies van a por todos los paletos americanos, y una vez han ganado esa batalla, irán a por el resto. Es obvio, vaya. Si yo fuera un zombie atacaría antes a un portero de discoteca que a Stephen Hawking (minipunto a quien haya pensado en Stephen Hawking zombie escribiendo en su loquendo particular “Detrás de tí, imbésil”). Vale. Llegados a este punto estaréis pensando “¿Por qué cojones este tío se está haciendo el listillo contándonos chorradas sobre zombies en vez de hablar de libros en el Rincón Literario?”. Es obvio. Hoy hablaremos de High School Musical. Sí, lo siento por quien quería ver defenestrado aquí a Orwell y a Ray Bradbury, pero qué le vamos a hacer. Nobleza obliga. Todo comenzó atacando a los fans de la caja tonta. Sin comerlo ni beberlo, una peliculilla sobre tipos que cantan y bailan por cualquier mamarrachada (“Uh, tengo que jugar a baloncesto, yeah, encestar un triple, rock and roll, chupi”) atacó a millones de personas a lo largo del mundo. Su poder se hacía más y más fuerte, y los fans se multiplicaban por doquier. Tras la industria televisiva, llegó la industria de la música. Y la de la ropa (a destacar las camisetas repletas de rosa y de brillantina llevadas, principalmente, por niñas de diez años con evidente sobrepeso y en las que pone un sonoro “Troy & Gabriella Forever”. No sabéis el miedo que da hasta que se ve). Y la de la gastronomía (helados y galletas por doquier). Y la de los videojuegos. Y la del cine. Y, poco a poco, todo el mundo babea y realiza sonidos guturales que parecen querer decir “Jaiskulmiusicaaargh”. Por suerte, la industria de la literatura estaba a salvo… Hasta ahora. Preparaos para ver a Fernando Sánchez-Dragó contando las virtudes de High School Musical, para comprar toda la colección de libros en Círculo de Lectores, a ver a psicólogos hablando en televisión de lo mucho o poco que leer es beneficioso para los adolescentes. Y todo porque una casa editorial como Montena ha tenido la inteligencia suficiente como para editar la colección definitiva en castellano. Preparaos para regalar El señor de las moscas a vuestros perros para que orinen y defequen encima. Nada puede compararse con la calidad literaria de High school musical: Historias del East High: Poesía en movimiento. Un título tan largo no puede ser malo. Además, ¿no tenéis curiosidad por saber qué ocurre cuando las películas acaban? ¿No queréis saber más sobre el día a día de Troy, Gabriella, la chica mona de las gafas y un montón de secundarios que no le importan a nadie? ¡Al fin podéis gracias al poder de la literatura! Ahora, lo sabréis todo sobre las clases (de un curso indeterminado, eso sí), los problemas adolescentes estúpidos, las canciones intrascendentes y los poemas dedicados a croquetas y zapatos (sic). ¿Que no os interesa? ¡Mala suerte! ¡Haberlo pensado antes de entrar hoy! No, si no hace falta La cosa empieza con Zakefron (o Troy, o como se llame) reprimiendo un bostezo en clase, algo que hace que nos identifiquemos con el protagonista de inmediato. De hecho es un spoiler enorme de lo que vamos a sentir cuatro páginas más adelante. La cosa es que está en clase de literatura y el muchacho se ha zampado, atención, “dos batidos y un sandwich de pavo, una comida ideal para un atleta, pero un poco peligrosa para escuchar poesía del siglo dieciocho”. Peligrosísima, vamos. John McClane no se atreve a escuchar poesía después de comer pavo y de beber batidos. Que, por cierto, ¿tienen REALMENTE algo de beneficioso para un deportista? Quiero decir, ¿no sería más normal beber bebidas isotónicas y comer lechuga? Dos batidos son demasiados, vaya. Ni que no pesara el cuerpo después de beber sólo uno. En fin, Zakefron intenta despertarse por todos los medios posibles (esto es: pellizcándose en la mano. Euh, vale, supongo) y, justo antes de estar dormido del todo, recibe una poesía de la chica desnuda, Gabriella. Que además es su novia. Y como novia, le regala poesías de tanto amor como la siguiente. Preparad vuestros lacrimales.
Sí, vale. Amigo rima con castigo. Otra cosa es que la estructura sea la correcta para una poesía o que de ganas de otra cosa que no sea colgar a Gabriella de los ovarios –sí, con lo que tiene que doler- en lo alto de la bandera americana que ondea en la puerta del instituto. Supongo. En fin, Troy no puede reprimir una carcajada ante tal despropósito de poema y se mete en un lío con la profesora, que le pregunta, como todas las profesoras del universo, qué tiene de gracioso el poema. Por suerte, su colega Negroguay le salva diciendo que en vez de reírse, se estaba aclarando la garganta. Y cuela. Vaya instituto de mis narices. En fin, tras soltar la chorrada más grande del maldito universo (“¿Se da cuenta de cuánto transmite el poema? –siguió diciendo Chad- Es como la publicidad subliminal o algo así”. Claro, Negroguay, claro. Buen intento o algo así), la trama comienza: La profesora, la señora Barrington, les manda un deber que sólo puede ser provocado por la droga dura. Escribir un poema es normal, a todos nos han mandado escribir un poema y todos hemos rimado “camión” con “Manolón”, pero, desde luego, a nadie antes que a los chicos de High School Musical les han obligado a leerlo delante de todo el instituto (“Leer los poemas propios es una experiencia crucial”. Hombre, crucial-crucial, qué queréis que os diga. No es como el primer beso o la primera vez que te descargas emepetreses de Internet, pero si lo dice la profesora con nombre de librería inglesa, nos lo creeremos). Sí, por si no fuera suficientemente humillante suspender por culpa de la falta de lírica, encima hay que hacerlo delante de todo el instituto en medio de una asamblea general. Ay, menos mal que estos chicos improvisan canciones de donde sea, que si no les veía suspendiendo y todo. Negroguay, el estudiante colega de Zakefron que sigue sin importarle a nadie, se niega a escribir poesía. Y es aquí donde encontramos un genuino trauma con copyright que ni siquiera entrará en continuidad. El “trauma con las mallas”. Preparaos para llorar con un pasado tan triste como falto de carisma. El trauma con las mallas.
No solo no tiene bastante con intentar impresionar a la novia de Rondo (¡Humor! ¡Humor!), sino que se ve degradado por haber hecho los deberes tan perfectamente como para sacar un sobresaliente. Maldita sensibilidad. Sensibilidad, ojo, no homosexual. No. El chico negro es un macho ultra-super-hetero. Juega a baloncesto y todo. No hay gays en High School Musical, proclamo. No es que tenga nada de malo, pero mejor en otros colegios sin canciones estupefacientes. En fin, para sumarle emoción al trauma de Negroguay –que todos sabemos que será solucionado con la ayuda de la amistad, lorelei lorelei-, resulta que si suspende no podrá volver a jugar a baloncesto. Venga, por qué no. Todos los jugadores de baloncesto deben tener aprobado como poco para seguir en los partidos. Sin duda, ahí tenemos a… eeeeh… bueno… ¡¡A todos esos deportistas que aprobaron en el instituto!! Seguro que hay un par por ahí y todo. Zakefron intenta buscar una solución al problema junto a la chica desnuda –mientras nos recuerdan cuánto se quieren y qué asco dan-, llegando a una interesante conclusión. Sólo Zakefron podría dar con algo así.
Espero que fuera una risa más en plan “Mi novio es idiota y voy a dejarle mañana mismo” que “Joder, es más gracioso que un episodio de How I met your mother entero, cuánto le quiero y le adoro. Voy a hacerme fotos desnuda para celebrarlo”, porque vive dios, qué chiste más horroroso. Entre tanto, los nervios de Negroguay se contagian a todo el equipo de baloncesto (¿Garrulos? ¡No, deportistas!) y todos empiezan a tener miedo y pavor por la poesía de las narices. Zakefron va corriendo a hablar con la señora Barrington, a ver si con un poco de suerte se da cuenta de que lo de la poesía es la gran estupidez definitiva. Pero no. Que si Negroguay es muy extrovertido y se lo pasó chachi piruli en la batalla musical del instituto (¿la qué?), que si tienen que aprender a desenvolverse, que si hago un guiño a High school musical, la primera peli, y hablo del musical en el que la chica desnuda y tú os besasteis, etcétera. Y, por si leer poemas delante de una asamblea escolar no fuera suficientemente vergonzoso, la profesora pedorra añade un plus de peligrosidad: La asamblea es en honor de un poeta de prestigio amigo suyo, Julius (sí, como el personaje de Grouñidos en el desierto) y ha prometido que le demostraría (en el libro pone, literal, “le he prometido demostrarle”, ideal para los talibanes de la gramática) lo bien que escriben poesía los alumnos. Finalmente habrá un ganador, cuya foto saldrá en el periódico local. Así, como para quitar presión. Zakefron se marcha escandalizado y Sharpay –la mala- ríe a lo malo de serie Z. Bwahahaha, el poder.
Hombre. Yo no quiero quitarle ganas a la chica, pero salir en un periódico local no está considerado como “fama”, al menos en mi pueblo. Coño, que hasta yo salí en su momento y nadie fue a decirme cuanto me envidiaba. En fin, de entre las sombras aparece la chica mona de las gafas, que es mona hasta en libro, con un tomo lleno de sonetos de Shakespeare bajo el brazo (¡Sutilidad! ¡Sutilidad! ¡Adivinen quién va a ganar, o, por lo menos, quién debería hacerlo!) y reta a Sharpay (“una linea que dijera “autora de un poema publicado” quedaría de maravilla en las solicitudes que pensaba enviar a las universidades más prestigiosas del país”. Bueno, más de maravilla quedaría “autora de un libro publicado” o “creadora de la vacuna contra el SIDA”, pero tiene un pase). Chan. Chan. Emoción. En el instituto, el horror por el poema de las narices crece desmesuradamente. Zakefron no sabe muy bien qué hacer, e intenta animarles recordando que si no aprueban, no pueden estar en el equipo de baloncesto. Sí, Zakefron tiene maneras muy raras de animar a la gente. Todos se ponen de acuerdo en que eso es lo peor que les puede pasar (¿Cáncer? ¿Ser unos solitarios marginales toda la vida? Naderías comparadas con el hecho de que te echen de un equipo de baloncesto), y finalmente aceptan que la Chica desnuda les ayude. Que para algo saca sobresaliente en todo (¿personajes estereotipados? ¿Dónde, en High school musical? No sé, ¿dónde?). Así, tras rechazar que les vean en público con la Chica desnuda leyendo poesía –normal, yo también me escondería-, finalmente quedan en su casa. Por la noche. Muchos chicos y una chica. A mí me suena a lo que me suena. Grrrr. En fin, Zakefron y sus amigos empiezan la clase, que no tiene desperdicio. En primer lugar, la Chica desnuda les hace imaginar que están en un bosque, y tienen que decir lo que ven. Típica chorrada de clase de relajación en la que todos nos inventábamos cosas para parecer más interesantes (“Y veo un árbol con, uh, hojas de oro y un manantial de…eh…zumo de grosella. Eso, sí”), pero que aquí no funciona como debería. Negroguay ve bichos y serpientes, Zeke ve más bichos, Zakefron una babosa y Jason (¿Voorhees?) una mantis comiéndose una hormiga. ¿Queréis ver qué clase de poemas han realizado nuestros muchachos con semejantes delirios poéticos? ¿No? ¡Mala suerte!
¿Peor que un poema que ni siquiera tiene una rima? Pueden ser poemas con la calidad literaria de un sandwich, pero por lo menos lo han intentado, coño. ¿Qué clase de profesora no va alumno por alumno resaltando las virtudes y criticando los defectos? La Chica desnuda sólo se estremece. Oyx, vómitos y mocos. Cómo son los chicos. Ay, voy a quitarme el sujetador y las braguitas. En fin, Negroguay, en vez de escribir un poema, se pone a hablar de baloncesto (monotemático el muchacho) y Zakefron le corta (después de aportar su parte baloncestística, claro, que para algo es un macho alfa deportista) y desvela que ya ha empezado su poema. Uno se pregunta qué demonios hace entonces en clase de poesía, pero eso forma parte ya de la imaginación de cada cual. Cuando todos le preguntan de qué va, Zakefron gira la mirada y se pone colorado, diciendo que aun no lo quiere decir. Uy, qué inesperado. De qué irá. Seguro que ninguno de nosotros se lo espera (eh, conste que este libro da algún giro inesperado. O todo lo inesperado que puede ser que el poema no vaya realmente de la Chica desnuda). De pronto, alguien llama a la puerta.
Sí, a sacarte fotos a ti, no te jode. Por si no fuera poco que te expreses tan jodidamente mal (¿”Esconderse”? ¿Y dices que vas a suspender lengua? No me lo puedo de creer), ahora vas con ínfulas de grandeza, Negroguay. Vamos, el Pronto y la Interviú están a la puerta de casa de la Chica desnuda esperando sacar fotos tuyas leyendo un poema que no has podido hacer por inútil. Seguro que sí. Seguro que no tienen cosas más importantes que hacer, como fotografiar en pelotas a alguna concursante de Gran hermano. En fin, la persona que estaba en la puerta es la chica mona de las gafitas, que ha decidido ayudarles. Ay, si es que es todo encanto. Además, descubrimos que es la presidenta del club de química y la capitana del equipo de decatlón (matemático, supongo). Ay, qué nerd. Seguro que le gusta The big bang theory. La cosa es que nada más llegar se pone a despotricar contra todas las poesías. Normal, por otra parte. ¿Cómo no reírse de la rima –sí, se supone que es una rima. De hecho lo dejan bien claro en el libro. Si la encontráis, dos mil euros son para vosotros- “Serpiente, serpiente, ¿eres de verdad? ¿Tus colmillos son venenosos o son de plástico?”. Cualquier lo haría, demonios. Claro, que las clases de la muchacha tampoco es que sean un portento precisamente. A mí me dejarían más liado que agradecido.
Ah, el humor. Ton-TÚN. Creo que voy a comer a-TÚN en Jar-TÚN en vez de prestar atención a la clase de la chica de gafitas. Por cierto, ¿no le enseñaron al escritor del libro que hay otras maneras de decir que alguien dice algo que “dijo” y “gritó”? Más que nada porque me cuesta imaginarme a Zeke con los ojos desatados gritando “¡Sí!” (que, total, uno no entiende para que lo dice si dos líneas después dice que no ha entendido ni papa). Por cierto, yo tampoco sé a qué demonios se refiere la chica de las gafitas. Pero tampoco he sido muy poético. Mi mayor éxito poético trataba de dos astronautas que iban a la luna y allí encontraban una bonita duna. No les digo más. Ni Ta-TÚN ni leches. En fin, la chica de las gafitas les lee bellos poemas y todos ellos se quedan boquiabiertos. Wow, así que eso es un poema. Hacer versos que rimen. Joder, ahora lo tenemos mucho más claro, a dónde vamos a parar. Total, que la chica lee un poema de amor y Zakefron mira a la Chica desnuda, que se pregunta si es eso lo que él siente por ella (¿tú que crees? ¿Salís juntos o no? ¿Os queréis? Dos dedos de frente, coño, no pido más). La chica de las gafitas comenta que para tener éxito hay que hablar sobre cosas cotidianas y oye, misión cumplida. Los burros jugadores de baloncesto ya tienen ganas de escribir. No ha sido difícil, la verdad. Bastaba con coger un libro de poesía, leerles cuatro cosas y decir que no es difícil. Influenciables, los muchachos. Zakefron se despide de su novia sin un besito de buenas noches ni nada, simplemente diciendo que su poema es sobre algo muy importante para él (¿sobre qué será?) y tropezándose en las escaleras. Ah, el amor duele. La chica desnuda se estira en el sofá, dios sabe para hacer qué cosas (dios y todo el mundo, vaya) y se encuentra con el cuaderno de Zakefron. Como quien no quiere la cosa, se le cae al suelo (venga, sí. Todos hemos hecho eso de “¡Se me cayó al suelo y no pude evitar leerlo!”. No cuela) y empieza a leer lo que su noviete había escrito. Y hay que decir una cosa. Primero, que el estilo es, digamos, mejorable. Segundo, que he visto pocas cagadas mayores. Te la has cargado, Zakefron.
Uy, madre. Zakefron es gilipollas y la Chica desnuda celosa. Vaya combinación más exitosa. Por supuesto, ella no piensa ni por un momento que Ariel pueda ser un seudónimo cariñoso. Nah. Seguro que es otra chica que ha salido de la nada y que ha conquistado a Zakefron porque sí. Es lo que tiene más sentido. Corte dramático, para que reflexionemos sobre el amor y las desgracias relacionadas con Ariel. Y es que en el otro extremo de la ciudad, Sharpay intenta representar su poesía de mala manera, pero sigue sin encontrar el vestido i-de-al para la representación en sí. Y ya se sabe que sin vestidos bonitos, la poesía no es lo mismo. Ahí tenéis a Gloria Fuertes, que si no encontraba un vestido escotado no se atrevía a leer La gata Chundarata. Mientras su hermano y ella discuten por el vestido que va a llevar Sharpay, se nos revela la poesía que la muchacha está preparando. De momento la dejaremos reposar, sólo diré que rima “estilos” con “cocodrilo”. Hasta yo lo hacía mejor con las dunas y la luna, maldita sea. Dejemos a los chicos discutiendo sobre chorradas y vamos a por Zakefron, que, por lo visto, no puede dormir. Y no porque esté acostándose con Ariel, no, sino porque opina que su poema no es lo suficientemente bueno (¿cómo ha podido pensar eso?) y se ha decidido a escribir uno completamente nuevo sobre las cosas de su alrededor: Gofres (un tema muy poético, sí señor), nubes (por curiosidad, ¿sabe este chico que también puede hablar sobre amor y esas cosas?) y el timbre de la escuela (lo juro. Zakefron no sabe cuándo parar de hacer el ridículo). Mientras el protagonista sigue con sus estupieces, Sharpay decide hacerse un favor a sí misma y dejar que su poema lo realice otra persona. Y este es el momento en el que admito mi error. ¿Os acordais que os dije que la chica que ayudaba en los poemas a Gabriella era la chica mona de las gafas? ¿Y que era la gran rival de Sharpay? Vale, pues no. Equivocación de nombres. Esa chica era una negra secundaria. La chica mona de las gafas es la que ahora le va a hacer el poema a Sharpay sin motivo aparente (vale, aun no, pero se lo hará) y la negra secundaria su rival. Sigamos. Y es que, en la mesa de los jugadores de baloncesto, comienza el festival de la poesía. En su afán por parecer más inteligentes de lo que realmente son, deciden hacer un poema de lo primero que pillan. Y, atención, porque aquí llega, amigos. El gran momento definitorio de High school musical: Poesía en movimiento. Preparaos. Vuestro mundo no volverá a ser igual.
¿Y dices que te has inventado el poema sobre la marcha? No puedo creerlo. Viendo su gran calidad artística, no puedo, simplemente. De verdad, imaginaos por un momento a un tío de pie en una mesa, con una croqueta en la mano, en alto, diciendo esta sarta de estupideces. Llevarle al manicomio es, más que un favor, una obligación para el buen funcionamiento de la sociedad. Y los versos. Oh, los versos. ¿Qué clase de inquietud puede suponer el interior de una croqueta? Curiosidad si eres idiota y no sabes de qué está hecha, pero ¿INQUIETUD? ¿No duermes por la noche pensando en la croqueta, o es que el olor te ha seducido definitivamente? ¿No podía haber elegido mejor sus palabras? Y, ya que estamos, ¿qué clase de don tiene una croqueta para la VISTA? Huele bien, sabe bien, pero es un maldito óvalo marrón. ¿Por qué demonios Zeke quiere mirarla sin descanso? ¿Alguien se toma como lugar espiritual un sitio repleto de croquetas? ¿Quién encuentra paz y sosiego en una CROQUETA, por el amor de dios? Mi teoría es que lo llevaba hecho de casa y dice que es improvisado para quedar bien. Pero es que el poema de la croqueta inspira a los chavales deportistas, y los poemas resultantes no pueden ser más horrorosos. En serio.
Euh, sí, vale. Comedizas. La cosa es que, salvando la palabra, me parece bastante mejor que el poema de la croqueta. Por lo menos no se inventa paradojas visuales o suspiros absurdos. Total, que medio instituto empieza a hacer poemas sobre cosas cotidianas y Martha Cox, una secundaria que andaba por ahí, decide volver a lo antiguo. A ver, esto es High school musical, ¿no? ¿Y qué sería de High school musical sin sus fabulosas canciones? Y, sobre todo, ¿cómo se puede traspasar una canción al papel? Simplemente, no haciéndolo. Atentos. Dejad que vuestra imaginación vuele, e imaginaos el percal.
Os podéis hacer una idea. Tiembla, Nach. Ahora ya sabes por qué se retiró Porta, escuchó a Martha Secundaria. La lástima es que las rimas sean demasiado improvisados. O sea, calor y radiador pegan menos que el feo de los Calatrava y Natalie Portman, auque la palma se la lleve la rima de la Tierra. La única rima más horrorosa que “la tierra es la más gamberra” sería aquella de Las niñas. Ya saben. Que la guerra es mu perra. Ole. En fin, Martha termina su rap con movimientos de hip-hop (¿El hip-hop no era un modo de vida y no una clase de movimientos? Que alguien me lo explique) y todos aplauden, incluyendo los chicos deportistas. Todos excepto Sharpay, que sigue enfadada con el mundo porque no es una buena poetisa. Así que va a pedir ayuda a la chica adorable de las gafas, que acepta ayudarle a escribir el poema a cambio de que cante para una residencia de ancianos al completo (ay, si es que es adorable hasta para pedir favores). Sharpay acepta a regañadientes, con el único –y malvado- objetivo de ver su foto en el periódico. Mientras, Zakefron va a ver a la Chica desnuda, que le devuelve su cuaderno a regañadientes. Ambos se dan cuenta de que algo falla entre ellos, pero no se dicen nada. Más que nada porque si ella dice algo, Zakefron se va a dar cuenta de que invadió su intimidad. Y si Zakefron le pregunta qué le pasa… Oh, venga ya. Es Zakefron. Sólo saca pifias en las tiradas de iniciativa. Así, la Chica desnuda llega a la conclusión de que su novio está loco por otra chica, y no hace falta ni preguntarle. Muy bien, Chica desnuda. Así se hace. Deduciendo cosas sin pensar. ¿Qué? ¿Que miran? Esta no es mi tarta de cumpleaños, lo juro. Ejem. Zakefron, pasando de líos amorosos, va a hablar con el equipo de baloncesto, al que no se le ocurre ninguna idea. Es lo que tiene tener el cerebro de una piedra, vaya. Jason, otro de los secundarios, empieza a jugar con la pelota de baloncesto y, por alguna razón, mientras bota hace rimas sin querer (o todo lo rima que pueda ser “Siempre que rimo me desanimo”, vaya). Martha Secundaria le anima a seguir botando la pelota y enseguida le salen las rimas como la espuma. “En casa y en el insti parezco normal, pero cuando juego, ¡soy un animal!”. Er, bueno. Vale. Total, que, finalmente, comprenden que tienen que hablar sobre algo que les gusta en la poesía y deciden interpretar el poema mientras se pasan el balón, recitando una estrofa cada uno. Lo que no se haga en este instituto, en ningún lado, oigan. Martha Secundaria decide ayudarles porque sí y empieza el camino hacia la representación final. Por otro lado, la Chica desnuda realiza un poema sobre Troy y el dolor que siente al pensar que está con una sirenita y la chica adorable de gafas termina entendiéndose con Sharpay y continúan el poema sobre sus zapatos. Ya estamos listos todos. Negroguay quiere tirarse a la Chica desnuda, pero algo me dice que no lo conseguirá El día ha llegado. Todos están preparados y más que listos para recitar sus fabulosas obras maestras, dejando que los versos fluyan en el ambiente. La mayoría de los chicos hablaban sobre los temas comunes de los poemas. ¿Amor, decís? ¿Lucha contra el sistema? Ay, pero qué poco sabéis de poesía. “Mascotas, paisajes, arcoiris, un gorrión gorjeando y cosas por el estilo” son los temas en los que se ha basado la poesía a lo largo de los años. Becquer y Machado tienen enormes libros dedicados exclusivamente a gorriones gorjeando. Y no me hagáis hablar de la fabulosa “Arcoiris, oh, arcoiris” de Miguel Hernández, que me entra llorera y todo. Comienza Taylor, la chica que les ayudó durante todo el tiempo, recitando un poema titulado Aquí está la tormenta de hielo. Debido a su enorme calidad, el libro no es capaz de reproducirlo, pero sí de captar su esencia.
Interesantísimas, vamos. La de metáforas que se pueden sacar hablando sobre la geometría de los copos de nieves (son, uh, redondos, y… ¿redondos?) y la grávida masa de carámbanos. Se ve que en América por las noches se crean carámbanos gigantescos y en el resto del mundo una simple escarcha. En fin, todos aplauden a Aquí está la tormenta de hielo y llega la hora de la Chica desnuda, que se dedica a insultar a Zakefron con su poema Sinceridad. Toma ya. Empieza fuerte, la muchacha. Os podéis imaginar el poema en cuestión: Que si eres un cabronazo, maldito hijo de puta, etcétera. Pero a lo High School musical, claro. “Es una sombra la traición que empaña la pureza” y chorradas por el estilo. Gabriella empieza a llorar (es lo que tiene ser una cursi, que lloras por pamemadas como esta) y el público queda en silencio debido a lo impresionante del poema (o a que se han dormido, una de dos). Después, todos aplauden en la típica escena peliculera. Y llegamos a los dos últimos poemas, amigos, escritos en forma de renga (o sea, un poema en el que participa más de un autor. High school musical enseña, High school musical entretiene). Las primeras serán la adorable chica de gafitas y la idiota malosa de Sharpay. Este es un poema digno de ser analizado. Por favor, señores. Papel y boli. Esto no lo olvidaran tan facilmente.
Guau, impresionante. Y a esto se le ha dedicado una subtrama durante todo el libro. A la chica adorable y a la mala haciendo un poema sobre zapatos con las rimas más forzadas de la historia (Resistentes/Puentes, calzadas/granizada, llevan/destino –ahí se les acabó la máquina de hacer rimas consonantes-). Y, total, todo para terminar en una bella reflexión sobre los pies, el destino y chorradas semejantes. Por supuesto, el público aplaude porque debe estar pagado (supongo). Lo que me extraña es que no se descojonara después de la patada al aire de la mala justo antes de empezar a recitar. ¿Quién se cree? ¿Angus Young? En fin, ambas hacen el “gran final” (consistente en hacer una reverencia lenta y teatral. Qué grande, sí) y llega el momento de dejar paso a Zakefron, Negroguay y tres secundarios que a nadie importan. Su poema, Poesía en movimiento (¡anda, como el título del libro! ¡Adivinen cuál ganará!) sobre el baloncesto, es demasiado largo como para reproducirlo aquí (¡Cinco páginas de chorradas!), así que nos dedicaremos a subrayar sus mejores partes. Oro puro, ya os digo.
Perdona, pero dudo que parezcas normal si rimas suelo con vuelo. Con perdón, eh. Pero dudo que parezca nada de eso por muy metafórico que sea. Que igual es eso, tú. Que no pillo las sutilezas.
¿Por qué iba a hacerlo? Me encantan los pasteles y es un trabajo realista, no como el de jugador profesional de la NBA. Felicidades, tipo. Tienes los pies en el suelo.
…Eso, dedícate a hacer pasteles, anda.
El que no está, desde luego, es el Chad poeta o el Chad que se esfuerza a la hora de hacer rimas. Porque manda cojones. Por cierto, tened en cuenta que todas estas fabulosas rimas las hacen con una pelota de baloncesto en las manos, con lo que el ridículo debe ser cuarenta veces mayor del habitual. Pero no importa, porque está el Chad payaso y el Chad atleta. El Chad inteligente se ha quedado a tomar té en su casa. Pero atención, que le toca a Zakefron. Escuchemos sus afiladas palabras.
Dirás lo que quieras, Zakefron, pero si estás como un flan malamente vas a machacar a tus adversarios. Y por mucho que digas que tu equipo y tú (uy, tenemos aquí a alguien con el síndrome Oliver Atton) les pegáis palizas a los contrincantes, dudo mucho que un equipo de secundaria alta sea famoso por algo más que por sus animadoras. Sinceramente. Si fueráis buenos, ya os habrían llamado para ser los nuevos Michael Jordans. Demonios, si ni siquiera eres alto, Zakefron. Deja de mentir, por el amor de dios. En fin, acaban, todo el mundo aplaude con locura. Según el libro, el público silbaba, gritaba, jaleaba y daba palmas. Vamos, que parecía más un concierto de Hannah Montana que un recital de poesía. Joder, así va todo en los colegios públicos de hoy en día. Si es que les dejan hacer lo que quieran. Llega el momento de los premios y podemos ver como Aquí está la tormenta de hielo, el poema de las metáforas geométricas de los copos de nieve, se lleva una mención honorífica (ya sabéis: El premio más horroroso del universo. Ni has ganado ni has perdido, pero lo has intentado tanto que les sabe mal no darte un trofeíto de tres al cuarto), Paso a paso, el poema de los zapatos, se lleva el tercer premio (ya debían de ser malas las metáforas de los carámbanos para que esa cosa les superara, madre mía), Sinceridad, de la Chica desnuda, se lleva el segundo premio (“Gabriella estaba atónica, no sólo por haber quedado segunda, sino por el hecho de que Troy aun no había leído el poema sobre su ligue, Ariel”. Alguien debería enseñar al traductor las formas verbales. Si empiezas en pasado –“estaba”– luego sigue en pasado, demonios. “Hubiera”. Tampoco es tan difícil, digo yo) y, atención, qué gran sorpresa, el primer premio lo dirá el gran poeta Julius Ibsen, ese que les iba a publicar en el periódico local.
Hala, poeta y rapero. Supéralo si puedes, realidad. ¿Tocaba Pablo Neruda la guitarra eléctrica? ¿Y Quevedo hacía conciertos de pop junto a Amaia Montero? Malditos fracasados… Por cierto, por si el premio de salir el periódico local fuera poco (que sí, que es poco), MC Dibs decide utilizar su letra en el próximo álbum que produzca. Y el premio es para…¡Zakefron y sus absurdos compañeros! ¡Toma ya! ¡Qué inesperado! En el momento de la foto, Negroguay sube a Martha Secundaria y se hacen la foto de rigor. Hablan con los perdedores (guau, vuestro poema sí que estaba vivo, no como el mío. Oh, soy una fracasada sin remedio, ja, ja) y la Chica desnuda se enfrenta al fin a Zakefron. A ver, majete, ¿quién es la Ariel esa, que la arreo un bolsazo?
Maldición, todos nos habíamos dado cuenta de que se trataba de una cosa completamente diferente, pero de ahí a que sea un monopatín va un trecho bastante grande. Aun no conozco a nadie que le dedique poemas a monopatines con diecisiete años. Pero vamos, que tiene delito Zakefron. Mucho delito. Aunque sea por dignidad, dile que le estás engañando con una tal Ariel y luego ve a abrazar a tu monopatín si quieres. Por suerte, Troy le escribió un poema a la Chica desnuda y todo se arregla (“Los dúos se han hecho para ser cantados/por almas sinceras de enamorados”). Qué bonito. Los dos se cogen de la mano y se alejan. Hala. Fin. Aléjense por donde han venido, que voy a quemar el libro. Seguro que salen bocanadas de humo tóxico, así que procuren no aspirar aunque huela a croqueta. Al final, un aviso. El próximo libro de High school musical tratará de las clases preparatorias para la universidad. ¿Os lo vais a perder? ¡Sí, maldita sea! ¡Sin duda alguna! Mañana, si habéis acabado de leer, los estrenos de la semana. |
Dec 10 |
Archive for December, 2008Crepuscularmente Crepusculado¿Recuerdan algún tiempo en el que las modas no existieran? Cuando éramos pequeños, el yoyó dejaba paso a la peonza y ésta a la goma (aun me pregunto por qué demonios no fue considerada nunca como un arma de destrucción masiva. ¿Cuántos dientes se han dejado las niñas entre alegres cancioncillas?). Lo de las modas masivas no era lo nuestro, más allá de algún grupo suelto (¡Las Spice girls! ¡Los BSB! ¡Take that! ¡Laura Pausini! ¡Un pingüino en mi ascensor!) y las películas de Disney, que más que moda eran obligación anual. Y, entonces, a mis tiernos diecisiete años, Harry Potter apareció de la nada, saludando con su varita al viento, prometiéndonos siete libros y películas llenas de emociones, besos castos, un final predecible y buenrollista y muchos royalties regalados a Jotacá Rowling. Hace dos años, Potter era lo más de lo más. Pero, cuando la saga se acabó, las fans que comenzaron la saga con diez años o menos, necesitaban un nuevo modelo al que agarrarse. Y es aquí donde entra Crepúsculo. Y es que, ¿quién mejor que una niñata egoísta enamorada de la persona equivocada para que las adolescentas de hoy en día se identifiquen? Así, las tonterías de Bella y Edward, convertidos de la noche a la mañana en unos modernos Romeo y Julieta (sin salvar las distancias ni nada, qué coño), atacaron las librerías de medio mundo. Y, por si algunos habíamos conseguido librarnos de la invasión de los vampiros buenos que besan chicas de instituto, se han preocupado en sacar la película. Con todos ustedes, la última moda de Hollywood. Acaso la más prefabricada, insulsa e idiota de todos los tiempos: Crepúsculo. Buah, tía. Edward es dios. Edward no usa gomina. El resto del chiste lo dejo a su perversa imaginación. Bella (sutil abreviatura de Isabella) es la típica chica que ves por la calle y obligas a meter a una sesión de bronceado para que, por lo menos, no parezca un folio en blanco. Apática, sin ningún rasgo destacable en su personalidad y más sosa que unas pipas peladas sin sal, la muchacha se va a vivir con su padre para que su madre pueda viajar y practicar sexo con su nuevo novio. ¿Egoista? Qué va, hombre, qué va. Si le llama cada día y todo. Más maja la madre que las pesetas, coño. Total, que llega al pueblo de Forks (me encantaría vivir en un pueblo llamado Tenedores, qué queréis que os diga), donde su padre, un sheriff bonachón pero sin carisma alguno, le espera. Bella va al instituto y conoce a un montón de gente simpática, llena de vida, chachi piruli y recién sacada de Sensación de vivir. Pero ella, que es tan simpática como una bolsa del Pryca, mira hacia abajo continuamente y decide distanciarse de su grupo de amigos. Para colmo, en clase de Mirar Por El Microscopio (¿biología? ¿geología? ¿le importa realmente a alguien?) le toca sentarse al lado de Edward Cullen, que sabemos que está bueno porque lo dicen en la película y porque las adolescentes del cine chillan al verle. De lo contrario, pensaríamos que estamos ante un tipo normal y corriente con más maquillaje de lo admisible en un ser humano. Edward le ignora durante una hora y se marcha corriendo. Por qué los fans no deberían hacer posters con el Paint años antes de que salga la película, parte 1 Bella, en vez de ignorarle y hablar con sus nuevos amigos sobre el tema, decide informarse todo lo que puede sobre él y aislarse de la sociedad hasta que descubra por qué le cae mal. O sea, en vez de intentar caer bien a la gente, se preocupa por un perfecto desconocido al que cae mal. Ocurren miles de cosas absurdas e inadmisibles en cualquier relato medianamente bien contado (Edward salva a Bella de un atropello a pesar de que un segundo antes estaba a medio kilómetro de ella, un indio advierte a Bella de que los Cullen son seres a los que no debe dar el sol -¡uhhh, miedo!-, Edward vuelve a salvar a Bella –esta vez de una violación. Si es que no se le puede dejar sóla, coño- y, en fin, miles de cosas que todos nos pasamos por el pito del sereno) y Bella le dice a Edward que sabe su secreto. ¿Os lo imaginaís? ¡Oh, dios mío! ¡Es un vampiro! –Sorpresa general de la sala, que ha aguantado cuarenta y cinco minutos de peñazo para llegar a saber algo que venía en todos los posters-. Tras un diálogo que parece improvisado entre los actores (“¿Me tienes miedo?”-“No”-“Pues deberías”-“Pero no te lo tengo”-“Pero te puedo matar”-“Vale”-“¿Ahora me tienes miedo?”-“Que no, coño”), llegamos a la conclusión de que el vampiro quiere zamparse a Bella porque huele bien y esto, por lo visto, a ella le pone a mil. Le gustan malotes (y, por consiguiente, a todas las fans. Apuntad, chicos, nuevas maneras de ligar un sábado por la noche: Confesar vuestro vampirismo y las ganas de dejar a vuestros objetivos sin sangre en el cuerpo. ¡Debe funcionar sin motivo aparente!). Y a partir de aquí, el despiporre. Edward y Bella salen juntos, pero sí, pero no, pero no, pero sí, ella conoce a su familia, formada por vampiros buenos (sólo comen animales. Son bueeeenos. Bram Stoker se está revolviendo en su tumba) y, en mitad de un partido de beisbol vampírico (curiosamente la mejor parte del filme) aparecen los vampiros malos (comen personas. Maaalo. Comer animales es bueeeno, comer personas maaaalo. ¿Habéis aprendido la lección de hoy?) y se dedican a perseguir a Bella porque sí, porque hace falta rellenar media hora más de peli y no se les ocurría mejor manera. Por qué los fans no deberían hacer posters con el Paint años antes de que salga la película, parte 2 Bella huye de su casa (intentando no hacer daño a su padre, por lo que le dice que es un viejo asqueroso que vive en la rutina y que espera que se muera dentro de poco. Si quisiera haberle hecho daño le habría ametrallado la cabeza, supongo) y traza un plan absurdo con los Cullen que no vale de nada. El maloso le encuentra y tiene lugar una pelea en la sala de espejos donde Bella hacía ballet de pequeña (y donde, además, el malo retiene a la madre de Bella. Sí, la que follaba con su novio al principio de la peli). Muerde a Bella pero justo llegan los Cullen de dios sabe dónde y queman al vampiro malo (porque, no os lo perdais, es la manera de matar a los vampiros según Crepúsculo. Ni ajo, ni crucifijos, ni nada. A la hoguera con ellos). Edward chupa el veneno de Bella y ella le confiesa que quiere ser vampiro. Ya sabéis, lo típico: Te conozco desde hace dos días, he insultado a mi familia por ti, he estado en peligro de muerte, sólo nos hemos dado un beso porque si nos damos vas es posible que me muerdas, así que conviérteme en vampiro porque es una decisión que, sin duda, he meditado profundamente. Y ya está. Esto es Crepúsculo: Una obra tan vacía por dentro como por fuera. Hay una frase que define a la perfección lo que pienso de la película: Edward entra con Bella a su casa y suelta un “¿Qué esperabas? ¿Ataúdes y cortinas rojas?”. Ambos ríen, ja ja, qué cosas tienes, Edward. Pues sí, coño, es lo que esperaba. Vale que en Buffy cazavampiros –el gran referente de Crepúsculo, por lo visto- los vampiros no eran vampiros al uso, pero por lo menos se les mataba con una estaca, no podían salir a la luz del sol y mordían personas. Aquí lo único que tienen de vampiros es la inmortalidad. Y punto. Por lo demás son unos viva la virgen como los que más. Vuelan malamente (como si estuvieran cogidos por cables. ¿Curioso, verdad? ¿Por qué será?), salen a la luz del día sin ningún problema (pero no cuando hay sol, porque, atención, ¡¡su piel brilla un poco más de lo normal creando un horroroso efecto especial!! ¡¡Oooooh!!) y, por lo visto, sólo mueren cuando alguien quema todas las partes de su cuerpo (¿Qué ocurre si se dejan una sin quemar? ¿Se regenera a lo Majin Boo? ¿Anda por sí sola?). Vamos, lo que unos llaman “reinventación del mito vampírico” y la mayoría llamamos “pasarse por el orto cientos de años de literatura y películas de vampiros”. Pero por las buenas además. Ale hop. Por qué los fans no deberían hacer posters con el Paint años antes de que salga la película, parte 3 Catherine Hardwicke, la directora, no sabe qué demonios hacer con la cámara. Esto es algo que en Thirteen funcionaba (¡movámosla mucho! ¡Démosle a todo un aire underground!), pero que en Crepúsculo da más risa que otra cosa. Atención especial a la escena del laboratorio, consistente en: Primer plano de Bella hablando-Primer plano de Edward hablando-Primer primerísimo plano de los ojos de Edward sin motivo aparente-Primer plano de Bella sorprendida. Hay que verlo para entenderlo. Ese plano de los ojos causó carcajada general en la platea (al menos en mi cabeza. No me quiten la ilusión, jodíos), al igual que los vuelos de los vampiros (¡Siempre en linea recta absoluta! ¿Para qué modificar una pizca la trayectoria de vuelo?), los efectos especiales (a destacar el brillo vampírico: Juro que he visto mejores efectos especiales en las películas de Asylum) y, por supuesto, las actuaciones. Robert Pattinson, el Edward cinematográfico, tiene pinta de ser no ya flor de un día, sino capullo de una noche (¡oh, el humor, el humor! ¡Pases a las nueve y a las once, gracias!). Su actuación tiene tantos huecos mejorables como el guión –y ya es decir-, entre expresiones empanadas, sonrisas de medio lado (“Hey, soy un vampiro cool. Que guay que soy”) y tristeza fingida (“Oh, Bella es mi superamor, pero no es vampiresa. Oh, qué desgracia. Oh”). Toda una joya. Por su parte, Kristen Stewart (vista antes brevemente en Jumper y como protagonista en The messengers) hace de Bella un personaje anticarismático, que pide a gritos ser asesinado cuanto antes. Eso sí, consigue el gesto de asco perfecto y la cara de decir “Paso de vosotros, nuevos amigos, por este perfecto desconocido del que me he enamorado sin ningún motivo”. Eso son años en el Actor’s Studio, que lo sé yo. Qué más decir, oigan. Al terminar la película, la chica de delante se levantó y dijo un sonoro “No está mal, pero el libro está mejor”. Gracias, Mujer Tópico. No moveré un dedo por comprobarlo, la verdad. Lo dicho, en 2010 les veo a todos en Luna nueva. Uauh, apasionantes aventuras nos esperan. ¿Les he dicho ya que hay un hombre lobo que le tira los tejos a Bella? ¡La cosa está emocionante a más no poder! Estrellitas: * y ½ Por qué los fans no deberían hacer posters con el Paint años antes de que salga la película, parte 4 y última Mañana, algo que los fans de El blog de Randy pedían a gritos: El final de High school musical: Poesía en movimiento. Stay tuned. |
Dec 09 |
Archive for December, 2008[TOP 10] Los peores remakes de la historia (1 de 2)Dicen que el juego de moda entre los productores –imagínenselos como divertidos y entrañables señores con chistera y puro en la boca encendido con billetes de un millón de dólares- es muy parecido a los atrevimientos a los que jugábamos cuando éramos críos. La única diferencia es que cambian el “A que no te atreves a levantarle la falda a las niñas” (¡Acoso sexual! ¡Acoso sexual!) por un “A que no te atreves a hacer el remake de Apocalypse now”. Y es que si no, no se comprende la fiebre por el remake que reina hoy en día en la Meca del Cine. Y no sólo me refiero a remakes de otras películas, eh. Que ojalá fuera sólo eso. Pero entre remakes, reinvenciones, adaptaciones (bonita manera de llamar a la expresión “eh, este videojuego mola. Quitémosle toda su molantez y convirtámoslo en algo mediocre”), secuelas y demás, hace meses que no podemos encontrar algo totalmente original en una sala de cine. No, si al final habrá que dar gracias a Judd Apatow por sus tonterías y todo. Total, que este mismo viernes que viene se estrena, en un alarde de originalidad sin límites, la nueva versión de Ultimatum a la Tierra, con Keanu Reeves haciendo de –oh, no puedo creerlo- extraterrestre que pone la misma cara de pan todo el rato. Y en su honor, y en el de los productores de remakes (agradezcanles la lista de hoy –a poder ser con martillos y apisonadoras-), aquí llega el top ten de los peores remakes de la historia, en dos partes. Y conste que me he dejado fuera joyitas como Godzilla, La casa de cera (con Paris Hilton muriendo salvajemente) o The house on haunted hill. Casi nada. 10-LA PANTERA ROSA ¿De dónde sacarán el chocolate rosa para hacer los bollos? Hum, Peter Sellers hizo un papel fabuloso en las primeras películas de la saga, de Alan Arkin (Inspector Clouseau, de 1968) no se acuerdan ni en su casa y El hijo de la pantera rosa que interpretó el ahora desaparecido de la vida social Roberto Benigni fue un fiasco sin límites. Podríamos terminar aquí con el inspector Clouseau, pero, mejor mirado, ¿por qué dar por cerrada la saga de La pantera rosa si podemos ponerle un divertido bigotito a Steve Martin y obligarle a destrozar una película rompiendo todo el miticismo de Sellers? Ojo, no es que la película sea horrible y espantosa: Es que se carga de un plumazo todo lo que significó la primera Pantera rosa. Chistes más vistos que el video de Matías Prats diciendo “¿Pero esto qué es?” (¡Ja, ja! ¡El inspector Clouseau se ha vuelto a tropezar por decimonovena vez! ¿Cuándo terminará el festival de la risa?), secundarios avergonzantes (unos Jean Renó y Beyoncé Knowles que se deberían dedicar a revisar bien los guiones que les llegan antes de aceptar versiones tan avergonzantes de clásicos tan… clásicos), un Martin que se esfuerza pero sólo consigue caer en el más absoluto de los desastres interpretativos (alguien debería enseñarle de nuevo al pobrecillo lo que significa la palabra dignidad) y, en definitiva, una mezcla que desembocó en un exitazo de taquilla. Sí, amigos, la segunda parte ya está en preparación para el disfrute de todos nosotros. Yipi ka yei. Esperemos que esta vez se acuerden de que las comedias hacen reir y no bostezar. Adelante, Peter, muévete todo lo que quieras en tu tumba, que está acolchada. 9-DOS COLGADOS EN CHICAGO Tras Dos colgados en Chicago y Dos colgaos muy fumaos, exijo que lo próximo de Jackie Chan se llame Un colgao despatarrao. Vale que Los visitantes… ¡no nacieron ayer! no era la película más original del mundo (“Dos tipos de la Edad Media aparecen de repente en la actualidad”) y que Los visitantes regresan por el túnel del tiempo es, además de un título que ya suena a aburrido, un bodrio de los que hacen historia (“Dos tipos de la Edad Media vuelven de repente a la actualidad”), pero lo de Dos colgados en Chicago (“Dos tipos de la Edad Media vuelven de repente a la actualidad… ¡¡Pero en EEUU!!”) no tiene nombre. Es para dar un paseo con el equipo creativo, ponerle unos zapatos de hormigón y pegarle un empujón a la orilla del Mississippi. Por imaginativos. Y ya de paso, que les acompañen los traductores del título en España y los que decidieron que Florentino Fernández servía para doblar una película de este estilo. No contentos con copiar uno a uno los chistes de la segunda parte (que, a su vez, copiaban los de la primera), Dos colgados en Chicago añadía americanadas para tener contento al espectador medio del filme. Tranquilo, tío, que esta peli no es francesa. Aquí no comen paté, comen hamburguesas. Oh, yeah, baby. Por suerte, Renó (por segunda vez en este ranking) y Clavier pincharon brutalmente en la taquilla y decidieron no volver nunca jamás por el túnel del tiempo. Gracias, público americano. 8-101 DÁLMATAS… ¡MÁS VIVOS QUE NUNCA! El videojuego spin-off de la secuela del remake de la película original. Admiro a quien hiciera esta cosa. Hay dos personas que dirigen Disney, o al menos esa es mi extraña y truculenta teoría. Una se dedica a Pixar y a reavivar la industria en 2D. La otra contrata a Zach Braff para doblar a un pollo, hace secuelas innecesarias y decide que Bolt está mucho mejor ahora que cuando era una parodia del cine negro. Adivinen quién de estas dos personas decidió que realizar un remake en imagen real de 101 dálmatas era una gran, gran idea. Pues eso. Glenn Close hace un papel tremendísimo –la única razón por la que 101 dálmatas mereció la pena-, pero el resto del filme da más vergüenza ajena de lo que todos hubiéramos deseado. Los dálmatas dibujados expresaban más emoción que los de verdad, la historia era tan parecida que todos nos aburrimos en las escenas donde no aparecía Glenn Close y, en fin, arrasó tanto en taquilla que es extraño que hayamos visto 102 dálmatas pero aun no hayamos visto Los aristogatos – ¡Más vivos que nunca! o La cenicienta – ¡Más viva que nunca! Yo les doy un par de años. 7-VANILLA SKY I LOVE KATIE HOOOOOOOOOOOOLMES!!! I AM NOT GAAAAAAAAAAY!!! No tengo claro si esta película está en la lista porque se lo merece o por el dolor que nos causó a muchos ver cómo el otrora grande Cameron Crowe (Casi famosos, Conversaciones con Billy Wilder) copió el examen de Amenábar por encima del hombro, y así le quedó. Con faltas de ortografía y manchurrones de bocata de chorizo. Vamos a ver. A los quince años, todos alucinamos en Technicolor cuando vimos Abre los ojos. Guau, increíble. Se entendía tan poco que tenía que ser buena a la fuerza. Y ojo, lo era. Aun a día de hoy sigue siendo la segunda mejor película de Amenábar (con permiso de Tesis, que me parece el único proyecto al que el director le ha puesto verdadera ilusión… y se nota), y un filme notable. Lo que ocurre es que Noriega es mejor actor que Tom Cruise (y ya hay que ser malo para ser peor que Noriega), la Penélope Cruz de 1997 tenía muchísimos más registros que la de 2001, Kurt Russell y Cameron Díaz se pasaron para saludar y leer el par de líneas que tenían y, en fin, se demostró que la cosa, a veces, no se basa en tener un buen guión, sino en saber dirigirlo. Donde el español supo meter emoción, drama e intriga, Crowe metió tedio, aburrimiento y pasotismo. Por suerte, la película se termina y podemos abrazar a nuestro DVD de Abre los ojos con todo el amor que se merece. Que es mucho. 6-EL VUELO DEL FENIX En busca de la dignidad perdida. -¡Señor, me temo que hoy por hoy no hay actores lo suficientemente buenos como para hacer de James Stewart y Richard Attenborough! ¡Habrá que cancelar el remake de El vuelo del fénix! Y ahora, ¿quién ocupará el número 1 del ranking? ¿Será un remake de una película japonesa? ¿Será quizá alguien calificado por los expertos como maestro del cine? ¡La semana que viene, en Cine Online, los 5 primeros puestos! ¡Especulen! ¡Es una orden! Y mañana, el dolor llega a vuestras gargantas con CREPÚSCULO: La review. |
Dec 08 |
Archive for December, 2008Obras maestras: Antes del amanecerTodos hemos pensado en hacerlo en algún momento de nuestra vida. Ir en un tren, hablar con alguien y, en vez de bajarnos sólos en nuestra parada, invitar a la otra persona a bajarse con nosotros y vivir una noche perfecta. Sin importar quienes somos, qué hacemos en nuestro día a día y ni siquiera nuestros propios nombres, paseando por una ciudad extranjera y viendo la vida pasar. Nosotros nunca lo haremos, pero Jesse y Celine sí que lo hicieron. Y, ya de paso, se hicieron un enorme hueco en nuestros corazones y decidieron quedarse ahí para siempre como una de las más grandes historias de amor jamás contadas. Es imposible ver Antes del amanecer y no acabar absolutamente enamorado de Jesse y Celine, de Viena, de la noche, del amor. Es imposible verla y no creer en que hay alguien ahí fuera justo para ti. Es imposible verla y no creer, aunque sólo sea una vez en la vida, en que los milagros existen y todo puede suceder. Con todos ustedes, Antes del amanecer. Hay tres películas que me parecen el paradigma del amor, las películas que todo creyente de los sentimientos debe haber visto al menos una vez: Breve encuentro (la descorazonadora historia filmada por David Lean en 1945), Antes del amanecer y su secuela, Antes del atardecer. Y es que hay muy pocas películas tan bien llevadas como la que nos ocupa hoy. El corazón se te sale por la boca al ver a los protagonistas simplemente caminando por la ciudad. La mejor química que jamás ha habido en una pantalla entre dos actores: Ethan Hawke y Julie Delpy. Antes del amanecer trata la historia de Jesse, un joven estadounidense que está haciendo un road trip por Europa, y de Celine, una estudiante francesa que se dirige a Budapest. Ambos se encuentran en un tren y empiezan a hablar. Al llegar a Viena, Jesse logra convencer a Celine de que pase una noche con él, a pesar de que los dos sepan que al día siguiente deben separarse para no volver a verse. Esa noche, y aunque jamás se pronuncien al respecto, una pregunta está sobre sus cabezas –y sobre las nuestras-: ¿Qué harías si tuvieras al amor de tu vida enfrente de ti y tuvieras que irte al día siguiente? El final no lo deja claro, y cada cual tuvo sus teorías al respecto (solucionadas ampliamente en Antes del atardecer). No os confundais: Esta no es una película en la que vais a ver drama, ni besos emocionados con música de fondo, ni un trío amoroso lleno de dolor. No. Aquí, el único drama lo pone el espectador en su cabeza: Estamos disfrutando tanto con la pareja que, inconscientemente, la sombra de la separación se cierne sobre nuestra propia cabeza: Les queda cada vez menos tiempo de estar juntos, y, aunque todos queremos que sea por toda la vida, sabemos que es imposible. No vamos a llorar, pero es una sensación de impotencia pocas veces vista antes. Deseamos que el reloj se detenga, que Jesse y Celine nunca acaben su noche, que Jesse se vaya con ella, que todo sea una noche perfecta para siempre. Pero la luz del día llega, y Jesse y Celine están tirados en un parque, desnudos. El apogeo del amor coincide justo con el amanecer, con la despedida y el adios. Y, por muchas razones que se den para estar juntos, ninguna puede ser tan poderosa como para tenerla en cuenta. No a la luz del día y la razón. Pero ambos encuentran una solución: Seis meses después, ambos esperarán en la estación para pasar una noche más juntos. Celine asiente, Jesse asiente. ¿Estarán allí seis meses después? Los planos vacíos –y desmitificadores- que finalizan la película dan a entender que la pareja no volvió nunca a encontrarse. Antes del atardecer resolvió la incógnita y nos devolvió a la pareja de oro, menos ilusa, cuidando más sus palabras, pero igualmente enamoradora. Resulta sorprendente el año en que se rodó Antes del amanecer: 1995. Ese año, películas como Babe, Apollo 13 o El cartero (y Pablo Neruda) compitieron por la estatuilla dorada, mientras que Antes del amanecer no obtuvo ni una mísera nominación. Por suerte, el tiempo ha puesto a cada película en su sitio y, mientras que hoy por hoy nadie se acuerda de Apollo 13, el gran público sigue descubriendo día tras día esta obra maestra atemporal. Richard Linklater, sin duda, hizo un buen trabajo (incomprensiblemente bueno, si tenemos que fiarnos de otras obras suyas como Fast food nation, A scanner darkly, Escuela de rock o Los Newton boys) descubriéndonos Viena, logrando que un paseo por la noria sea más emocionante que ningún otro paseo antes, que los secundarios de una frase tengan un peso tan importante en la trama, que nos creamos la maldita historia. Jesse y Celine deberían estar juntos. En mi cabeza, lo estuvieron durante diez años. En mi cabeza, están casados y con dos hijos. Sé que no es así (Antes del atardecer ya se ocupó en regalarnos frases fabulosas como aquella de Jesse, diciendo que el día de su boda aun pensaba en Celine y que creyó verla entre el público), pero quiero pensar que en otro mundo, en otro universo menos perro que este, ambos disfrutan de la felicidad que el tiempo les niega. Quiero pensar que les veremos juntos en Antes del anochecer, si es que algún día se hace. Necesito ver a Jesse y Celine como esa pareja de viejos que aun se quiere. Aunque sólo sea en un cortometraje. Pero lo necesito. Y es que nunca antes el cine nos ha dado una pareja tan perfecta en todo. Y, desde luego, muy pocas veces una película tan perfecta en todo. Antes del atardecer contaba, por cierto, el reencuentro de Jesse y Celine. No diré ni cuando, ni cómo. No quiero arruinar la sorpresa, ni decir si estuvieron allí seis meses después. Simplemente hay que deleitarse con el simple relato a tiempo real de una pareja paseando durante media hora. No hay besos. No hay abrazos. Apenas hay contacto físico. Y, sin embargo, hay más retazos de realidad en esta obra que en cualquier bodrio del Aranoa o de otro director hiper-realista. Todos somos Jesse y Celine, todos sabemos lo que es estar enamorados, y sólo unos pocos lo que es ser correspondidos. Para quienes lo sabemos, Jesse y Celine no son Ethan Hawke y Julie Delpy. Sus personajes han roto la frontera entre el espectador y la ficción. Si fuera por mi, Antes del atardecer sería considerado un documental, una muestra de cómo el amor perdura a través de los años, de cómo hay alguien ahí fuera que es para ti, y te esperará por siempre. Antes del amanecer es la mejor película romántica de la historia, un clásico básico para hablar de buen cine y, probablemente, la última gran obra maestra rodada hasta el momento (y han pasado trece años, eh). No conozco a nadie que la califique con algo menos que un “mágica”. Sobresaliente, brutal, fabulosa, romántica pero no pastelosa. Perfecta. Antes del amanecer es lo que cualquier persona necesita para enamorarse al instante. Mañana, un ranking de remakes. |
Dec 07 |
Archive for December, 2008[PREESTRENO] Blindness: Ciegos y flashes blancos, todo en unoIr a un pase de prensa es algo que todo ser humano debería hacer alguna vez en su vida. En serio. La sensación de “dios mío, voy a ver una película antes que el resto de la raza humana” de los más jóvenes y nuevecitos en el asunto se mezcla con los “ahora al llegar a la redacción a ver si acabo el artículo pronto y me voy a casa a echarme la siesta” de los que llevan ya unos años y han perdido toda la ilusión. Ah, los fabulosos críticos que hace años que no han pagado por ver una película. ¿Quien no los adora? Y entre medias, lo que en toda sala: Parejita de críticos de cine (¡Acusaciones caseras de plagio! ¡Le ponen estrellitas a la comida! ¡Todo el mundo les odia por pedantes!), tipos que parece que no han salido de casa en años (se les reconoce por su piel blanquecina, porque llevan un vestuario consistente en chaqueta y zapatos a sus 25 años y porque prueban seis butacas antes de elegir la suya), los grupos de amigotes que se dedican a recordar sus mejores juergas (en este caso, las mejores fiestas de final de rodaje. Uauh, ¿te acuerdas de cuando vimos a Pilar Bardem todo pedo? Qué risas, colega) y esos que están acreditados dios sabe por qué web y que disfrutan de la película, se chulean con sus colegas y encima escriben críticas destructivas contra la película en cuestión. Dios, qué asco dan estos últimos. En otro orden de cosas, el otro día pudimos asistir a la premiere de Blindness en los cines Palafox y, la verdad, nos habríamos quedado mejor en nuestra casa, por mucho que la película no se estrene en España el 27 de febrero de 2009 (con el ridículo título A ciegas, que hace presagiar más una comedia disparatada que un drama como éste) y ver las películas antes de tiempo da un estatus que te cagas. Si no, que se lo pregunten a los que tienen eMule. Tu visión del mundo cambiará para siempre. Ya no te gastarás siete euros en ver una bazofia nunca más. Para quien no lo sepa –a pesar de que es el equivalente culto a El código da Vinci, el libro perfecto para leer mientras se asiente, con la mano cogiéndose el mentón y atusándose la perilla-, Blindness está basado en Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago (y no, no meteré un chiste aquí sobre la ministra que dijo que era su escritora favorita), y, por lo visto, es una adaptación correcta. Por lo visto, vaya, que los que tenemos una vida agitada no tenemos tiempo para leer. Ejem. Blindness trata sobre un mundo en el que todos se quedan con una extraña ceguera blanca. En un principio, los afectados son metidos en barracones de concentración.. Y en uno de ellos, hay una señora que puede ver. Y ya está. Entre medias, el caos de una sociedad (mal) organizada nos ofrecerá miles de metáforas obvias (¡El ser humano es malo! ¡Malo! ¡Maaaaalo! ¡Y a poco que le dejen violan mujeres! ¡Bu!) y de malas actuaciones que desembocan en un final alargado e insípido. Vamos, que después de dos horas de película supuestamente importantísima para el desarrollo del ser humano descubrimos que se nos olvida tan pronto como el último número de la SuperPop. Y que, en el fondo, sus metáforas son tan asquerosamente descaradas como las de las peores secuelas Disney. Si tan sólo fuera esto, la cosa no estaría tan mal. El problema es que el filme tiene un gravísimo problema narrativo (justo lo que le sobraba a Meirelles en Ciudad de Dios y El jardinero fiel, sus anteriores y brutales películas). El doctor quiere a su mujer pero están continuamente amargados y follándose a otros. Hala, dispérsense, ya se saben el 90% de la película. Para que os hagáis una idea, la película comienza con un tipo que se queda ciego en medio de un paso de cebra. A partir de entonces, cada dos minutos la pantalla se volverá completamente blanca para recordarnos, por si no nos había quedado claro, que la gente está ciega. Por si no fuera suficiente conque el filme se desarrolle en un albergue para ciegos donde todo el mundo está ciego y hablan de ceguera una y otra vez, la película se enblanquece y todos decimos “Ah, coño. Que estaban ciegos. Fíjate tú qué cosas, que se me había olvidado”. Así, mientras todos miramos al suelo del cine intentando que nuestros ojos no se quemen por culpa de un efecto que podrían haberse metido por el mismísmo orto, la película sigue por vericuetos que nos interesan tanto como ver a Julianne Moore comandando a un grupo de ciegos, caminando por un pasillo mientras tocan las paredes durante diez minutos. Tanto o más, vaya. Por si esto fuera poco, Meirelles ha decidido meter un par de veces en medio del filme y sin motivo aparente una voz en off que narra los sentimientos de la protagonista, pero que no aparece al principio, sino en la parte media, en una escena aleatoria cualquiera (“Y ella entonces se dio cuenta de que se sentía sola”), y en la escena final, donde a todos nos pilla de imprevisto pero, oh sorpresa, nos explica la metáfora obvia (“Y, en ese momento, se dio cuenta de que ella era la única ciega”. Ciega por dentro. No por fuera. Que todo hay que decirlo, oigan). Sobre las actuaciones, poco que decir. Julianne Moore hace uno de sus papeles más repelentes y hostiables (y hablamos de la Clarice Starling de Hannibal), Gael García Bernal se porta sin más (hace de hispano rebelde y canalla, lo cual es muy raro en él y sin duda le da un nuevo aire como actor. Ahora todos le vemos de manera diferente), Mark Ruffalo tiene la misma intensidad dramática que un radiador en verano (y los mismos gestos de disgusto y dolor que Steven Seagal en sus peores films), Danny Glover confirma que ha vivido tiempos mejores (tiempos que se llaman Arma letal y que le piden, por piedad, que no vuelvan a su quinta entrega) y Sandra Oh aparece en dos escenas haciendo el ridículo para que todos digamos “¡Eh, mira, la doctora Yang ahora es ministra de no-sé-qué!”. Vamos, que en vez de actores ponen muñequitos tambaleándose y con la voz de Loquendo y habríamos salido ganando. Putos ciegos hijos de puta lololololol (lease con voz de Loquendo) Meirelles, el director superprometedor que-te-cagas de, entre otras, Ciudad de Dios, realiza una labor más bien anecdótica detrás de las cámaras. O sea, yo también podría poner flashes blancos cada media centésima de segundo, mover la cámara mucho (y a poder ser colocarla en diagonal), meter de tanto en cuando una iluminación oscurísima (para contrarrestar los flashes blancos, supongo) y no explicar, sin motivo alguno, ni el por qué hay una televisión en una sala llena de ciegos (¡?) ni por qué se queda ciego todo el mundo (¡Ah! ¡Que es una metáfora de esas! Fíjate tú), ni el inexplicable final (¿La sociedad, de pronto, ya ha expiado sus pecados y por tanto puede volver a empezar de cero? ¿Ninguna de las violadas siente problemas tras su orgía forzada? ¿A nadie le importa que semejante destrozo haya sido realizado con dinero público?). Así que ya sabéis. En general es imposible recomendarla, pero ya puestos… recomendable para ver solos, sin amigos ni nada parecido, y a poder ser justo antes de dormir. La película ayudará a cerrar los ojos y amodorrarse cosa mala. Pero eh, yo no os he dicho nada, que la película no se estrena hasta febrero. Estrellitas: ** El lunes, Antes del amanecer. Y el miércoles, nos cortamos las venas con los carteles de Crepúsculo. |
Dec 06 |
Archive for December, 2008Obras maestras: Os carrinhos 4 (2)Y es hora de continuar con las trepidantes aventuras de Mate 2, Relámpago McKing y compañía. ¿Son eso que oigo gritos de dolor? ¿Es eso que veo lágrimas? ¡Blandos! ¡Video Brinquedo se merece mucho más! El episodio siguiente a Gasolina GENIAL! es Mate 2 escocido (Kombo esquecido), que ya nos promete aventuras y diversión a la altura del primero. Como algún día aparezca un traductor de portugués en Cine online, no sabré donde meterme. En fin, la cosa es que Mate 2 y Relámpago quedan para recibir a los padres del primero, que van por primera vez a la ciudad de Rodópolis. Los guionistas tienen una manera sutil e inteligente de introducir personajes nuevos. O sea: “Vienen mis padres, voy a ir a recogerlos”-“Vale, voy contigo”. Impresionante. Que aprendan en Aída, que seguro que la introducción de la hija es más forzada si cabe. ¿Preparados para conocer a los padres de Mate 2? ¡Si conocer a los padres de vuestra pareja ya fue un paso por el que sentisteis terror, preparaos para conocer a Pa y Ma Mate!
Oh, dios mío. Me acabo de dar cuenta de algo. Si Mate 2 lleva una grúa a su espalda y el padre también lleva una grúa enorme PERO la madre no tiene nada… ¿significa eso que…? Oh, dios mío. De pronto quiero morir muchísimo… Y lo peor es que mi idea no se alejará tanto de la realidad en las oficinas de Video Brinquedo (“Eh, ¿cómo podemos enseñar que una grúa es hembra y otro macho?”-“Ponle una pedazo de p***a gigante”-“¿Y si ponemos una grúa fálica, por eso de aparentar?”-“No me convence, pero bueno”). Nunca podré mirar a Mate 2 a los ojos nunca más. Y a la espalda ni te cuento. Como sea, el padre tiene sombrero y es la única diferencia que tiene con su hijo, la madre un lazo gigante y gafitas. Haría muchos chistes al respecto, pero lo de las grúas puede con todo. Pa y Ma se encariñan con Relámpago (que, todo sea dicho, no tiene una grúa gigante a la espalda. Ejem) y anuncian que se van a quedar una semana. Y todos sabemos lo que es una semana con tus padres durmiendo en tu casa: Una semana que desearías que hubieran sido día y pico. Y, sin dejarnos respirar, Os carrinhos 4 nos ofrece, con toda su CRUDEZA habitual, ¡un atropello con víctimas! Impacto TV, prepárate. Aquí hay carnaza. Vamos, que el taxi bizco no mienta. Esto ha sido ir a posta contra el tonto del pueblo, y punto. Pero no sólo eso: Es que además el coche no iba a más de 20 por hora. En fin, tras el efecto tan bien logrado –y para nada alargado innecesariamente- de Mate 2 flipando en colores, todos se paran a hablar con Pizco, el taxi bizco y descubren que Mate 2 sufre de amnesia. Antena 3 haría un dramón de todo esto y lo emitiría después de comer. Aquí ponen una divertida musiquita. Ja, ja, qué gracia, no se acuerda de quién es su amigo. Y todos ríen. Todos van al médico (excepto Pizco, que marcha a dar parte a la aseguradora, supongo, y es sustituido por la novia rosa de Relámpago), ofreciéndonos la impagable imagen de Mate 2 con la boca abierta siendo examinado por un coche de la Cruz roja. Esto en Cars no salía, no. El médico anuncia lo que todos sabíamos, que el bicho tiene amnesia, y que la memoria puede volver en cualquier momento (recurso argumental para los malos guionistas número 536). Total, que intentan que recobre la memoria, pero no hay manera. Sin saber muy bien la razón (qué queréis, mi portugués es limitado por no decir intuitivo), Mate 2 aparece con una piruleta bajo el retrovisor (¿) y todos parecen alegrarse. Ignoro hasta que punto tiene que ver la piruleta con lo de recobrar la memoria, pero algo tendrá. Para terminar de alegrarle la existencia, Relámpago propone que corra en la pista principal de Rodópolis, ya que ya corrió allí (¡Qué inteligente referencia a Os carrinhos 2! Desde luego, esta película solo es apta para muy fans). Y entonces, atención, COPIAN DIRECTAMENTE los planos de Os carrinhos 2. Triste. Muy triste. Si no os lo creéis, mirad aquí y llorad (por el minuto 0:37 en adelante). En fin, Mate 2 llega a la meta, dice “¡Pole position!” (ah, el humor) y empieza a chulearse de que es el más mejor. Por dios, ¿alguien puede decirme cuál es el verdadero argumento de este segmento? ¿Mate 2 encuentra a sus padres, se queda desmemoriado o se cree el mejor? Por dios. Es que no hay solución. Para que Mate 2 recupere su memoria del todo, Relámpago le lleva al lugar donde se conocieron (Todos a la vez: ¡¡Ooooh!!), pero en vez de recobrar la memoria, el muchacho se deprime al saber que es entrenador y no corredor. En ese momento, y cuando todo parece perdido, aparece la novia y… y… ¿cómo explicarlo? Yo lo siento por mi chica, que es muy guapa, fabulosa y un encanto, pero si cada vez que la viera pegara vueltas sobre mí mismo haciendo sonar una estruendosa bocina, dudo muy mucho que ella quisiera hacer algo conmigo que no fuera jugar a las cartas. Y ni eso, no vaya a ser que si gano dé vueltas sobre mí mismo de nuevo. Por cierto, que la furgoneta está conociendo a los padres de su novio. Gasp, qué corte. Total, que recobra la memoria del todo y todos ríen felices. Y ya está. Fin. Cuando volvamos con Os carrinhos 4, será para presentaros O ferro velho asombroso (El hierro bello y asombroso), pero de momento vamos a darle un descanso. La semana que viene, Camp rock. Rockeemos a tope, oh yeah. |